«Contra el frío allá voy» en el norte neuquino: la foto que retrata la sacrificada vida de los crianceros

Martín Muñoz captó al arriero José Reiniero en la nevada. En el último temporal, el video de cuando buscaba a sus animales en el volcán Domuyo se viralizó. El fotógrafo invitó a ponerle un título a la imagen y mirá lo que le respondieron.

Durante el temporal de nieve que golpeó duro al norte neuquino días atrás, el video de un arriero que le hizo frente al viento blanco a caballo en plena cordillera en el volcán Domuyo para buscar a sus animales tuvo miles de reproducciones y cientos de comentarios asombrados por esas épicas escenas. Lo acompañaban sus hijos, con sus monturas y sus perros. «¡Suelte nomás papi! ¡Suelte nomás!«, le grita uno de ellos mientras intentan encontrar la manera de salir de esa ladera sacudida por una tempestad incontrolable.

Ese arriero es José Reinerio, vecino de Las Ramadillas, un paraje ubicado a 15 kilómetros de Varvarco, tierra de chivas y ovejas, cóndores y pumas, ríos de deshielo y picos nevados. Y temporales que cada tanto pegan con furia primero y cubren con un espeso manto blanco después esos paisajes donde los animales son el sustento de los crianceros trashumantes: así se ganan la vida de generación en generación. Si los toman por sorpresa todo puede volverse dramático, como en el caso de ese querido criancero llamado Tomás Sura que perdió la vida en esa misma tempestad blanca de la que José y los suyos pudieron escapar.

Para ganarse la vida los crianceros deben trasladar a paso lento sus piños a las tierras altas de veranada para que las crías se hagan fuertes con las pasturas y el agua de las alturas. Y después regresar a las zonas más bajas de invernada, la época de las pariciones para volver a empezar el ciclo, ya más rápido por la pendiente a favor y las crías más grande y fuertes.

José Reiniero atravesando la nieve. Foto: Martín Muñoz.
José debe cruzar por el puente nuevo, como le dicen al que cruza el río Varvarco. Foto; Marín Muñoz.
La paz después de la tormenta. Chivas y ovejas en el Cajón del Atreuco. Foto; Marín Muñoz.

La semana pasada, el temporal sorprendió al criancero cuando buscaba a sus animales para regresar a las tierras de invernada en Las Ramadillas desde el puesto de veranada en El Salto, en el Cajón del Varvarco, entre Los Cerrilos y el volcán Domuyo sobre la costa del río Varvarco. «Le dicen así porque hay una cascada grande», explica Martín Muñoz.

El fotógrafo compartió una foto del arriero haciéndole frente a la nieve. Y pidió a sus seguidores en las redes que le pusieran un título. La respuesta fue inmediata. «Contra el frío allá voy», propuso por ejemplo Erica Muriel Munk. «Crudeza sin tiempo», el de Ale Valero. «Hablame de sacrificio», el de Eloisa Retamal. «A pesar de todo, siempre para adelante», el de Pau Alaniz. «Forma de vida, trabajo y sacrificio dentro de una foto…», el de Iron Rodríguez. «Dueño del frío y el viento», el del Zurdo Albarran. «Buscando el piño», de Blanca Ofelia Demaría. «Trabajando en el silencio…. muriendo en el olvido», el de Sool Benegas. Hay muchos otros y todos son tan potentes como estos nueve.

Martín se crió en la misma tierra que los crianceros, sabe de sus alegrías y de sus penurias, de su sacrificio, de sus sonrisas y sus lágrimas, de cómo se las ingenian para llevar el pan a la mesa lejos de todo. Su mirada, entonces, no es de quien observa de afuera, Si mirada es la quien muestra desde adentro, con la esperanza de que vivan mejor.

Jose Reinerio haciéndole frente a la nieve. Foto; Marín Muñoz.

Esto dice de su foto. «Es una postal diaria de cuando cae la nieve en los inviernos en el norte neuquino y queda por muchos días. Salen a buscar a sus animales con el viento blanco que tanto los complica, a veces nos los deja avanzar, a veces pierden los destinos, no los deja ver, los que dirigen son los caballos. Están acostumbrados y los llevan a los puestos porque los arrieros no pueden ver».

«José está como se visten ellos: rodillera, poncho y gorra con orejeras que se usan en el campo. La cabeza agachada, la visera que la cubre del viento blanco y el caballo que hace fuerza con la cabeza para hacerle frente al viento blanco. Es difícil, muy complicado salir a arrear y que les toque eso. Le tocó a don Sura allá arriba, que hace más frío y el viento es más fuerte. Don Sura no podía ver, perdió la huella de sus animales y se terminó perdiendo él. Así es la vida de ellos».


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