Villa La Angostura enfureció por el femicidio de Guadalupe

Fue asesinada por su expareja, Bautista Quintriqueo, en pleno centro de la ciudad. Había realizado denuncias por violencia de género. La mató pese a la restricción de acercamiento.

El grito de justicia por Guadalupe Curual (20) rompió la tranquilidad de Villa La Angostura. El femicidio, a manos Juan Bautista Quintriqueo (33), que la noche del martes estremeció y movilizó a la población de manera espontánea frente a la comisaría, caló hondo en la comunidad que ayer enfureció con una marcha cargada de bronca.

El lugar céntrico donde fue asesinada Guadalupe, la joven madre de una niña de un año, estudiante universitaria y trabajadora de una panadería, conservaba ayer algunos vestigios de los intentos por socorrerla. Unos guantes de látex y paños quedaron esparcidos en la tierra, detrás del poste de luz, junto a un rosal rojo donde alguien dejó un cartón escrito a mano con la consigna: “Este cartel es tan choto como la justicia argentina”.

En este espacio neurálgico de la ciudad, en el acceso a la plaza San Martín, a pocos pasos del cartel de la Fiesta de los Jardines, se inició a media mañana una marcha de más de 300 personas que ayer recorrieron las calles para pedir justicia y romper el silencio de la “aldea de montaña”, donde las mujeres aseguran que hay decenas de casos de violencia machista que no salen a la luz.

La columna, tan poblada como pocas veces, transitó la avenida Arrayanes y a su paso trabajadores de locales comerciales salían a aplaudir. La conmoción en Villa La Angostura fue total. Hubo una parada previa en la comisaría 28, la única de la ciudad, y luego el reclamo se concentró en la sede del Poder Judicial, donde se encuentra la oficina del fiscal Adrián De Lillo, que lleva adelante la investigación por el femicidio de Guadalupe.

La Justicia recibió blindada la manifestación aunque sin custodia policial. Al paso de cada oradora, que relataba el calvario que vivió Guadalupe, que denunció previamente episodios de violencia y amenazas, y que exigía justicia por ella pero también por todas las mujeres víctimas de violencia, el reclamo se fue acrecentando.

El fiscal De Lillo retirándose a su oficina luego de presentarse ante los manifestantes. Foto: Alfredo Leiva

Una joven que fue testigo directa del femicidio tomó la palabra con lágrimas en los ojos para decir que no llegó a ayudar a Guadalupe. “No saben lo que es tener que ver a una mujer que esté muriendo frente tuyo sin poder hacer nada, fue lo peor que vi en mi vida, fue a esa chica corriendo pidiendo ayuda”, dijo angustiada al referirse a esos 300 metros que Guadalupe corrió escapando de su agresor, desde la plaza de los Pioneros hasta la plaza San Martín donde fue asesinada de una puñalada, frente a la estación de servicio, ante la vista de decenas de testigos.

Ella había estacionado el vehículo a las 21.30 para retirar dinero del cajero automático que se encuentra cerca del cuartel de los bomberos voluntarios. Estaba con su actual pareja. Quintriqueo lo hirió primero a él, y luego la persiguió a la joven.

Guadalupe hizo la primera denuncia en julio de 2020 y la última en enero pasado.

En la estación de servicio que fue testigo del femicidio ayer nadie salía de la conmoción. Relataron los testigos que el playero del turno estaba de espaldas cargando combustible cuando pasó la joven corriendo y gritando por ayuda. En cuestión de minutos se produjo el desenlace fatal a pocos metros. Todo quedó registrado en las cámaras de seguridad que forman parte de la prueba para la investigación.

“Por estas pestes de hombres nosotras nos estamos muriendo y no son capaces de hacer nada, enfrente mío murió esa chica”, enfatizó la testigo directa del crimen, con impotencia.

El femicida no se levanta un día y dice voy a matar hoy, el femicida se construye acto a acto, cada acto que va haciendo y queda impune lo va reforzando”, esgrimió Zulema, una activa militante por los derechos de las mujeres que reclamó por una comisaría de la mujer, la Ley Micaela y la emergencia en violencia de género.

La exconcejal Valeria Navarro también recordó que años atrás se impulsó un proyecto para crear la comisaría de la mujer pero la mayoría de los ediles lo rechazaron. La dirigente conocía a Guadalupe.

“Era una chica joven que vino hace unos años en busca de trabajo”, recordó. Relató que Guadalupe vivía con su hermana Lucía, y era víctima de violencia y amenazas constantes por parte de Quintriqueo, su expareja, de quien se había distanciado hacía seis meses. La joven tenía miedo y lo expresaba en su entorno más cercano.

En la manifestación, se presentó el intendente Fabio Stefani que llegó para intentar calmar los ánimos pero el enojo fue mayor. Le siguieron las pintadas en la fachada del edifico, los golpes y patadas en los vidrios, el encendido de gomas en un lateral hasta que finalmente desde el interior cedieron a abrir las puertas.

Pasado el mediodía, un grupo enfurecido ingresó al edificio provocando destrozos y ante la falta de contacto con el fiscal, un puñado de personas decidió subir a su oficina del primer piso para buscarlo. La conversación en un pasillo fue tensa y finalmente accedió a hablar junto a su jefe, Fernando Rubio.

De Lillo calificó el episodio como un “momento de mucha conmoción”, relató su intervención en el lugar del hecho, se excusó de tener conocimiento de denuncias previas porque no pertenecen al ámbito penal y se mantuvo al frente de los movilizados hasta que se diluyó el reclamo. Prometió formular los cargos contra Quintriqueo, que ayer fue trasladado a San Martín de los Andes.

¿Qué falló para que Guadalupe esté muerta? Gritó una manifestante a los fiscales. Rubio tomó la palabra entre abucheos y gritos: “No tengo dudas de que hubo fallas y las hubo en otros casos también igualmente terribles. Las medidas que se adoptaron seguramente, y no cabe duda porque este es el resultado, no fueron las suficientes que se tendrían que haber adoptado, ya verá el Poder Judicial quiénes son los responsables”, respondió.

La manifestación en La Angostura ocupó la sede judicial. Foto: Alfredo Leiva

Una joven con sueños

“Guadalupe era una joven que, como cualquier otra, tenía en su haber una extensa lista de sueños y proyectos”, expresó ayer en un comunicado la Universidad Nacional de Río Negro en alusión a su alumna de la carrera de Hotelería y Turismo.

La joven había llegado hace unos 3 años a Villa La Angostura en busca de trabajo y se radicó en la ciudad. Su familia reside en Villa Llanquín, un poblado rural de Río Negro, ubicado a unos 40 kilómetros de Bariloche, donde Guadalupe se crió. Su madre se había asentado en Chile.

Trabajaba en una panadería y cuando se separó de Quintriqueo, con quien tenía una hija, se fue a vivir al barrio Inacayal con su amiga Lucía, quien cuidaba de su hija cuando trabajaba. A ella le confesaba su temor y las amenazas que recibía. Ambas padecían una situación similar de violencia.

“Nací para ser libre no asesinada”, rezaba el mensaje que Guadalupe compartió en sus redes sociales unos meses atrás. Hoy es una de las 49 mujeres víctimas de femicidio en el país, en lo que va del año.



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