Donó sangre por su abuela y no paró más: el compromiso de un donante regular en Neuquén

Jonatan es portero en una escuela, vive en Centenario y dona sangre y plaquetas con la misma dedicación con la que recibe a las infancias cada mañana. Esta es su historia.

Jonatan Hueitra vive en Centenario y es auxiliar de servicio en la Escuela Primaria 358. Todos los días recibe a los chicos y chicas con una sonrisa y lleva adelante su trabajo como portero con dedicación. Pero hay algo más que hace de manera regular y con casi la misma constancia que cumple con su jornada laboral: donar sangre y plaquetas.

Todo empezó en la pandemia, con un gesto de amor hacia su abuela. “Ella necesitaba sangre porque le iban a poner un marcapasos. Para la operación pedían cinco donadores, así que me acerqué a donar a Neuquén”, contó.

No fue una buena primera experiencia: “Se me bajó la presión, estuve descompuesto. Pero igual pude donar sangre, y me atendieron muy bien en la clínica”, Recordó. Ese día su visión cambió y aquella necesidad la transformó en una costumbre.

«Empecé a hacerlo más seguido, ya de manera voluntaria. Empecé a donar en el Hospital Castro Rendón donde siempre me trataron con mucha amabilidad”, manifestó. Aunque su abuela ya falleció, esa primera donación lo transformó: “Vi lo importante que era donar sangre y ahora si puedo ayudar, no tengo problema”.

En los feriados o fines de semana largo, cuando hay más accidentes y menos donantes, suelen llamarlo. Como el 30 de abril pasado. “Me ofrecieron ir el 1 de mayo, que era feriado, y les dije que sí. Yo ya había organizado mi jornada para eso. Fui sin problema. Ellos sí trabajan esos días porque saben que es cuando más se necesita”.

Pero Jonatan no se quedó solo con la sangre. Empezó a leer, a preguntar, a interesarse. “Mirando publicidades, escuché sobre la donación de plaquetas. Me explicaron que es una parte de la sangre que se saca con una máquina: te sacan medio litro de sangre, extraen las plaquetas y te vuelven a ingresar la sangre. Me llamó la atención y me anoté”. Hoy es donante exclusivo de plaquetas.

Esa exclusividad tiene una razón: hay pocos donantes. “El 90% de quienes donan plaquetas son hombres, porque la mayoría de las mujeres no puede. Y muchos hombres no quieren porque hay que estar una hora donando y a veces pasa que la aguja puede dar miedo”, explicó.

A pesar de ser un procedimiento más largo, tiene una ventaja: se puede donar hasta 24 veces al año, a diferencia de la sangre, que los hombres pueden donar solo cuatro veces y las mujeres tres.

Donar plaquetas también tiene su ritual. A la hora de donar, no hace falta ayunar. “Piden que vayas desayunado, sin lácteos», contó. «Es muy importante comer algo antes de donar».

Jonatan llega al hospital, pasa por el médico donde le hacen los controles y después del visto bueno ingresa a la sala de donación. Allí lo conectan a la máquina. «Es una sola aguja, te saca y te vuelve a ingresar la sangre. Eso se hace cuatro veces y tarda una hora», relató.

En ese tiempo, el portero conversa con las enfermeras «que siempre atienden de la mejor manera, siempre felices». Si no, usa el celular o, cuando hay poca gente, le permiten el ingreso a su esposa y le hace compañía. Ella lo acompaña religiosamente y es un pilar fundamental en el proceso de donación.

Después viene el premio: “Te dan un refrigerio, podés tomar un té o un café. Las enfermeras te agradecen y siempre están de buen humor”, destacó Jonatan. El trato del personal es uno de los motivos por los cuales elige el hospital público para donar.

Hoy, el portero de la escuela primaria rememora su motivación inicial de ayudar a su abuela, pero también recuerda que ese gesto lo transformó: “En el hospital leí un cartel que decía ‘doná sangre, doná vida’. Me quedó grabado. Porque es eso: no estás donando sangre, estás dando vida».

Jonatan lo hace también por eso, por convicción y por conciencia: “Nuestro sistema de salud es gratuito, pero si no hubiera donantes voluntarios, no habría sangre ni plaquetas. Si más personas lo hicieran, el sistema funcionaría mucho mejor”.


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