Nina, la primera mujer chofer de larga distancia que realiza el tramo entre Neuquén y Mendoza

Supo que quería conducir micros de larga distancia cuando, siendo muy pequeña, se subió a uno en el que trabajaba su padre. Le costó llegar y al día de hoy, soporta comentarios machistas.

Cuando tenía apenas 10, Nina sintió una atracción inmensa al subirse al micro que conducía su padre y supo que ese sería su propio camino. No fue fácil, pero lo logró y se convirtió en la primera conductora de larga distancia en Argentina.

La frase «Buena ruta» que se lanzan con su compañero de micro antes de cada viaje le despierta la misma adrenalina que al principio. También recuerda la primera vez que cruzó a otro colega chofer en la ruta. Ambos sacudieron los brazos a modo de saludo. Ese gesto se repite al día de hoy y, le sigue generando la misma satisfacción de saber que, en poco más, inicia el tramo en la ruta.

Nina nació en Maipú, en Mendoza. Desde hace algunos meses, realiza una vez por semana la ruta que une esa provincia con Neuquén, unos 920 kilómetros, en 10 horas. Tras el descanso, realiza el tramo de regreso.

La carga genética estaba latente: su abuelo había sido camionero y su padre, chofer, primero del servicio urbano y luego, de larga distancia.

«Cuando me subí al micro por primera vez, me acuerdo que me pareció imponente. Me dije: ‘Alguna vez, quiero manejar esto’ y, acá estoy. Lo deseaba desde hacía mucho, pero siempre me decían que era un trabajo para hombres y no para mujeres. Pensé que sería solo una ilusión», contó Nina. Pero poco a poco, empezó a notar que las mujeres conducían los colectivos para los servicios urbanos lo que reavivó la esperanza.

Su abuelo fue camionero y su padre también es chofer de larga distancia. Foto: gentileza

Tuvo dos hijos que hoy tienen 7 y 9 años y decidió postergar su objetivo. Cuando los niños crecieron, decidió insistir con el trabajo que anhelaba. «Me repetían que, para el manejo, solo se buscaban hombres y que las mujeres estaban destinadas al sector administrativo. De pronto, un amigo de mi papá que es mi padrino de ruta me sugirió que me acerque a Andesmar a una prueba de manejo porque tomarían gente. Me presenté«, señaló Nina.

La empresa la contrató para manejar combis. Pero Nina insistió en que deseaba manejar colectivos. «Vamos de a poco, me dijeron. Y les gané por insistencia porque confiaron en mi. Escalón por escalón, pero lo logré«, dijo.

En septiembre del 2023 le asignaron la ruta Mendoza – Neuquén. Los fines de semana suele cubrir algunos puntos de Buenos Aires, Rosario o San Luis.

«Disfruto manejar. Es como mi terapia, mi cable a tierra. Pero además me reconforta brindar un buen servicio a la gente. Que te den las gracias o que te digan que viajaron cómodos y con confianza, me tranquiliza porque quiere decir que lo hice bien», destacó.

«La ruta es mi cable a tierra», admite Nina. Foto: gentileza

En un primer momento, algunos de sus compañeros se burlaban y le preguntaban «a quién le había serruchado el piso». Soportó todo tipo de comentarios. Al día de hoy, reconoce que su trabajo no es sencillo al ser mujer. «La mirada del otro es complicada. Me han subestimado muchas veces. He tenido que soportar todo tipo de comentarios. Si no estuviese tan segura de lo que hago, quizás me haría bajar un par de escalones. Me ha tocado subir el cerro La Gloria que tiene curvas en el ascenso y te preguntan: ‘¿Vas a poder?, ¿Estás segura?’. He llegado a escuchar: ‘Si maneja una mujer, no me subo'», comentó.

Y agregó: «Está la idea de que si una mujer llega a un puesto alto no es por su capacidad sino porque es linda o amiga del jefe. No es así. Yo ya demostré que no es así».

En este tiempo al frente del volante, Nina se ha encontrado con diversas complicaciones vinculadas la complejidad de la ruta, con subidas bajadas y curvas y todo tipo de clima. «De pronto, te agarra una neblina y no ves nada, hay mucho viento. La ruta 151 está bastante dañada y es necesario conocer la zona de pozos en detalles para evitar roturas», detalló.

Recordó también la primera vez que la sorprendió una fuerte nevada de madrugada en San Rafael.

«Tengo la suerte de que mi papá fue chofer, al igual que mi pareja y mi suegro que está jubilado y recibió infinidad de consejos. De modo que cuando me agarró la primera nevada, tenía mucha información para llevar el viaje adelante: qué hacer y qué no hacer», señaló y agregó: «De todas formas, te genera mucha ansiedad porque vas manejando un colectivo con 58 persona arriba» admitió.

Nina valoró el apoyo de su familia, especialmente su madre que cuida a sus hijos. «Y ellos son mi vida pero entienden que esta es mi vocación. Por eso, me apoyan y me acompañan. Están orgullosos de mi labor«, concluyó.


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