Cauquén, el ave migratoria que recorre 4.000 kilómetros, está amenazada en Patagonia, pero no en Malvinas
Fue considerada como una plaga en la década del 30, a raíz del reclamo de los productores. Pese a los intentos de su conservación, las poblaciones siguen siendo muy bajas.
El cauquén es un ave migratoria que puede recorrer hasta 4.000 kilómetros al año y se encuentra bajo amenaza, en peligro de extinción, solo en Argentina.
También llamada «avutardas» pertenece al grupo de los patos, cisnes y gansos que vive en gran parte de la Patagonia y sur de Buenos Aires.
Argentina cuenta con tres especies de cauquenes -el cauquén real, el cauquén colorado y el cauquén común- que están categorizadas como “amenazadas”. El colorado es la más comprometida por su bajo número poblacional que la pone “en peligro de extinción”.
Estas aves se reproducen y crían sus pichones en la parte más austral de la Patagonia Argentina y Chilena. “Luego, migran hacia el norte de Patagonia y sur de la provincia de Buenos Aires durante abril y mayo para pasar el invierno. Finalizada la temporada invernal, en agosto y septiembre, emprenden el viaje de regreso a sus áreas de reproducción«, especificó Laura Agüero, investigadora del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (Cesimar).

Lo llamativo es que solo Argentina categorizó a esta especie bajo amenaza. A partir de una evaluación global, la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) determinó que el cauquén colorado también está en Islas Malvinas, aunque allí la población es bastante grande y no registra inconvenientes como en el continente.
El problema se retrotrae a 1930 cuando el gobierno nacional declaró a los cauquenes como «una plaga», a partir del reclamo de los productores de trigo en Buenos Aires y La Pampa. «Sucede que el cauquén llegaba a la zona de invernada cuando el trigo estaba creciendo y recién era una plántula. Los dueños de los campos creían que semejante cantidad de bichos se comían las plantas y eran una amenaza para la producción», contó. Lo cierto, subrayó, es que este planteo no tenía un sustento científico.
«Comer se las comía. Se los suele ver comiendo pastos tiernos. De hecho, el nombre de esta especie significa que ‘come pasto’. Pero no había argumentos científicos para decir que llegaban a afectar la producción de trigo«, acotó. De todas formas, las autoridades lo declararon plaga nacional y habilitaron a los propietarios de los campos a cazarlos y a ahuyentarlos con avionetas, provocándoles una gran fatiga, y en algunos casos, la muerte.

«Este ave no puede despegar vuelo desde el agua como otras aves marinas. Entonces, terminaba muriendo de a bandadas. Por otro lado, nidifican al sur de la Patagonia y se permitió destruir los nidos. En suma, la presión sobre la especie fue muy grande y la población disminuyó«, comentó Agüero.
Ante esta situación, ya en los años 60, el foco se puso en investigar el reclamo de los productores en torno al impacto de estas aves sobre la producción de trigo y se concluyó en que no había un efecto significativo. «Sucede que, aún al día de hoy, a la gente le cuesta entender que las aves no afectan sustancialmente sus producciones. Entonces, como grupo científico debimos enfrentar otro desafío: el productor no quiere aves en su campo, pero el ave sigue su naturaleza», advirtió.
Se buscó una opción que no fuera nociva para las aves y, a la vez, dejara tranquilos a los productores. Las técnicas sonoras de ahuyentamiento, por ejemplo, no afecta a los animales y promueven su traslado de un lugar a otro. «Se trabajó muchos años con los productores a fin de concientizarlos de que somos un ecosistema y debemos convivir, más allá de los procesos productivos. Debe haber un equilibrio con la fauna silvestre. Se dan charlas en las escuelas para que los chicos trasladen esa información a sus casas», recalcó Agüero, pero advirtió que «el proceso es muy paulatino. De hecho, la población de cauquenes colorados ronda los 500 y 700 individuos. Está estable, pero el número aún es muy bajo».

En Patagonia, en cambio, prevalecen las producciones de hortalizas. La investigadora aseguró que «si bien en el Valle, se mantiene el mito de que las aves pisotean el suelo, los productores se sienten más tranquilos y ahuyentan a los cauquenes con perros. Nunca hubo grandes matanzas. De hecho, los cotos de caza se retiraron».
Aves que recorren miles de kilómetros
Los cauquenes se reproducen en el sur de la Patagonia chilena y argentina entre abril y mayo. Luego, empiezan el recorrido a la zona de invernada al sur de la provincia de Buenos Aires y La Pampa. Son 2000 kilómetros. Pero en septiembre, regresan a la Patagonia, repitiendo otros 2000 kilómetros.
Si bien están asociados a cuerpos de agua, no son aves marinas; de modo que necesitan un mínimo carreteo para volar. «Durante su ruta migratoria, eligen explanadas donde se acumula agua y crece pasto tierno para comer y descansar. En la bandada, cada uno cumple un rol: mientras unos comen, otros descansan y otros están más alerta. Al buscar lugares planos, tienen mayor visibilidad frente a cualquier disturbio«, señaló.

Capturas para investigar el estado de salud
Tiempo atrás, el Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos se propuso capturar individuos para evaluar su estado de salud, a través de hisopados. «Se busca conocer, por ejemplo, si hay efectos de pesticidas. Los cauquenes son además un grupo portador de Influenza Aviar. Queremos estar atentos para que, en caso de un brote, no nos agarre desprevenidos», precisó.
Pero aclaró que para capturar estas aves, requieren permisos de Nación, Provincia, Turismo y Parques Nacionales. «Es muy engorroso. Logramos uno pero se vence al conseguir el segundo. Lo ideal sería optimizar y agilizar la articulación entre entidades y cuerpos científicos», consideró.
Agüero resaltó un estudio de las heces de estas aves que se lleva adelante en la provincia de Buenos Aires: «Uno tiene en mente la caca del pajarito, como un líquido blanco, corrosivo y ácido. En este caso, al comer pasto, lo que se digiere es poco y lo defecan. Es como una especie de chorizitos de pasto verde y se cree que puede aportar carbono y nitrógeno al suelo evitando la degradación«.

El cauquén es un ave migratoria que puede recorrer hasta 4.000 kilómetros al año y se encuentra bajo amenaza, en peligro de extinción, solo en Argentina.
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