Qué es lo que se viene

Por Daniel Muchnik | Especial para “Río Negro”

Daniel Muchnik

(Periodista, escritor y socio del Club Político Argentino).

Son muchos los analistas que consideran que fue el hartazgo de la gente por las insistencias oportunistas y autoritarias del cristinismo y su protagonista principal el factor que impidió a Scioli llegar a la presidencia. Es muy posible que esa sea la razón. Ahora hay que mirar hacia adelante, pero no será fácil porque el pasado seguirá pesando, y ese pasado será decisivo para saber qué pasará dentro del peronismo.

Hay varias hipótesis. Una es que Cristina Fernández intentará quedarse con la estructura. Pero no le resultará fácil si se desata la polémica dentro del movimiento y ella aparece en escena con todos los focos prendidos y todos acusándola como el factor negativo, como la única responsable de la derrota. La que eligió mal a los candidatos que la representarían, que forjó pésimos argumentos en la batalla para conseguir su sucesión, la que no protegió suficientemente a Scioli, a quien en el fondo aborrecía.

Otras voces confirman que será Sergio Massa, proa de un tercer partido que jugó fuerte en todo el tiempo electoral, quien apostará a la jefatura del movimiento. Massa es un hombre joven, sagaz, con mucha fuerza interior y se preparará para una nueva elección en cuatro años. O bien surgirá una nueva figura, todavía desconocida, quien con empeño disputará los papeles protagónicos del peronismo, adelantándose a Cristina Fernández y a Sergio Massa.

La única verdad contrastable es que los que perdieron analizarán a fondo las causas del desastre. Como se sabe, un partido triunfalista en la historia política argentina no abandonará fácilmente las críticas, propondrá nuevas alternativas y dará la espalda a los que lo llevaron a la derrota. Sentirse marginado dentro del peronismo es igual al exilio, el castigo principal usado por los griegos.

El peronismo no es una unidad. Les falta hablar a los peronistas históricos que cuestionaron desde el comienzo al matrimonio Kirchner por alejarse de las consignas del general Perón. Así fue en el mundo de los derechos humanos, porque transformó a las dirigentes de Madres y de Abuelas en militantes de la agrupación en el poder, tergiversando su sentido. Otro tema de críticas fue el acercamiento a los melancólicos de los años setenta, al apego por convertir en héroes a jóvenes que no tuvieron en cuenta la democracia y se lanzaron con armas y víctimas a conquistar el poder. Esas alianzas los históricos las volvieron revulsivas. Y fueron una fuerza nueva aliada a la oposición frontal del cristinismo.

La Cámpora, una creación antinatural del hijo Máximo, hombre de poca lectura y nula experiencia, gestó un lenguaje nuevo, agresivo y fantasioso. Por ejemplo: todo aquel que cuestionara las maniobras del cristinismo era acusado por ellos de representante de los fondos buitre o del imperio. Cristina, sospechosa de todos, casi paranoicamente, encontró en La Cámpora una fuerza juvenil que la protegía. Ella permitió que se les abrieran las puertas a representantes advenedizos de La Cámpora para que ingresaran con buenos sueldos en los cuadros de ministerios, secretarías de Estado, en la Auditoría General de la Nación (causando un escándalo) y hasta en la importante embajada que nos representa en la capital de Estados Unidos. Y ubicó a un hombre joven, sin experiencia, profesor en la Universidad de Buenos Aires, con aires por haber leído a Marx con devoción, en la titularidad del Ministerio de Economía. Su gestión fue una de las más cuestionadas en la historia difícil de la Argentina en muchísimas décadas. La Cámpora estará en el Congreso de la Nación y votará vaya a saber con quién, si con los que dialogarán o con los que se enfrentarán.

“Macri ganó, pero la realidad del poder lo condiciona a modelar acuerdos en el Parlamento con otros partidos, incluyendo el peronismo”

Mauricio Macri llegó al poder merecidamente (un día después de la elección algunos de sus dirigentes creyeron que había habido fraude en algunos municipios y se dedicarán a seguir de cerca el recuento), con mucho esfuerzo y gran pasión. Su gestión en Buenos Aires ha sido muy elogiada y se lo merece. La ciudad se transformó, especialmente en las áreas de transporte, en el cuidado de los espacios de recreación popular y en el ámbito de la cultura, en los trámites de todo tipo, al servicio de la comunidad. Una cosa, sin embargo, es manejar el gobierno de la ciudad más importante de la República y otra cosa es manejar un país y contentar a todos.

Macri ganó, pero la realidad del poder lo condiciona a modelar acuerdos en el Parlamento con otros partidos, incluyendo el peronismo. El massismo y los que representan a Margarita Stolbizer prometieron acceder a esos acuerdos. Dirán presente los gobernadores de la oposición con entendimientos políticos, económicos e institucionales o no, en el marco de un país donde el federalismo es tan sólo una palabra, un símbolo, pero nunca se llevó a la práctica. No se sabe si el peronismo cristinista reaccionará bien o con deseos de colaborar. Si nada lo tienta, entrará en la resistencia y eso generará cortar con el diálogo que lo único que intenta es garantizar la gobernabilidad. ¿Cómo reaccionará la mayoría? ¿Qué ruta tomarán? En los próximos tiempos de ese Parlamento se tendrán que discutir las rebajas de retenciones a las economías regionales (para salvarlas del desastre, junto con una mejora de la paridad cambiaria), la baja del impuesto a las Ganancias o una nueva reforma de la anárquica y regresiva estructura impositiva del país. Y como si eso fuera poco, una reforma electoral (hacer trizas la existente que dio pie a travesuras inesperadas). Otro gran dilema nacional que pasará por el Congreso será el narcotráfico. El macrismo propuso crear una agencia especial de combate al narcotráfico. Nunca se difundieron sus características, pero es posible que se parezca a una especie de central operativa autónoma desprendida de las policías provinciales, nacional y de los ámbitos de los servicios de inteligencia y de las Fuerzas Armadas.

No son gente inexperta los que se moverán en nombre de Macri. Conocen todas las mañas habituales y pueden saber esperar las nuevas. Aunque es la primera vez que llegan al ámbito nacional, sabrán actuar.

Paralelamente está la gran cuestión económica. Hay emergencias, como el tipo de cambio y la sequía casi extendida de reservas útiles en manos del Banco Central como para enfrentar dilemas de fines del 2016 y a lo largo del 2017. ¿Cuánto tiempo pasará hasta modificar la paridad cambiaria, que es otra emergencia de la que habló el Pro en reiteradas oportunidades? Ayudaría en demasía que los productores rurales liquiden granos retenidos (varios fueron víctimas de atentados) mediante lo cual podrían entrar al país entre 5.000 y 7.000 millones de dólares.

Al mismo tiempo saldrán delegaciones macristas a las instituciones financieras para conseguir ayuda con premura.

Datos

“Macri ganó, pero la realidad del poder lo condiciona a modelar acuerdos en el Parlamento con otros partidos, incluyendo el peronismo”

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