Visita del papa: jóvenes ocupan Río con rezos en lugar de protestas
RÍO DE JANEIRO.- Cientos de miles de jóvenes volverán a ocupar en la semana próxima las calles de Río de Janeiro. Pero, a diferencia de las manifestaciones que sacudieron Brasil el mes pasado, su objetivo no será la protesta, sino la celebración de la fe.
La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se realizará del 23 al 28 de julio, atrajo a Río a jóvenes católicos de todos los rincones de Brasil y del mundo, que arriban exhibiendo banderas de sus países y entonando cánticos típicos en el mismo aeropuerto.
Como era de esperarse, el grupo más numeroso es el de fieles de Argentina, el país natal del papa Francisco: “Para nosotros es todavía una sorpresa conocer a un papa que es de nuestra misma cultura”, dijo el sacerdote Valter de Melino.
Pero muchos de los fieles llegan desde lugares lejanos, como tres jóvenes malayos que viajaron 30 horas en avión para llegar a Río y concretar su sueño de “conocer al Santo Padre y celebrar el catolicismo”, como afirmó Aaron Secvaras.
También para los que viven en países no tan lejanos el viaje para encontrar al papa supuso sacrificios, especialmente financieros, ya que el costo del pasaje aéreo supera en algunos casos los 1.000 dólares.
“El precio de los pasajes limita mucho, muchas personas no han logrado venir”, dijo el sudafricano Leonardo Silva.
Los precios de las estadías en hoteles también son elevados, pero ello no afecta a la aplastante mayoría de los jóvenes peregrinos, que se hospedarán en hogares de familias, en parroquias y hasta en centros judíos, protestantes y de religiones afrobrasileñas que les abrieron sus puertas.
Ante los discursos sobre armonía y paz, la JMJ se perfila como una “tregua” en la ola de violentas protestas que sacudieron Brasil en junio, cuando multitudes mayoritariamente formadas por jóvenes salieron a la calle para protestar contra la corrupción y los gastos del Estado con la preparación de las grandes citas deportivas y para demandar mejores servicios públicos de salud, educación y transporte.
Pero el gobierno de Dilma Rousseff teme que la presencia de unos 5.000 reporteros de todo el mundo para cubrir la visita papal pueda estimular a grupos de manifestantes a volver a la calle para realizar protestas. (DPA/AP)
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