La micosenda que invita a conocer todo tipo de hongos en el oeste de Chubut

Se trata de una senda turística de 2,5 kilómetros en una comunidad rural de Alto Río Percy, a 15 kilómetros de Esquel.

Una nueva micosenda turística de 2,5 kilómetros fue inaugurada en Alto Río Percy, en el predio del establecimiento La Laurita, una comunidad rural ubicada a 15 kilómetros de Esquel. El recorrido transcurre por un bosque de ñire y lenga, un camino accesible. 

«La reserva natural urbana La Zeta es un espacio natural muy visitado por la comunidad de Esquel. Continuando un poco más, se llega al río Percy. Se trata de un predio con una fuerte historia leñatera ya que de esa zona provenía la leña para calefaccionar a Esquel. La senda recupera, de alguna manera, esa historia», describió Carolina Barroetaveña, investigadora del Conicet en el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (Ciefap), al tiempo que recordó que muchos de los pobladores trasladaban la madera en carros que, a su vez eran acarreados por bueyes.

Otra investigadora Belén Pidain indicó: «En esa senda se intenta unir el disfrute del ambiente con la observación de diferentes hongos que podemos encontrar en el bosque nativo. La senda propone conversar, indagar sobre la relación del hongo con la madera. Prevalece la diversidad de hongos y se puede asociar con los diversos roles a lo largo de la historia».

El bosque andino patagónico, en general, tiene una gran riqueza de hongos que se pueden apreciar a simple vista; muchos otros son microscópicos. Hay diversas especies en otoño y primavera que ofrecen distintas variedades de forma y colores. Hongos silvestres, de uso medicinal, industrial, para bioprocesos, hongos patógenos, comestibles. «Se trata de poder observar y entender estos organismos en el bosque con un trekking. Río Negro cuenta con dos micosendas en el bosque Llao Llao y en la comuna de El Manso. De esta forma se intenta visibilizar el mundo de los hongos, que los conozcan y se los interprete», indicó Barroetaveña que, al igual que su colega es profesora en la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco.

La micosenda tiene 2,5 kilómetros. Foto: gentileza

Se colocó cartelería interpretativa diseñada particularmente para el lugar. La idea es que las personas del predio o los prestadores turísticos puedan sumar esta propuesta entre los visitantes.

A lo largo de la senda se pueden apreciar hongos que degradan la madera, otros patógenos como el caso de Llao Llao y hongos microrrízicos -asociados a las raíces de las plantas-. «Podemos encontar varias especies como el ‘sombrerito violeta’, o ‘la cola de pavo’ que tiene muchas propiedades medicinales. Incluso hongos que crecen arriba de estiércol. El otoño es más rico en cuanto a la diversidad, pero en primavera aparecen hongos comestibles llamativos como el Llao Lao o la morchella. Cuando aparece el Llao Llao, los árboles están totalmente colonizados con este hongo bonito de color naranja», describió Pidain.

La idea que se gestó en una escuela

El proyecto intenta vincular a los investigadores con los referentes de las comunidades locales, a través del intercambio de experiencias y conocimientos para poner en valor tanto el entorno natural y el patrimonio cultural de este lugar, ligado a la historia de los leñateros cordilleranos.

La propuesta tomó un impulso significativo de la mano de un profesor de la Escuela 188 de Alto Río Percy, con quien se inició un trabajo dedicado a la creación de un laboratorio escolar para el estudio y la producción de hongos. Poco después, los científicos del Ciefap, junto a prestadores turísticos locales como la gente de «Huellas de Carrero», dieron forma definitiva a la idea.

La micosenda tiene 2,5 kilómetros. Foto: gentileza

«El motor fundamental de la iniciativa fue el anhelo de involucrar especialmente a los más jóvenes, brindándoles la oportunidad de desarrollar emprendimientos y generar recursos para construir su futuro en su propio lugar. De esta manera, se ha promovido un aprendizaje comunitario e intergeneracional sobre los recursos naturales de la zona, incluyendo la diversidad de plantas y de hongos«, plantearon.

Las hermanas Mirna y Fabiana Diaz Manosalva, integrantes de la comunidad rural, impulsaron la materialización de la micosenda y días atrás, participaron en la capacitación «Buenas prácticas para un turismo rural sostenible», impartida por la Red Latinoamericana de Bosque Modelo y la Unidad de Educación en Agroturismo. Este espacio de aprendizaje e intercambio les brindó mayores herramientas para contextualizar el proyecto.

Sobre la propuesta, Mirna destacó que «el sendero une la historia del lugar, la valiosa experiencia de sus habitantes y el fascinante mundo de los hongos. Además establece un vínculo directo con el trabajo en el bosque, como la extracción responsable de leña llevada a cabo por los carreros, la rica cultura local y la exquisita gastronomía de la región».

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