Turismo oscuro, en lugares llenos de muerte y destrucción

En lugar de playas y montañas, los viajeros tienen sed de tragedias. En la era del selfie y del hashtag lo critican por la banalización del sufrimiento.

Exponerse a la radiación más alta del planeta, meterse entre las balas de una pelea narco, recorrer prisiones, campos de concentración, escenarios de catástrofes constituye el epicento de un fenómeno cada vez más popular denominado tanatoturismo o turismo oscuro.

El fenómeno cada vez más en boga, genera millones de ingresos, pero también de críticas. El concepto fue acuñado en 1996 por los profesores británicos John Lennon y Malcolm Foley, quienes aseguran que pese a ser una moda no es un fenómeno nuevo.

“Desde la época del oscurantismo, los peregrinos viajaban para visitar tumbas y lugares de martirio religioso. La batalla de Waterloo fue observada por la nobleza desde una distancia segura y uno de los primeros campos de batalla durante la Guerra Civil de Estados Unidos (Manassas) fue comercializado al día siguiente como un lugar de atracción para los visitantes”, escribió Lennon en un artículo en el diario británico The Guardian.

Después de que HBO estrenara la miniserie “Chernobyl”, el número de visitantes anuales al lugar del siniestro no dejó de crecer: según informó el canal CNBC, la Junta de Turismo y Promoción de Kiev espera recibir este año a un total de 100.000 visitantes, superando así los 72.000 de 2018, y los 50.000 de 2017.

No es el único destino marcado por la tragedia que experimenta un crecimiento exponencial en los últimos años. Aquí te mostramos cinco lugares siniestros que se han puesto de moda entre los viajeros.

Holocausto: Auschwitz en Polonia

El campo de exterminio nazi Auschwitz-Birkenau, erigido en Polonia durante la ocupación alemana, es considerado en todo el mundo como un símbolo del Holocausto.

Según estimaciones, durante el nazismo fueron asesinados allí más de un millón de personas, en su mayoría judíos. También fueron unos 70.000 polacos, 21.000 sinti y roma y 15.000 prisioneros de guerra soviéticos. En el ex campo de concentración aún se pueden ver antiguas cámaras de gas, un símbolo del genocidio nazi.

Energía nuclear: Chernobyl en Ucrania

En la madrugada del 26 de abril de 1986 se produjo en una planta de energía atómica soviética uno de los accidentes nucleares más graves de la historia. Chernobyl, se convirtió en un símbolo del riesgo de la energía nuclear, atrae a muchos turistas.

Una capa de acero cubre los restos del reactor. El sarcófago de cemento que se encuentra debajo tiene fisuras. Se necesita un permiso para visitar la zona restringida alrededor de la central nuclear. Los operadores turísticos tienen visitas guiadas en su programa. En la ciudad fantasma de Pripyat hay hoteles y desde 2017 un hostel.

La prisión de Alcatraz

Sobre la cima de un peñón, en la Bahía de San Francisco, se ubica una cárcel de máxima seguridad cuyos secretos y misterios han inspirado decenas de leyendas y cuentos para no dormir: la prisión de Alcatraz.
Reconocidos criminales como el psicópata amante de los pájaros Robert Stroud o el reconocido mafioso Al Capone durmieron en los calabozos de la prisión y murieron en sus instalaciones.

En la actualidad, es uno de los principales atractivos turísticos de San Francisco. Al año la visitan más de 1.000.000 de turistas deseosos de conocer sus oscuros secretos. Más ahora, que un grupo de arqueólogos descubrió bajo el patio de la prisión pasadizos subterráneos.

Las catacumbas de París

Cráneos, clavículas y costillas: las catacumbas parisinas no son aptas para personas sensibles. Los visitantes se mueven bajo la capital de Francia entre huesos de difuntos. Las catacumbas, que alguna vez fueron minas de piedra caliza, llevan a través de una red de túneles y laberintos de alrededor de 300 kilómetros.

Una parte sirve como osario: desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, millones de huesos de cementerios fueron reubicados allí. Se puede hacer un recorrido de aproximadamente un kilómetro y medio.

Los campos de exterminio en Camboya

Pol Pot y sus jemeres rojos gobernaron Camboya entre abril de 1975 y enero de 1979 con un régimen de terror. Se estima que 1,7 millones de personas murieron como consecuencia de fusilameintos, torturas y hambre. Cualquier persona instruída, que usara gafas o incluso tuviera las manos delicadas, debía morir. La visión de Pol Pot y los jemeres rojos era establecer una sociedad comunista agrícola.

Los campos de exterminio en las afueras de la capital, Phnom Penh, documentan el genocidio, y son hoy en día un monumento muy visitado por turistas de todo el mundo. Los testimonios impactantes que presenta el museo dan cuenta del enorme padecimiento que sufrieron las víctimas.

Un problema ético y moral

El fenómeno no está exento de consideraciones éticas o morales sobre la banalización del sufrimiento. En la era del selfie y del hashtag no son pocas las voces que critican el comportamiento muchas personas ante lo que consideran su aproximación a los lugares como una falta de respeto ya que solo se busca el ‘trofeo’ en forma de imagen.


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