La veda de conexiones de gas, drama irresuelto para Bariloche y la región cordillerana

La zona cordillerana lleva 20 meses sin incorporar clientes a la red. Las complicaciones crecen para los usuarios, que pagan entre cinco y diez veces más por otros sistemas de calefacción.

El congelamiento de permisos para incorporar nuevos clientes a la red de gas natural en la región cordillerana lleva ya 20 meses y anticipa un nuevo invierno plagado de dificultades para los miles de potenciales usuarios, que deben apelar a otras alternativas para procurarse calefacción, agua caliente y para cocinar los alimentos.

Esa imposición altera la cotidianidad de las familias que esperan por las obras inconclusas en el sistema de transporte que trae el fluido a Bariloche, El Bolsón y otras localidades del oeste neuquino y chubutense.

Las gestiones y reclamos para destrabar la veda hasta ahora resultaron inútiles y ni siquiera surtió efecto el amparo presentado hace más de un año en la Justicia Federal. Esa acción tiene a la empresa Camuzzi como principal apuntada, pero con el Estado nacional como “corresponsable”, según lo decidido por el juez Gustavo Villanueva, que nunca fue más allá ni resolvió “la cuestión de fondo”.

Las penurias de los usuarios en espera se multiplican día a día y la inquietud es mayor todavía cuando todos asumen que los espera a la vuelta de la esquina otro invierno sin gas natural. Para muchos, el tercero en serie.

Suplir ese servicio con leña, electricidad y gas envasado resulta entre cinco y diez veces más caro. Las estrategias para hacer frente al sobrecosto son de lo más variadas. Pablo Kaferzicki vive con su familia en Dina Huapi, en una casa que construyeron con toda la ilusión, que estrenaron el año pasado y que incluye una “inversión gigante” en una caldera central que no pueden usar.

La decisión que tomaron es concentrarse por ahora en la planta baja del inmueble y dejar las habitaciones superiores desocupadas, porque no las pueden calefaccionar. Es decir, que para ahorrar usan media casa.

Otros juntan leña donde pueden, aunque sea de mala calidad, porque los precios se dispararon, los fletes también, y es imposible abastecerse solo en las leñeras. Lo mismo ocurre con la cotizada garrafa de diez kilos, que con la devaluación y las medidas desregulatorias impuestas por el actual gobierno se fue 10.500 pesos, el doble de lo que costaba en diciembre.

Camila Bendersky también pudo construir su casa con gran esfuerzo en el barrio Entre Cerros, cerca del lago Gutiérrez, donde vive con su pareja y dos hijos pequeños. Dijo que el caño de gas pasa por la puerta de su casa, pero no puede conectarse porque Camuzzi le niega la “factibilidad”.

Aseguró que el último invierno para ellos fue “durísimo”, porque se calefaccionan a leña, y la logística de ese insumo no es fácil de manejar porque “está siempre húmeda, se acaba en el peor momento y hay que cargar la estufa todo el tiempo para tener una temperatura tolerable”. El resultado es que ella y los suyos se acostumbraron a vivir arropados con camperas aun dentro de la casa.

Bendersky dijo que a valores del año pasado gastaba entre 30 mil y 40 mil pesos mensuales de leña, a lo que debía agregar cuentas de luz de 12.000 pesos (porque usaban como refuerzo una estufa eléctrica), más una garrafa por semana para cocinar.

Complicaciones acumuladas

Otros testimonios son igual de contundentes. Con la casa estrenada antes del último invierno, en el barrio Dos Valles, Eric Guerrero y su familia tuvieron que asumir que las estufas para gas natural y toda la instalación que había realizado con ese fin quedaría ociosa sin plazos. Sin pensarlo mucho, corrieron a comprar una estufa a leña y varias eléctricas para procurarse calefacción.

Comprobaron además lo complejo que es manejarse con garrafas, no solo por el costo, sino porque “se acaban siempre en el peor momento”. Los demandantes de garrafas enfrentan también la dificultad extra de conseguir envases vacíos para iniciar la rotación. Son cada vez más escasos y cuestan no menos de 50 mil pesos. Igual o más difícil es hacerse de un cilindro de gas de 45 kilos, cuya recarga hoy no se consigue por menos de 58.000 pesos. Hace un año costaba 11.000.

“Ya estamos resignados a pasar otro invierno sin gas, hay que tomar un montón de recaudos para mantener la casa caliente y los valores son altísimos”, se quejó Guerrero. En su caso la situación se agrava por la fuerte inversión realizada en una instalación apta para gas natural que por ahora no puede usar. Explicó que mientras hacía su casa presentó los papeles requeridos en Camuzzi y nadie le advirtió que no podría acceder a la conexión de gas. “No sé por qué no avisan con mayor claridad. Ahora te dicen que esto va a seguir así, y sin plazos”, se lamentó.

Los vecinos de sus dos laterales tienen gas, pero Guerrero no llegó a tiempo. Insistió en que tienen la obra hecha y todo presentado, pero Camuzzi les dice que no.

Su drama es el de muchos que construyen sus viviendas, con la inversión necesaria para instalar gas, incluidos calefactores o calderas, a un costo de que se mide en millones de pesos.

La gasista matriculada Patricia Carriqueo dijo que “la gente de bajos recursos, si está haciendo su casita, posterga esa inversión”, pero ella y sus pares no han dejado de trabajar porque “los de clase media y media alta no. La hacen igual, aunque lo les sirva en lo inmediato, para no tener que romper la casa después”. Igual etre estos últimos no faltan los arrepentidos, porque los plazos para recibir el ansiado gas de red se estiran mucho más de lo pensado.

Para Pablo Kaferzycki “todo es muy ilógico” y la única forma de acercarse a una posible solución es hacerlo público. “Por eso nos juntamos y por eso tratamos de que se difunda por todos los medios nuestra lucha -argumentó-. Tener gas de red no es un privilegio ni un lujo, es un derecho. Vivimos en una zona muy difícil”.


La larga saga de «los compresores»


La suspensión de nuevas “factibilidades” comenzó en julio de 2022. Ya entre 2014 y 2019 hubo un bloqueo similar, que se resolvió con la ampliación del sistema de gasoductos Cordillerano-Patagónico. Pero la apertura duró unos pocos años, porque la inversión nunca se completó.

Ya estamos resignados a pasar otro invierno sin gas, hay que tomar un montón de recaudos para mantener la casa caliente y los valores son altísimos. Dicen que esto va a seguir así, y sin plazos.

Eric Guerrero, vecino del barrio Dos Valles, de Bariloche.

Desde entonces, en las pesadillas de los miles de aspirantes frustrados a acceder al servicio se repite la palabra “compresores”. Esto en razón de que el emplazamiento de un compresor de gas en el pueblo chubutense de Gobernador Costa y otros dos en Río Senguerr son las obras que faltan -según dicen y repiten los funcionarios- para potenciar la presión en los caños y atender la demanda postergada.

La veda impuesta por Camuzzi tardó en levantar polvareda. Los gobiernos municipales y provinciales no se hicieron eco de inmediato del problema que enfrentaban los usuarios domiciliarios a quienes se les negaba el gas, e incluso los emprendimientos comerciales e industriales, enfrentados a la misma limitación.

La reacción de algunos frentistas defraudados fue organizarse en cadenas de correos o de Whatsapp por la que circulaba la poca información disponible. Con ellos se puso en contacto la organización de defensa del consumidor Codec, que en diciembre presentó un amparo colectivo para exigir soluciones.

Los equipos para instalar en Chubut están comprados pero la obra civil, que llegó a tener contrato y empresa ejecutora, nunca se materializó.

Durante la presidencia de Alberto Fernández no hubo avance alguno del gobierno nacional para ejecutar la obra, que representa no más del 2% de la inversión completa iniciada hace casi una década con la ampliación de los gasoductos. Desde que asumió Milei, hubo menos señales todavía, salvo la liberación de tarifas, con lo cual algunos se ilusionaron frente a la posibilidad de que Camuzzi asuma la inversión por su cuenta.

También las provincias evaluaron esa posibilidad y hay una promesa firme del gobernador de Chubut, Ignacio Torres, para instalar al menos uno de los compresores con recursos propios.

El presidente de Codec, Pablo Chamatrópulos, dijo que la mayor responsabilidad es de Camuzzi “por más que haya quedado eximida de las inversiones cuando no le daban tarifa”, pero también cargó contra la Justicia Federal. Criticó que el juez a cargo “se tome casi dos años para definir un amparo, cuando hay 15.000 damnificados”. Dijo que “la omnicomprensión de los derechos del consumidor” todavía está en una etapa muy primaria en el país y “es momento de señalar lo que está pasando”.

La recarga de un cilindro de gas de 45 kilos hoy no se consigue por menos de 58.000 pesos. Hace un año esa renovación costaba 11.000 pesos.


Las explicaciones de la empresa distribuidora


Gasistas admiten que no habrá respuestas antes del invierno.

La aparición del temido sello de “factibilidad condicionada” que Camuzzi empezó a estampar en los expedientes de obras domiciliarias en julio de 2022 con acuerdo del organismo regulador se justifica en la escasez de gas para satisfacer la demanda global.

En realidad, la explicación es que el volumen del combustible que llega a la región alcanzaría para atender el servicio a los clientes actuales y los nuevos que hoy están en espera durante buena parte del año. Pero el sistema colapsaría en los momentos más fríos del invierno.

Es decir que la sobredemanda que se produce no más de 10 ó 15 días al año, es motivo suficiente para negar nuevas conexiones. De otro modo podrían ocurrir cortes o caídas de presión que la empresa tiene prohibidas por contrato, a riesgo de sufrir fuertes sanciones.

El responsable de relaciones institucionales de Camuzzi, Rodrigo Espinosa, dijo que “en los hechos la competencia y la responsabilidad de la obra de los compresores es del Estado nacional, el comitente que licitó la obra”. En un principio la gestión estuvo a cargo de la secretaría de Energía y luego pasó a la empresa Enarsa.

Espinosa dijo que “los gasistas matriculados ya saben” que las factibilidades quedaron frenadas y algunos “avanzan con los trámites hasta cierto punto”, pero deben esperar por la inspección final y la conexión al servicio. Confirmó que, a pesar de la impaciencia de muchos, “no hay posibilidad de dar respuestas antes del invierno”.

Consultado sobre la cantidad de potenciales usuarios en espera, dijo que los trámites en espera que acumula la empresa son unos 2.600 en Bariloche y toda la región, pero “el universo de demandantes debe ser bastante mayor”, porque muchos saben de la restricción y ni siquiera realizan la obra ni presentan papeles, mientras no se liberen los ingresos.

Los propios solicitantes hablan de 15.000 potenciales usuarios, 5.000 de ellos en Bariloche, muchos de los cuales tienen el gas que pasa por sus veredas. La gasista Carriqueo dijo que Camuzzi incluso tiene cortadas las “ampliaciones”, es decir las extensiones para nuevos artefactos dentro de un inmueble con medidor ya habilitado.


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