Un parche que no alcanza

El acuerdo entre el Senasa y su contraparte brasileña que permitió reanudar los embarques de fruta hacia ese país representó un enorme alivio para la actividad, pero no deja de ser un “parche” para el problema de fondo del sector, que a su crisis estructural suma un problema sanitario que no será fácil de resolver en el corto plazo.

Alivio era la palabra más mencionada por los empresarios y el gobierno, cuando el cierre de un mercado que representa cerca del 30% del total de exportaciones de peras y manzanas amenazaba con desencadenar un duro ajuste sobre la principal actividad económica del Alto Valle. Pero mientras se espera la oficialización de la medida que permitirá reanudar los embarques, sigue sin haber acciones de fondo sobre los problemas del sector, de los cuales el aumento en la presencia de la carpocapsa es apenas un síntoma. A la falta creciente de competitividad del sistema, el desfinanciamiento y endeudamiento de los productores, la pérdida y abandono de decenas de hectáreas de chacras se suma el deterioro del estatus sanitario de la región. En realidad, el acuerdo que permitió destrabar los envíos fue más político que técnico y nada garantiza que en el corto plazo no puedan producirse nuevos rechazos de embarques por cuestiones fitosanitarias. Previsiblemente habrá mayores y estrictos controles en la frontera, modificaciones en los porcentajes de muestreo y sanciones más duras a las firmas infractoras.

A esta altura es evidente que las modificaciones definidas hace poco más de dos años por ley, que transfirió el manejo sanitario de la órbita del Estado nacional al sector privado, ha resultado un fracaso. La sanidad frutícola se transformó en una variable más del ajuste de costos para salvar algunos balances en rojo, perjudicando a toda la actividad. El desmanejo de la crisis actual activó el juego del gran bonete: acusaciones cruzadas entre empresarios, políticos y técnicos sobre la cadena de responsabilidades en la situación.

Más allá del accionar de “unos siete u ocho exportadores irresponsables”, como señaló en su reciente mensaje el gobernador, existe un problema estructural para el cual los gobiernos no han dado respuestas adecuadas. La autoridad sanitaria ya debiera haber identificado a los infractores, definido las sanciones correspondientes y establecido controles eficaces para que la situación no vuelva a repetirse.

Devolverle la sanidad al sector dependerá de un mayor compromiso y articulación efectiva entre privados, autoridades provinciales y nacionales. Muchos se preguntan si no es hora de volver a un sistema similar al plan nacional de manejo de carpocapsa, con fondos y un rol más preponderante del sector público, ante la crisis del privado.

De otro modo, una nueva crisis está a la vuelta de la esquina. Muchos comparan la situación actual con los problemas que enfrentó, durante el gobierno de la Alianza, el sector cárnico con la crisis por los brotes de aftosa, cuando la autoridad en vez de afrontar la situación decidió ocultarla y barrer los problemas debajo de la alfombra hasta que la situación se volvió insostenible, con pérdida de mercados valiosos que llevó décadas recuperar.

En medio de esta situación, la federación de Productores volvió advertir que avanzada la temporada todavía no tiene respuestas para un petitorio planteado en diciembre a los gobiernos nacional y provincial, cuando reclamaron un subsidio de $ 1,50 por kilo de fruta producida debido a que con los precios actuales ni siquiera alcanzan a cubrir los costos de producción. Tres meses después, las respuestas oficiales son evasivas, pases de factura y vagas promesas de gestiones a futuro.

Es preocupante que en plena campaña para las elecciones provinciales, repleta de chicanas personales y golpes bajos, exista tal orfandad de propuestas e ideas concretas de toda la clase dirigente para mejorar la lenta agonía en la que está sumida la fruticultura, que a pesar de sus problemas aún no tiene sustituto como fuente de divisas, empleo y uno de los principales motores económicos de Río Negro y Neuquén.


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