Sin la cirugía que cambiaría su vida, busca a quienes pasan por lo mismo en Neuquén

Agustina convoca a otras jóvenes trans a organizarse para reclamar que se cumpla con la ley de identidad de género.

Aprieta. Duele. En el cuerpo, sí, y en el alma también. Las personas trans que no pueden acceder a las cirugías para adaptar su cuerpo viven una cotidianidad de la que poca gente es consciente y, mucho menos, puede imaginar. Por eso, un grupo de jóvenes mujeres trans se organizó para reclamar que en Neuquén se cumpla con una ley que está vigente desde el 2012. 

La famosa ley de identidad de género establece, en su artículo 11, el “derecho al libre desarrollo personal”. Garantiza el acceso a intervenciones quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos integrales hormonales, sin necesidad de autorizaciones judiciales ni administrativas. 

La normativa plantea que el trámite debe ser sencillo. La persona trans debe dar el consentimiento, su profesional de salud tiene que presentar el proyecto de cirugía y Salud pública disponer todo lo necesario para que se realice. Esta última tarea, en Neuquén, recae en el hospital Castro Rendón, el de mayor complejidad de la provincia.  

Sin embargo, las cirugías solo siguen siendo una necesidad postergada, aseguró Agustina Cisneros. La opción de que al proceso lo cubra una obra social es casi impensable. Primero, porque la que la mayoría de las personas trans no tienen acceso, y quienes sí lo tienen, deben esperar el tiempo de carencia para interponer un amparo y, de ser aceptado, que comience el largo proceso de la adaptación del cuerpo. 

Ante este panorama, Agustina decidió impulsar la organización de un grupo después de casi cuatro años de insistir en la operación.  

Si bien pudo comenzar con el tratamiento hormonal, la única respuesta que obtiene cuando pide la operación es que existe “una lista de espera”. Agustina afirmó que la misma es solo simbólica, un eufemismo que refleja a las muchas personas trans que están en su misma situación. 

La joven de 18 años contó a ella y a su mamá les han dicho que no hay profesionales capacitados. Agustina aseguró que la Provincia solo capacitó a un cirujano, quien renunció apenas regresó de hacer el curso en España, pero que hay otros dispuestos a tomar la tarea. 

Todos los obstáculos no hicieron que ella desista, sino que fue por más: “me gustaría tirarme a llorar, pero si yo no hago nada, si a mí no me escuchan, nadie va a hacer nada” 

Con este ímpetu, contactó a un cirujano de Santa Fe dispuesto viajar a Neuquén para realizar las cirugías y capacitar a sus colegas. Contó que, para que su propuesta de solución llegue a oídos del Gobierno, la presentó ante la Dirección Provincial de Diversidad. Ahora espera que se pueda concretar una reunión con el Ministerio de Salud, para dar más detalles y que su idea sea avalada. 

Mientras contó su trabajo por el tema, la joven repitió varias veces que no quiere victimizarse, pero necesita que se entienda lo que una persona trans vive cotidianamente, mientras espera la cirugía. 

Por ejemplo, el dolor que sufren con la ropa interior. Las mujeres usan las trucadoras, cuyo elástico se ajusta en las caderas y la tela ajustada lastima las piernas. Los varones usan fajas elásticas para las mamas, que aprietan todo el torso. “Imaginá cuando les viene y tienen todo inflamado, el dolor que es eso. O los días que hizo tanto calor, que tienen que ponerse una remera encima. A nosotras nos pasa con los corpiños con relleno”, detalló Agustina.  

Usar ropa interior que duele, por dar solo un ejemplo, limita los vínculos sociales y la movilidad, lo que termina influyendo en de múltiples formas, como la búsqueda de trabajo, la práctica de deportes o la formación educativa.  

Pensarlo desde un criterio estético está muy lejos de la realidad, más cuando se aborda el aspecto psicológico. Tener un cuerpo con el que una persona no se identifica “jode, trauma, frustra”, describió la joven. También dificulta el poder establecer vínculos sexoafectivos y una sexualidad sana. A esto hay que sumarle que mucha gente trans no tiene la contención de su familia. 

La sexóloga Cecilia Canzenetta, popularmente conocida como la «lic. Cecilia Ce», lo explica en su último libro, «Carnaval toda la vida». «Las personas trans no eligen sentirse así, no es un capricho, no es algo pasajero, no es ‘gusto para molestar a otros’. Las personas trans ponen el cuerpo a lo largo de toda su vida, se someten a tratamientos dolorosos durante su transición y padecen una altísima violencia social«. 

“Creo que el problema no es solo el desinterés del Estado, sino que no les toca de cerca. Si a la hija o el hijo de la ministra de Salud le hubiese pasado, ya estaría resuelto”, resumió Agustina. Quienes quieran sumarse al grupo o hacerle consultas pueden buscarla en Instagram como Galeana Agustina o en Facebook como Galeana Tobio, sino usar en las redes sociales los hashtags #Transargentina, #GaleanaAgustina o #ConsultaGaleana.


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