Iba por la ruta 54 del norte de Neuquén y en la laguna lo esperaba el flamenco que tanto buscaba

Brian Muñoz recorre todos los días esa ruta del norte neuquino que atraviesa paisajes soñados y se mete en la cordillera hasta llegar a Los Cerrillos y sus lagunas. Fotógrafo de naturaleza, buscaba desde hace años la imagen de una esquiva y hermosa ave acuática. Esta vez se le dio. Mirá que maravilla...

Laguna Varvarco Tapia. El primer flamenco del año para Brian, la foto que siempre había querido hacer y hasta ahora no había podido. Foto: Brian Muñoz

Si todavía no te diste el gusto de recorrer los 95 km de la ruta 54 en el norte neuquino es algo que podrías agendar, si te gusta la Patagonia agreste y profunda, charlar con los arrieros, verlos pasar por estos días con sus animales de las tierras de veranada a las de invernada, explorar los cajones atravesados por el agua que entibian los géiseres, contemplar los picos nevados, los cóndores que sobrevuelan las alturas, las cascadas que se ven desde la ruta y las que hay que descubrir, los arroyos de deshielo, hilitos que bajan de las montañas cuando pega el sol del verano y confluyen en los ríos que le darán vida a las chacras de las peras y las manzanas 400 km al sur, los vallecitos entre laderas donde pastan los chivos y las ovejas, las vacas y los caballos, la naturaleza virgen que se respira a cada paso, las estrellas que brillan en la noche pura sin contaminación lumínica.


En busca de un ave acuática esquiva y hermosa

Brian Muñoz lo sabe bien, porque nació y se crió en esta bendita tierra y cada día agarra la 54 para ir a trabajar en un lodge de pesca. Es guía, es baqueano, es fotógrafo de naturaleza, le gusta conquistar cumbres con sus amigos y conoce cada detalle de esa geografía deslumbrante y de las rectas y las curvas del camino, sabe de los pozos para esquivarlos y si hay uno nuevo lo agenda en la mente para acordarse al día siguiente, sabe dónde están las mejores vistas.

Y si de eso se trata, en uno de los paisajes más lindos, desde hace años tenía entre ceja y ceja la foto que quería hacer y hasta ahora no había podido, la de un ave acuática esquiva y hermosa.


Cómo llegar a la increíble ruta 54

Para llegar a la ruta 54 y ese mundo soñado donde trascurre esta historia y la vida de Brian, si se salís desde Neuquén Capital hay que tomar la 22, empalmar con la 40 en Zapala y en Chos Malal (hay dos estaciones de servicio) y continuar por la 43, que están asfaltada hasta Las Ovejas.

De ahí sigue de tierra y ripio y dobla a la derecha en el puente que cruza el río Neuquén para ir a Varvarco, Los Bolillos, los géiseres, el Domuyo, el Cajón del Atreuco, el del Covunco y todas esas maravillas. Pero si no cruzás el puente, en esa bifurcación nace el otro camino que también es inolvidable: la ruta 54.

Brian vive en Manzano Amargo, a unos 18 km más adelante de la bifurcación. Esa mañana salió temprano, hizo unos 15 km hasta Pichi Neuquén, el último enclave, donde hay unos 60 habitantes. Hay cerca de 100 puestos de veranada hasta Los Cerrillos y ese es otro motivo para circular con precaución: todavía los rezagados andan por la ruta y y también es frecuente ver los rebaños camino a sus tierras de pastoreo o de regreso a los puestos.

Así está en estos días la laguna Varvarco Tapia. Foto: Brian Muñoz.

Después del puente que cruza el río Pichi Neuquén, se metió de lleno en la cordillera de los Andes entre los puestos de las veranadas, avanzó entre montañas bajo el vuelo de los cóndores y desembocó en Los Cerrillos, donde las truchas de las lagunas Varvarco Campos y Varvarco Tapia que une un arroyo tientan a los pescadores. A los que respetan el reglamento a los pescadores y a los otros. En las últimas semanas, guardafaunas secuestraron equipos y decenas de truchas a los infractores.

La ruta 54 rumbo a las lagunas. Foto: Brian Muñoz.

Brian debió vadear el río Neuquén cinco veces hasta llegar. No le preocupaban tanto los pozos con 30 cm de agua, sino que después de las lluvias y los aluviones la ruta quedó solo para las 4 x 4 desde Los Chenques. Y eso que antes él supo hacerla en su Gol bajito. «Era impresionante el caudal que venía, el camino quedó destrozado, mucha piedra», dice Brian.


Diez minutos con el flamenco

Pero valió la pena, porque después de esos 70 km desde Manzano hasta la laguna Varvarco Tapia encontró lo que buscaba hace tanto tiempo.

El flamenco austral en la laguna Varvarco Tapia.

El flamenco austral estaba a apenas unos metros delante de sus ojos, concentrado en buscar comida, insectos y pequeños cangrejos en el agua cristalina.

Se acercó con cuidado, sacó la cámara y se ocultó detrás de unas rocas.

Sabía que son esquivos y que cualquier movimiento que detectara podría ahuyentarlo. Pero esta vez no ocurrió: se dejó ver sin moverme demasiado y no lo espantó.

El primer flamenco del año. Foto: Brian Muñoz

«El flamenco se quedó unos 10 minutos, creo que se dio cuenta de que lo estaba observando, pero como no me metía en su espacio estaba tranquilo. Igual después se fue un poco más lejos y voló otro poco más lejos. Ya me había dejado verlo, hacerle unas fotos, era suficiente para mi. Nunca había tenido una oportunidad así. Y eso que lo había intentando antes muchas veces. Me fui feliz: era mi primera vez. Y era el primer flamenco avistado este año a la laguna«, relata Brian.

El día le regalaría otras postales inolvidables.

Arreo en el norte neuquino. Foto: Brian Muñoz.

Atardecer en la ruta 54. Foto: Brian Muñoz.

Un arreo de los crianceros trashumantes. Y un atardecer de película de regreso a casa.

 Brian junto al Palenque. Un conglomerado sedimentario consolidado que muestra una forma de palenque o poste clavado en un faldeo del cerro, de unos 20 metros de altura y entre cuatro a cinco metros de circunferencia, producto de la erosión, al oeste de la Laguna Varvarco Campos.

«Eso es lo que tiene en el norte neuquino. Siempre te sorprende«, dice Brian y se despide para planificar nuevas aventuras: «Todos los días hay algo para descubrir».


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