Ser o no ser (contacto estrecho), esa es la cuestión

Facundo Cornejo *


Debemos modificar hábitos y costumbres, de manera tal que podamos mantener la distancia, higiene y protección en el desarrollo de nuestras tareas habituales.


Yo me venía cuidando, ando con el gel en la mochila… pero vio cómo es esto, una se relaja… era mi primo… qué se yo… ¿qué iba a saber que iba a dar positivo al día siguiente? La verdad que sí… estuvimos cerca, creo que tomamos unos mates…”. La respuesta -matizada con un llanto sincero- es la de una joven que ya se recuperó del covid, sin complicaciones, pero no sin molestias. Me contestó eso cuando la llamé para informarle que, según el relato del primo (hisopado positivo reciente), ella había sido categorizada como “contacto estrecho”. Ella desarrolló los molestos síntomas tres días más tarde. No contagió a nadie más. De ese racimo de contagiados, hay un familiar que aún permanece internado en cuidados intensivos.

Quienes realizamos las entrevistas epidemiológicas nos hemos cansado de escuchar relatos como ese. Se sabe que puede ocurrir… pero pareciera que le puede ocurrir “a otro/a”.

Recientemente, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que “se espera que la pandemia de coronavirus llegue a su fin en menos de dos años”. Si bien la expectativa por una vacuna parece más cercana en el tiempo, pareciera que vamos a tener que convivir con este virus por unos cuantos meses más.

Ello implica que vamos a tener que continuar mejorando nuestra respuesta social a fin de evitar los contagios. Los de toda la comunidad. Porque si bien la mayoría de los infectados pasa por el covid de manera similar a la joven de arriba, los contagios sostenidos aumentan la posibilidad de que sean contagiadas algunas personas que pueden sufrir gravemente la enfermedad. Ello acarreará más pacientes graves y más muertes evitables.

La cuarentena temprana en nuestro país y nuestras provincias permitió fortalecer los sistemas de salud y, seguramente, ha evitado miles de muertes. También permitió acumular conocimientos, que seguramente implicarán mejoras en los tratamientos y bajará así la tasa de letalidad.

Pero lo peor está lejos de haber pasado. El número de contagios y muertes está en guarismos récord.

Es difícil imaginar que, sin cambio alguno, la tasa de casos y muertes disminuya. Ello solo sucederá si logramos un distanciamiento social eficaz para evitar la propagación del virus, o cuando una sustancial proporción de la población se infecte (la ya famosa “inmunidad de rebaño”). Vale recalcar que esto último implicaría un estrés, sufrimiento y contagios del personal de salud -que en algunos casos ya está al límite- incalculables.

Siendo que estamos lejos de la segunda opción (aún desconocida en sus cifras exactas por otra parte), debemos centrarnos en la primera.

Volviendo al inicio entonces… ¿Cómo hacer para que nuestra comunidad aprehenda y haga propios los cuidados necesarios para “evitar ser contacto estrecho”? ¿Cómo hacer para vivir sin miedo, pero con la precaución permanente de mantener las normas recomendadas de distancia y protección solidarias? ¿Qué deberíamos haber hecho para que la joven del primer párrafo, no haya sido una enferma más de covid-19? ¿Cómo trabajamos comunicacionalmente esto?

Exceptuando las situaciones de convivencia (en las que mantener distancia es impracticable si no se está sobre aviso de ello), no transformarse en contacto estrecho es posible. Dejando en claro que las responsabilidades son individuales, institucionales, sociales y gubernamentales, enumeramos a continuación los siguientes puntos que podrían formar parte de un bosquejo de “manual para evitar ser contacto estrecho”:

1 – Tener acceso a información de calidad. La hay en las fuentes oficiales. Según las recomendaciones del Ministerio de Salud Nacional, se considerará como contacto estrecho a toda persona que haya proporcionado cuidados o haya permanecido a una distancia menor a 2 metros con un caso confirmado, mientras el mismo presentaba síntomas (o durante las 48 horas previas al inicio de los mismos), durante al menos 15 minutos, y sin las medidas de protección adecuadas.

También hay información valiosa en redes sociales, pero no siempre es sencillo separar paja de trigo, aun para ojos avezados.

2 – Tener posibilidades de recrear esa información y readecuarla a la cotidianeidad familiar, laboral y social. Como todo mensaje general, el mismo debe ser readecuado a las situaciones concretas en que habitan las personas, con sus particularidades culturales y comunitarias.

3 – Lograr la modificación de algunos hábitos y costumbres, de manera tal que podamos mantener la distancia, higiene y protección recomendadas durante el desarrollo de nuestras tareas habituales y en la vida social permitida en esta etapa.

4 – Y -quizá lo más dificultoso- mantener estos cambios en el tiempo.

Es posible vivir de una manera normal, y a la vez evitando ser contacto estrecho. Es necesario que aprendamos a “no ser contacto estrecho”. Porque la diferencia entre serlo o no, es la diferencia entre enfermarse o no; entre contagiar a un ser querido o no; entre ser o no un eslabón más de la cadena de contagios que pudiera terminar en alguna muerte; entre tener o no que permanecer 14 días en aislamiento estricto con la incertidumbre de desarrollar síntomas de covid.

A esta altura de la pandemia, nadie debería desconocer esto: “todos podemos no ser contactos estrechos”.

* Médico epidemiólogo. Salud Pública, Neuquén


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