Vacaciones enfrascadas: ¿cómo hacer para que estos días sean distintos al resto?

Mañana lunes arranca oficialmente el receso invernal para los alumnos aunque... ¿qué diferencia tiene con los días que venimos pasando en casa, en cuarentena?

“Yo voy a hacer lo mismo que vengo haciendo desde marzo”, dice Ignacio, y se ríe, aunque sus papás saben que no miente.
Ignacio cursa primer año del secundario, en Roca. Y aunque “asistió” prolijamente a clases y rindió exámenes, y entregó trabajos prácticos, se acostó tarde toda esta cuarentena y trastocó sus horarios. Como todos.
Mañana, él y todos los alumnos de Río y Neuquén empezarán oficialmente el receso invernal. Pero éstas serán -ojalá- unas vacaciones irrepetibles. No habrá viajes, no habrá programas especiales, ni siquiera un planeado “nos quedamos en casa” a disfrutar del hogar.
Los días que se vienen, excepto por las clases vía zoom u otras plataformas, serán iguales a los últimos ciento diez: en casa y en cuarentena.
“Pareciera que vivimos en un frasco. Estamos dentro pero viendo lo que pasa afuera”.


Eso -cuenta el psicólogo Claudio Marín- le dijo un paciente de once años.
“En realidad -agrega-, para los más pequeños las vacaciones empezaron en marzo. Decir que ésta semana empiezan las vacaciones ponen un velo de responsabilidad en los mayores a cargo. La responsabilidad de hacer sentir a los niños que estamos en vacaciones va más allá de las dos semanas siguientes. La pregunta es qué hacemos en el mismo lugar de hace 4 meses. En realidad todo depende de la imaginación y la espontaneidad que pongamos al servicio de los pequeños. Tomemos esto con la seriedad que se merece”, subraya.
Lo cierto es que, con menos horarios pautados que los que tuvieron desde marzo hasta hoy, el gran dilema es efectivamente cómo hacer para que estas dos semanas no sean monótonamente iguales a lo que vivimos hasta ahora.


“Siempre esperamos con ansias el período de vacaciones. Sin embargo, esta vez lo vivimos de una forma totalmente atípica y esto no es excepción para los mas pequeños quienes asocian el receso a salir, viajar, acostarse tarde y sobre todo no tener escuela”, agrega la psicóloga neuquina Julieta Jacobo para poner en contexto, lo que más chicos sienten de este receso tan particular.


Mariana, mamá de dos nenas de 5 y de 11 años, espera por un lado con ganas las vacaciones para dejar de tener que sentarse a ayudarlas en las tareas, una actividad que la estresa “porque hay cosas, de matemáticas, por ejemplo, que no sabía como explicarle a la mayor”.


Pero del otro lado, asegura que ella está tan agotada como toda su familia y que sabe que las vacaciones “no serán un descanso porque hay que seguir trabajando, limpiando la casa, y tratando de poner buena cara para que no nos deprimamos todos. Siento que me la paso lavando platos, cocinando, trabajando y tratando de descansar”.

La gran pregunta


¿Qué podemos hacer para que los chicos pasen las vacaciones lo mejor posible?

“Venimos de mas cien días llenos de cambios en los que casi no hemos tenido tiempo para adaptarnos y por eso éstas dos semanas pueden ser un buen momento para relajarnos y descansar frente a tanta virtualidad (clases y actividades extraescolares por zoom, encuentros con amigos por video llamadas, etc)”, sostiene Jacobo. Y asegura:“la tecnología es un recurso que se volvió totalmente necesario pero que ya genera cansancio y malestar en muchos niños”.


Para esquivar los dispositivos, ella sugiera “tratar de utilizar el tiempo en actividades lúdicas que generen disfrute y que en lo posible, no tengan relación con lo virtual. El compartir juegos de mesa, cartas, actividades relacionadas con la cocina, artesanías, huerta o música, fomenta el espacio para crear, explorar y compartir con la familia momentos que durante la rutina que logramos construir en estos tres meses, no se pudieron llevar a cabo”.
Y agrega un detalle importante a tener en cuenta. “Hay que variar las actividades y darle tiempos de descanso a los chicos ya que a muchos padres todavía les cuesta entender que si no están las 24 horas del día entretenidos u ocupados hay un problema. No lo hay. Estar aburrido a veces es necesario”, asegura Jacobo.


Es cierto que los padres deben lidiar con esa queja, y eso será un gran reto, sobre todo por el cansancio -sumado al estrés- que tienen los adultos.
“Podemos flexibilizar los horarios para dormirse y despertarse ya que la rutina de las clases online cansa mucho y los chicos necesitan descansar de tanta pantalla y concentración en el estudio”, dice Jacobo.
Y con respecto a los juegos sugiera que “si ambos padres trabajan, es bueno turnarse para compartir al menos una actividad en conjunto ya que dedicarles tiempo es sumamente necesario”.
Los adolescentes son un tema aparte. Para ellos, quedarse encerrados fue más frustrante, sobre todo por la imposibilidad de ver amigos, de salir, de juntarse.
Eso es justamente lo que señala Ignacio, que con sus 13 años, lamenta haber perdido la rutina del deporte que compartía con sus amigos y las primeras salidas. “Nosotros nos íbamos a caminar juntos, por el centro, a tomar una gaseosa, y eso lo extraño. Entiendo que no se puede salir, pero me da bronca no ver a nadie”, dice.

“Con los adolescentes, es importante la tolerancia y ser empáticos, ya que están enojados con la situación”.

Julieta Jacobo


“En ese caso -dice Jacobo- es importante la paciencia y la tolerancia. Escuchar sus planteos y ser empáticos, ya que la mayoría de los adolescentes están enojados con la situación, y al no poder estar con amigos, pasan todo el día encerrados en la habitación, algo que no es muy saludable. Por eso hay que tratar de acompañarlos y compartir momentos sin atacarlos ni tratar de imponer puntos de vista”.

De acuerdo a la edad


Para el psicólogo clínico Claudio Marín, “los niños entre 2 y 7 años aprenden a través del juego de imitación. Entonces -dice- el juego, el contacto físico, los cuentos, las pinturas, los dibujos son la mejor herramienta. Preguntar a qué quieren jugar dando todas estas pistas es importante, ya que el niño elige y eso despierta el deseo y entusiasmo en el juego”.
“Tenemos que sumar algo sumamente importante: tratar de que toda actividad y juego deje una enseñanza, una experiencia que le ayude al niño a ampliar sus recursos y conocimientos, a tener en cuenta que el desarrollo emocional temprano es fundante, es la base de las siguientes etapas”, opina.
En este caso, los papás son fundamentales a la hora de proponer los juegos. Y aquí es dónde hay que poner más energía de la disponible en marcha. “No va a ser fácil, pero vamos a tener que crearnos momentos disponibles para el juego”, dice Mariana.
La sensación de encierro será inevitable. Pero eso no quita que podamos descansar un poco y esperar que éstas sean unas vacaciones literalmente únicas, y que no se repitan.


Elogio al aburrimiento

Es fundamental trabajar sobre “el aburrimiento” que arrastran los chicos con el paso de los meses en cuarentena, sobre todo porque ya ninguna actividad parece motivarlos.

No es bueno querer sobrecargarlos de actividades que reemplacen la conexión a sus clases o la resolucion de tareas que tuvieron en este primer cuatrimestre del año sino mas bien respetarle sus tiempos y escucharlos, preguntarles que actividades quisieran compartir en familia y cuales desean evitar.

El estar aburrido a veces es necesario porque es en ese momento cuando surgen la ideas que potencian la resolución de situaciones y la creatividad.


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