Llevar salud a la trashumancia: un trabajo comunitario del norte de Neuquén que llegó a Brasil
Un equipo interdisciplinario recorrió la cordillera para brindar atención a familias trashumantes, una practica que se realiza todos los años. Este trabajo fue reconocido en un congreso en Brasil.
Cada año, cuando las familias trashumantes del norte de Neuquén parten hacia la veranada con sus animales, un equipo de salud del puesto sanitario local organiza un operativo que combina logística, activismo y vocación. Se trata de una odisea marcada por recorridos territoriales y visitas indispensables a las personas que viven en los puestos más alejados de la urbanidad. Una labor destacable que llegó hasta Brasil para ser contada.
La práctica comenzó años atrás, en 2017. Si bien antes de ese año solían realizarse visitas sanitarias, siempre se llevaban a cabo en la invernada. Pero las y los profesionales encontraron una necesidad indispensable: la de llevar su trabajo a otros puestos de la veranada.
Comenzó impulsada por aquellos que atendían en el terreno con sus propios medios. “Antes los doctores, por amor y por cariño y todos querían llegar a estos lugares, lo hacían ad honorem”, contó la agente sanitaria que participó del trabajo, Valeria Villamonte. Con el paso del tiempo, el objetivo fue institucionalizar esa tarea.
La atención en febrero de este 2025 fue de la comunidad trashumante de Chorriaca, que se moviliza de manera distinta a otras del norte neuquino: viajan juntos, unas 30 familias, y se instalan en zonas de veranada como el Cajón de Hualcupen y Riscos Negros. Allí permanecen desde diciembre hasta marzo o abril.
“Muchos no cuentan con el seguimiento sanitario. Hay un montón de pacientes que no pueden tener un contacto con el sistema público de salud porque están trabajando, es el sustento económico que tienen ellos”, señaló Valeria.
Su compañera, la odontóloga Paula Acevedo, dijo que emprendieron viaje hacia la veranada. «Nos trasladamos con comida para cuatro días y contamos con la organización del lonko que nos brinda un salón comunitario», señaló. Allí comieron y durmieron durante este viaje.
En esta oportunidad el equipo estuvo conformado por más profesionales: las médicas generales Paloma Trebliner y Fiorenza Pugliese, Julieta Belén Chacoma, epidemióloga, Paula Gutiérrez, médica de familia, Miriam Kilapi, agente sanitaria, Mónica Viviana Kilapi, enfermera, y David Sebastián Meles, médico de familia.
Al llegar al salón se dividieron en dos grupos, cada uno destinado a los dos lugares donde se encontraba la comunidad. Valeria y Paula viajaron juntas al Cajón de Hualcupén. «Nos tocó ir en el grupo de caminata, así que caminamos un montón, casi diez kilómetros ida y vuelta», dijo la agente sanitaria. «Había partes que yo conocía, así que seguí mi instinto y llegamos por suerte a la familia que teníamos como objetivo”, agregó.
En cada visita, el equipo lleva historias clínicas en papel, porque en la zona no hay conectividad. “Conocemos a la población, vemos patología, medicación, vacunas que faltan, cuestiones sociales, hasta gente que sufre violencia de género o personas con discapacidades”, contó Valeria.
También se detectan casos, se aplican vacunas, se controlan pacientes crónicos y se entregan órdenes para estudios y análisis que podrán hacerse al regreso a la zona urbana. “Nos organizamos para después, a la vuelta de la veranada, poder gestionar y llevarlos al hospital”.
Por su parte, la odontóloga detalló que su caso está más avocado a la prevención. «Hablamos del cepillado, cepillado con flúor, se entregan cepillos y se hacen juegos con los niños», relató. Aunque no niega que alguna vez debió hacer una extracción en medio de la montaña. «Me ha pasado alguna vez de tener que hacer alguna extracción de repente, porque son necesidades que surgen y el dolor de muela es incapacitante. Entonces tuve que sacar muelas en medio de la cordillera», narró.
Sin embargo, esta visita va más allá de la atención sanitaria. «Lo que se genera, sobre todo, es algo más vincular», manifestó. «De repente nos están esperando, ponen sillas afuera para que nosotras nos sentemos. Compartimos unos mates, nos convidan tortas fritas, mote… Nos dan a disposición todo», agregó. «La verdad que es muy enriquecedor, no solo en lo asistencial, sino en lo que se genera con la gente», expresó.
Este año innovaron en la modalidad de atención: “Preguntamos en la comunidad si les sirve que armemos el consultorio en el salón comunitario y ellos se acerquen… se genera algo lindo y otras personas prefieren la visita a la casa, así que la idea es ir construyendo esto, que sea más acordado entre la comunidad y nosotras”.
Después de algunos meses, parte del equipo viajó a Río de Janeiro para exponer su trabajo llamado: “Relatos de Veranadas: La Trashumancia como modo de vida en la Patagonia Argentina” en el XVIII Congreso Latinoamericano de Medicina Social y Salud Colectiva.
Valeria comentó: «De parte del hospital no tuvimos casi apoyo para el viaje. Sobre todo por los permisos de los días». Paula recordó: “Hicimos rifas para costear algunos gastos. Valeria hasta vendió empanadas para por viajar. La gestión del viaje, pasaje, alojamiento, la inscripción al Congreso, todo fue por nuestra parte», agregó.
«Nosotros intentamos darle toda la importancia posible porque nosotras postulamos nuestro trabajo y fue seleccionado. En un congreso de tal magnitud es realmente importante y quiere decir que nuestro trabajo es pionero», remarcó. Destacó que el reconocimiento llegó también de las autoridades de salud: “Allá nos encontramos con la Subsecretaria de Salud y se mostró muy abierta a la escucha”.
Para Valeria, la experiencia en Brasil tuvo un valor doble: permitió mostrar un modelo de atención que reconoce la cultura y el territorio. “La temática tiene que ver con una salud social y colectiva para pueblos más marginados, para pueblos invisibilizados… y la comunidad justamente es uno de estos pueblos”, explicó.
Así, esta gran tarea no solo visibilizó la importancia de la trashumancia como práctica cultural y económica, sino que también invita a reflexionar sobre las dinámicas de trabajo en los sistemas de salud.
«Lo que nos movilizó, aparte de trabajar en este en esta tarea que es tan importante, es que gran parte del equipo que viajó participa en la red intercultural que se está gestando para poder generar un sistema de salud un poco más distinto», remarcó la agente sanitaria. «Una red que parte desde una interculturalidad, desde y que tiene que ver con la construcción de sistema en conjunto, es decir con las comunidades».
Comentarios