La historia detrás de las ballenas sei del golfo San Jorge: una joya de biodiversidad a nivel mundial
Una década de estudios científicos permitió dimensionar la presencia masiva de la especie. Un documental muestra cómo el conocimiento que llega a la sociedad puede transformar la relación con el mar patagónico.
La presencia masiva de ballenas sei frente a las costas del sur de Chubut ya no es una novedad aislada ni una imagen excepcional. Es el resultado de años de observación, investigación y trabajo articulado entre ciencia, Estado y comunidad. Hoy, el golfo San Jorge es reconocido como una de las principales áreas de alimentación de esta especie a nivel mundial, con una población estimada de más de 2.500 ejemplares durante el pico de la temporada estival.
Ballenas Sei: Más de diez años de estudio en Chubut
“Esto no apareció de un día para otro. Lo que cambió es nuestra capacidad de mirar, registrar y sostener una investigación en el tiempo”, resume el biólogo del Conicet Mariano Coscarella, quien desde hace casi una década lidera los estudios sobre la ballena sei en la región.
Durante los relevamientos aéreos realizados en los años 90, el equipo del que formaba parte Coscarella no había detectado rorcuales en el golfo. “En esa época no vimos ballenas sei. No porque no existieran, sino porque son animales oceánicos, difíciles de observar y muy costosos de estudiar”, explica. Recién a partir de 2009 comenzaron los primeros reportes esporádicos desde Punta Marqués, una pequeña área protegida al sur de Rada Tilly.
El punto de inflexión llegó en 2017. “Cuando fuimos al lugar y desde el acantilado contamos entre 70 y 100 ballenas en un solo día, entendimos que no estábamos ante algo ocasional”, recuerda. A partir de allí se puso en marcha un proyecto de investigación formal, con participación de la Universidad Nacional de la Patagonia, becarios, investigadores y técnicos del Proyecto Cetáceos del golfo San Jorge.
El trabajo continuó incluso durante la pandemia y permitió responder preguntas clave: qué especie era, cuándo llegaba, para qué utilizaba el área y cómo se movía dentro del golfo. El uso de rastreadores satelitales fue decisivo. “No sabíamos si se quedaban cerca de la costa o si se dispersaban mar adentro. Hoy sabemos que usan esta zona principalmente para alimentarse”, señala Coscarella. En verano, el golfo concentra grandes cantidades de pequeños crustáceos que constituyen la base de su dieta.
La reproducción ocurre lejos de allí. Uno de los ejemplares monitoreados este año migró hasta el sur de Brasil, lo que refuerza la necesidad de pensar la conservación a escala regional. “Las ballenas no reconocen fronteras. Si las protegemos solo donde las vemos, la protección queda incompleta”, advierte.
Una síntesis para la sociedad: Sei, la ballena desconocida
El documental realizado por Jumara Films en colaboración con National Geographic Pristine Seas no presenta un descubrimiento reciente, sino la consolidación de un proceso científico. La producción recoge años de trabajo de campo, datos satelitales e imágenes inéditas de la ballena sei alimentándose cerca de la costa patagónica.
La iniciativa contó con el apoyo de la Fundación Azara y de Pan American Energy, y está pensada como una herramienta de divulgación. Con una duración aproximada de 30 minutos, el film apunta a circuitos educativos, funciones especiales y festivales.
“No queríamos un documental solo para especialistas o para ver en casa. Está pensado para escuelas, para comunidades, para que la gente entienda qué pasa en su propio territorio”, explica Coscarella. En ese sentido, el audiovisual funciona como un puente entre la ciencia y la sociedad, y como un respaldo visual al conocimiento producido localmente.
Para Coscarella, lo que ocurre en el golfo San Jorge también interpela la forma en que se piensa el conocimiento. “A veces uno puede pasar años buscando algo y no encontrarlo, pero si no mirás, seguro no lo vas a ver”, reflexiona. En ese ejercicio de observar, registrar y volver a mirar, la ciencia logró hacer visible una parte del mar patagónico que siempre estuvo ahí, pero que recién ahora empieza a comprenderse.
Ballena sei: Ciencia con impacto social
El impacto del trabajo científico se refleja en decisiones concretas. A partir de la información generada por el proyecto, el área protegida de Punta Marqués pasó de resguardar apenas 500 metros alrededor de una lobería a proteger unas 10.000 hectáreas marinas. Además, la ballena sei fue declarada Monumento Natural en Chubut, el máximo nivel de protección provincial.
“Eso es ciencia transformándose en política pública”, afirma Coscarella. “No trabajamos aislados. Vivimos en este territorio y pensamos cómo el conocimiento puede servir para cuidarlo y también para generar alternativas de desarrollo”.
Desde 2021, el equipo científico trabaja junto a municipios y prestadores locales en el diseño de un modelo de avistaje responsable, con protocolos específicos para minimizar el impacto sobre los animales. En una región históricamente vinculada a la actividad petrolera, el investigador propone ampliar la mirada: “El golfo San Jorge no es solo una cuenca productiva. También puede ser un espacio de conservación y turismo de naturaleza, si se hace con reglas claras”.
«Sei, la ballena desconocida»: el documental
La producción original fue realizada en colaboración con National Geographic Pristine Seas, un proyecto internacional dedicado a la conservación de los océanos. La dirección y producción estuvo a cargo de Juan María Raggio y Mariano Fernández, mientras que la producción ejecutiva recayó en Enric Sala y Scott Ressler.
El trabajo audiovisual contó con un amplio equipo de cinematógrafos integrado por Cristian Dimitrius, Matías Lago, Diego Cabanas, Daniel Lucchetti, Mariano Rodríguez, junto a los propios directores. La edición fue realizada por Carlos M. Cambariere. El rodaje se desarrolló en escenarios clave del litoral patagónico, como el Golfo San Jorge, Comodoro Rivadavia y Rada Tilly, en la provincia de Chubut.
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