Turno mañana: el horario escolar que produce “jet lag social” en los chicos

Un equipo de investigadores del Conicet comprobó que los adolescentes argentinos que van muy temprano a la escuela padecen "jet lag social" y puede resultar nocivo para el aprendizaje.

Parece que el jet lag no es una sensación exclusiva de quienes viajan muchas horas en avión. Esa mezcla de mareo con horarios de sueño y hambre cambiados que, se sabe, provoca mal humor y puede generar menor rendimiento académico y cognitivo hasta enfermedades cardíacas u obesidad, llega incluso al colegio.


Según un equipo de investigadores del Conicet liderados por la neurocientífica María Juliana Leone, los adolescentes argentinos que concurren al turno mañana de la escuela secundaria, pueden vivir como en un jet lag permanente. Y eso, obviamente, repercute en su proceso de aprendizaje. El trabajo y sus conclusiones, acaba de publicarse en la revista Nature Human Behaviour.

“El sueño está subestimado, y en la adolescencia es fundamental”, advierte Leone, que trabaja en el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y en el Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).

El cronotipo, explica la científica, es el horario biológico interno de una persona, que está regulado por un reloj que se aloja en el cerebro, y va cambiando con la edad. En la madurez las personas tienden a levantarse más temprano, pero en el caso de los adolescentes, su cronotipo tiende a ser más nocturno. Por esa razón, explican en su página web, también deberían levantarse más tarde, ya que de esa forma lograrían cubrir el período de sueño que recomiendan los organismos de salud mundial(entre ocho y diez horas).


Pero, la escuela suele iniciar el turno matutino antes de las ocho de la mañana, lo que en muchos casos provoca que se les acorte el período de sueño. “Lo que nosotros nos preguntamos en este trabajo, en primer lugar, fue cómo afecta el horario escolar al sueño de los adolescentes, que es una cuestión que hasta ahora nunca se había estudiado en nuestro país”, resume Leone. Con esos datos, los científicos pusieron la lupa en la interacción entre el cronotipo de los adolescentes y el horario escolar, para intentar examinar cómo influye en su rendimiento académico.

¿Dios los ayuda?


“En primer lugar, en cuanto a los hábitos de sueño, vimos que los adolescentes que asisten al turno mañana duermen muy poco y tienen niveles altísimos de jet lag social”, señala Leone, y agrega que “vimos que ese efecto está exacerbado, sobre todo, en los adolescentes de quinto año, que son los más nocturnos y que acá son particularmente más nocturnos que en otros países”.


Luego, los científicos indagaron en qué sucede con los distintos cronotipos en cada uno de los turnos escolares –mañana, tarde y vespertino-. Los científicos vieron que el rendimiento académico mejora cuando los horarios escolares están mejor alineados con los ritmos biológicos de cada adolescente: cuando el adolescente que es más matutino concurre por la mañana y el más tardío o nocturno, por la tarde o noche respectivamente. Y que sería mejor que matemática no estuviera en las primeras horas del cronograma escolar, ya que eso va en detrimento de los adolescentes más nocturnos.


“Se podría recomendar, en base a nuestro estudio, que la escuela empiece más tarde: eso es algo que beneficiaría a todos los adolescentes, si bien este experimento es investigación básica y se necesitan más estudios para poder hacer una recomendación práctica acabada”, aclara Leone.


“También podría revisarse que al menos empiece más tarde a la mañana, al menos para los adolescentes de los últimos años de la escuela secundaria, que son los que tienen en general los cronotipos más nocturnos. O asignar a los estudiantes al turno según su cronotipo. En nuestro trabajo, además, vimos que más del noventa por ciento de los estudiantes del turno mañana duermen menos de las ocho horas recomendadas, y eso es preocupante. Tenemos que seguir estudiando todo esto. Como el cronotipo depende de la cultura y de los hábitos sociales, es importante analizar el efecto que tienen los horarios escolares a nivel local.

La ciencia puede contribuir para lograr un mayor beneficio a la educación, realizando estudios y analizando el efecto de intervenciones que se traduzcan luego en recomendaciones basadas en evidencia, en este caso relacionadas con el horario de inicio escolar y su impacto en el sueño y en el rendimiento académico de los adolescentes”, concluye Leone.

Fuente: Conicet


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