Mamá de una docena: Sonia, la mujer que dio a luz 12 hijos entre Neuquén y España

En el Día de la Madre, la historia de una maestra que fue mamá por primera vez a los 16. Junto a su esposo, vivieron tiempos difíciles y los sorprendió el corralito en el exterior, pero salieron adelante. La casa es grande y el corazón también.

Si de maternidad se trata, Sonia Arrieta (57) puede dar cátedra por experiencia; porque además de tener doce hijos; a ella misma la crió su mamá en soledad, ante la ausencia de una figura paterna. 

Nació en Regina en 1967, pero a los ocho años se fue a vivir a Neuquén, donde permaneció pupila en un colegio de monjas de San Martín de los Andes. A los doce, retornó a Neuquén Capital donde conoció a su esposo, Juan Carlos, conductor ferroviario hasta el 2000 y ahora gasista mariculado. 

Junto a él formaron una familia muy numerosa: un equipo de fútbol completo. “A los 16 años nació mi primer hijo”, contó Sonia a Diario RIO NEGRO. El bebé tenía solo diez meses y decidieron casarse, siendo adolescentes. 

“A los 19 años vivíamos en el barrio Ferroviario y no llegaban los colectivos”, recordó la mujer por lo alejado que estaba de la ciudad. 

Producto de la maternidad no terminó el secundario, pero ya con dos hijos, decidió concluir esa etapa en el nocturno. “Caminaba kilómetros de ida y de vuelta para llegar”, contó y en ocasiones llevaba a los nenes al colegio, a los 19 años. Tiempo después, se embarcó en una carrera universitaria, Ingeniería Química, que finalmente abandonó.

Después del segundo hijo, Sonia había decidido no tener más chicos, pero luego de una prédica religiosa, dijo que su vida se dio vuelta por completo. Ella lo atribuye a su ferviente fe en Dios. “Tuve un encuentro personal con Cristo y mi forma de pensar cambió totalmente”, confió.  

En aquel tiempo, su esposo estaba viviendo en Buenos Aires por trabajo, pero inesperadamente, en medio de esas revelaciones, lo trasladaron a Neuquén y sus vidas volvieron a unirse: así empezaron a nacer sus otros hijos.

A pesar de decidir ser madre de todos los hijos que llegaran, la salud le jugó una mala pasada y no la acompañó en ninguno de los diez embarazos restantes. Luego de varios vaivenes y diagnósticos poco certeros, en su tercer embarazo, Sonia se enteró que tenía colestasis, una deficiencia hépatica, por lo que pasó internada varios meses en plena gestación y con varias amenazas de parto prematuro. 

“Yo estaba muy enferma, pero nadie me decía realmente cuál era el diagnóstico. A partir de ahí, todos los embarazos que tuve fueron con colestasis”, contó Sonia, quien le presentó batalla a todos los inconvenientes y afortunadamente, todos sus hijos están sanos. 

A los 32 años, ya tenía seis hijos y embarazada del séptimo, comenzó una carrera terciaria como docente en el Instituto de Formación Docente (IFD) N° 12: el Profesorado de Enseñanza Básica. Hizo hasta segundo año, cuando por su religión evangélica, recibió un llamado para ir a misionar a España en pleno 2001 y se lanzó junto a Juan Carlos y ocho hijos, a la aventura en el viejo continente. 

Una época dificil en España: crisis y obstáculos


“Fuimos como misioneros con otras cinco familias”, contó. Vivieron nueve años en Europa, épocas muy duras para la familia que hasta el día de hoy recuerdan, donde pusieron a prueba su fe. En España, la familia se agrandó a pesar de todo y en ese país nacieron tres hijos más: para el 2010 ya eran once chicos.

Como familia, atravesaron tiempos de profunda crisis, pasaron hambre e incertidumbre total. “Allá no teníamos nada, no teníamos trabajo, ni una casa, era orar, pedirle a Dios”, comentó la mujer. Lo que hicieron, sería hoy como un salto al vacío, pero fue con plena convicción. 

“En España nos pasaba lo contrario de lo que les pasaba a todas las familias que viajaban en el 2001”, reveló Sonia, porque al ser una familia tan grande nadie les quería alquilar. 

Luego de pelear mucho tiempo, consiguieron una casa pero llegó el corralito en diciembre del 2001, y los únicos fondos que tenían de un alquiler en Argentina no podían ser extraídos. Así empezaron a deber un mes, dos y hasta cuatro meses de alquiler a la propietaria española. 

“Pasaban los meses y no podíamos pagarle, tampoco sabíamos cuándo se iba a abrir el corralito”, contó Sonia. 

Aunque lo más dramático es que tampoco tenían para comer. “Ni siquiera teníamos leche en la heladera para darle a los niños”, lanzó. Por ese motivo, luego de enfurecerse, la dueña de casa comprendió la situación y se compadeció de los chiquitos. Fue así que les llenó la casa de mercadería y en vez de denunciarlos y deportarlos, los ayudó. 

Para Sonia eso fue pura y exclusivamente un milagro: obra de su dios. “La señora (propietaria del alquiler) todos los miércoles llegaba con su auto lleno y nos traía absolutamente todo lo que estaba en la lista de compras”, recordó con alegría. 

Finalmente, en 2010 regresaron al país. Ella ya tenía 43 años y todavía faltaba que llegara al mundo su última hija.

Al volver a Neuquén, Sonia decidió terminar la carrera que había dejado inconclusa hace nueve años y lo logró: se graduó y comenzó a trabajar como docente a los 46 años. Actualmente, sigue trabajando al frente del aula con chicos de cuarto y quinto grado en Neuquén. Por haber empezado de grande, no cumple con los años de aportes suficientes para jubilarse y hace doble turno.

La crianza a gran escala


En total, Sonia y Juan Carlos tuvieron cinco varones y seis mujeres. El hijo mayor tiene 41 años y la menor, 13. Se llevan 28 años de diferencia.

Para ella, sin duda, sus hijos mayores colaboraron en la crianza de los más chicos. También necesitó niñeras y una organización familiar milimétrica en la que no todo dependió de ella, aunque gran parte. 

Para poder trabajar tuve que organizar mi casa y les hice un cronograma de actividades a mis hijos para que todo pudiera estar en orden”, contó. 

“Cuando mis hijos eran pequeños los bañaba uno por uno, se ponían sus pijamas, les daba la cena, orábamos, les cantaba una alabanza y se dormían”, resaltó. Hoy dos se recibieron de profesoras y cinco están estudiando en la Universidad Nacional del Comahue, dijo con orgullo. Los tres hijos menores están todavía en el secundario.

Hoy, la pareja tiene cuatro nietos, la mayor es una niña de doce años. Durante toda la pandemia, lo de Sonia y Juan Carlos fue morada de 14 personas: la gran mayoría de sus hijos y uno de sus nietos. Su casa es grande, tiene cinco habitaciones y siempre está llena, de risas, voces y un sinfín de recuerdos.

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