Rescatan un dinosaurio de 35 metros de largo junto al lago Los Barreales

De 90 millones de años y es uno de los animales más grandes que pisaron la Tierra. Está bien conservado y en el rescate trabaja un equipo de 25 profesionales.

NEUQUEN (AN).- La bestia murió ahí, junto a un curso de aguas someras que atravesaba bosques de plantas que se elevaban tanto que parecían pinchar al mismo cielo. Había humedad pegajosa en aquel escenario. Y muchos otros bichos como la bestia: fieros, raros y grandes, muy grandes. Pero ninguno tan enorme como el cuadrúpedo de cuello y cola larguísimos, que si hubiera andado por nuestras calles en busca de un estacionamiento tendría que haber dispuesto de prácticamente media cuadra.

Es que eran otros tiempos aquellos del período Cretácico, hace unos 90 millones de años. El planeta sufrió cambios y cataclismos varios, pero el último lecho de la bestia (que era un dinosaurio casi tan grande como el que más) siguió intacto, lo mismo que su pesada osamenta. Arriba, el clima se volvió seco y árido, y como única vegetación quedaron arbustos achaparrados, pinchudos y de verdes opacos, que reciben caricias y también empujones de un viento que parece perpetuo. Los restos de la bestia hubieran quedado allí hasta quién sabe cuando de no ser porque en los «70 por obra y gracia de otras criaturas -muy distintas a las del Cretáceo- se vaciaron millones de litros de agua del río Neuquén la parte más baja de la estepa. Así se formó el lago Los Barreales.

Fue el mismo lago artificial el que, de tanto subir y bajar, destapó los huesos fosilizados del dino que midió unos 35 metros de largo. Hace un par de años, durante el verano, los científicos localizaron los restos del gigante junto al lago Los Barreales, que no es otra cosas que una porción del complejo hidroeléctrico Cerros Colorados. El sitio, por otra parte, está al lado del asentamiento de la comunidad mapuche Paynemi y no muy lejos de la también impresionante planta separadora de gas de Repsol YPF.

Todo en el corazón de Loma de La Lata, la mayor reserva gasífera de sudamérica. Todo llamativo, todo neuquino y muy patagónico.

Desde hace doce días, un equipo de 25 profesionales, técnicos y estudiantes escarban el fango que dejó el lago en su fuga y revuelven las piedras rojas del paraje en busca de los huesos del dino que -se sabe- era un herbívoro del tipo saurópodo, de los más difundidos en nuestra región. Ya están a la vista, los vértebras del espinazo, las caderas, el hueso sacro, las patas y los huesos de la cola. Los huesos de la cadera tienen entre dos metros ochenta y tres de ancho.

«Es entre un siete y un diez por ciento más chico que Argentinosaurus (Huinculensis). Podemos decir que si bien los dos son saurópodos son de distinta especie, también podemos afirmar que de los dinos más grandes que se conocen este es el más completo, sin duda», afirma el paleontólogo del museo de la Universidad Nacional del Comahue, Jorge Calvo. Argentinosaurus -también del Cretácico y neuquino- es el más grande de todos los dinosaurios que se conocen hasta la fecha. Las proyecciones -realizadas a partir de los huesos que se encontraron- indican que habría medido entre 37 y 40 metros de largo de la punta de la cola hasta la cabeza: el animal más grande que pisó la Tierra.

En algún momento, el año pasado, Calvo y su equipo llegaron a pensar que estaban frente otro dinosaurio de talla monstruosa. Pero a partir de los últimos descubrimiento y con otras piezas para analizar concluyeron que el dino de Los Barreales es apenas más chico.

Este hecho para nada empaña la expedición de Calvo y compañía que es la más grande que realizó la UNC hasta la fecha. En el terreno, Calvo trabaja con Edith Simón, paleontóloga del museo de El Chocón, los técnicos de la UNC y los de los museos de la villa mencionada y de Rincón de los Sauces. Junto a ellos, estudiantes de Geología y Biología de las universidades del Sur y de La Plata.

Además del grupo que está específicamente dedicado a desenterrar al grandulón, hay otro que tiene ubicados a otros tres dinosaurios en la zona aledaña. Y un tercero de la Universidad de Río de Janeiro que busca los huesillos huecos de un reptil volador: un pterosaurio.

Los brasileños están a cargo del paleontólogo Alejandro Kellner un especialista en este tipo de criaturas, de las cuales el año pasado se encontró el hueso de un ala, encriptado dentro de una roca. Ese pterosaurio es el primero que se encuentra en Patagonia y sería uno de los más grandes del continente.

Calvo estima que el trabajo se prolongará hasta fines de febrero, como mínimo. Todavía el lago no se retiró todo lo que debiera y los lugares que quedaron libres presentan aromas pocos amables. Sucede que por el calo la jarilla fermentó en el barro y complica la respiración de los dueños de las muchas manos que, afanosas, escarban y se hunden en busca del gigante.

Desde la punta de la cola hasta el hocico

NEUQUEN (AN).- Los restos del dino gigante están ahora a unos cinco metros de la costa del lago Los Barreales, pero se espera que en los próximos días el agua retroceda unos cinco metros más.

La superficie en la que trabajan los especialistas es de unos 100 metros cuadrados. Más arriba o más abajo de la superficie están los huesos despanzurrados del animal.

En vida la criatura superó estuvo por encima de las 60 toneladas y habría tenido una altura entre los 12 y 15 metros. El largo se establece midiendo desde la punta de la cola y hasta el extremo del hocico, con lo que se estima que habría alcanzado los 35 metros. Sobre la dimensión del Argentinosaurus las discusiones varían pero van desde los 35 hasta los 40 metros.

¿Por qué no se sabe con precisión cuánto midió Argentinosaurus?

Porque la longitud se determina a partir de proyecciones que se realizan tomando como patrones los huesos que se encontraron (que en el caso del Argentinosaurus fabulosamente grandes pero escasos) y con la guía de las estructuras de otros animales conocidos. Calvo está convencido que una vez que todos los huesos estén afuera y con la cantidad de piezas que se encontraron no habrá problemas para determinar cuánto midió el dinosaurio de Los Barreales. Por eso, cuando el agua se empiece a retirar, todo estará más claro.

La idea es conseguir un galpón en Neuquén que tenga las dimensiones suficientes como para hacer la limpieza de los materiales. Allí también se exhibirían los fósiles para el público en general. Pensar en llevar al grandulón a un museo es imposible. Sencillamente porque no hay ninguno lo suficientemente grande.

«Con este bicho tenemos trabajo para mucho tiempo», afirmó el paleontólogo Jorge Calvo.

Campamento, postales, corralitos

NEUQUEN (AN).- La campaña de rescate de los fósiles del dino de Los Barreales es el primer paso de un proyecto de investigación y difusión que lleva adelante el museo de la UNC. El mismo se financia con fondos que provienen de la petrolera Chevron-San Jorge, a los que se sumará un aporte extraordinario (unos 100.000 pesos) de la empresa hidroeléctrica Duke Energy, que tiene a su cargo la operación de Los Barreales. La firma asumió el compromiso en octubre del año pasado pero el dinero quedó atrapado en el corralito financiero.

Calvo explicó que, por ahora, se las arreglan con el trabajo manual y un martillo neumático de la UNC. Pero en lo inmediato necesitarán de una retroexcavadora y de una pluma, además del transporte adecuado para trasladar las piezas desde Los Barreales hasta Neuquén.

«Nos estamos arreglando pero siempre estamos necesitando cosas, incluso comida. Somos 25 trabajando todo el día y a pleno sol: no hay comida que alcance. Cualquier persona que se quiera acercar a ver cómo se trabaja puede hacerlo, y si quiere aportar algo también puede hacerlo», fue concreto el paleontólogo.

El campamento, compuesto por una veintena de carpas y una suerte de comedor, tiene a un encargado de cocina que sorprendió a todos construyendo un horno de barro con sus propias manos. El muchacho, que en realidad es técnico paleontólogo, cocina allí panes y pizzas.

La dieta se extiende a estofados, guisos y asados, por supuesto. Ramón Vázquez, de la comunidad mapuche Paynemil, es quien más contribuye con el equipo de investigadores.

Vázquez facilita hielo y agua potable e incluso ha aportado un chivito que terminó dorado en el asador. Por las noches, durante cuatro o cinco horas, se pone a funcionar un grupo electrógeno que alcanza para dar luz a todo el campamento.

La gran bendición de esta campaña es el lago Los Barreales.

Allí, antes de almorzar y entrada la tarde, los integrantes del equipo Se zambullen no sólo para refrescarse. La misión no es sencilla: entre los últimos días de enero y los primeros de febrero hubieron días en que los termómetros pasaron sin reparo los 43 y los 44 grados.

«El lago está fantástico y hace más llevadero el trabajo», comentó Federico Poblete, un técnico de la universidad con varias campañas sobre los hombres. Como todos los veranos está en busca de dinosaurios este año Poblete decidió ir con su familia hasta Los Barreales.


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