Yuco, las playas que tenés que conocer en San Martín de los Andes

Son cinco playas en el Parque Nacional Lanín: tres en bahías de aguas cálidas y tono turquesa (las más concurridas) y dos más frías sobre lago abierto. "Nunca había visto tanta gente", dice el guardaparque Esteban Saez. Hay proveeduría, food truck, fogones y baños.

Es su tercera temporada en Yuco y nunca había visto tanta gente. Cada día de sol y temperatura agradable en este paraíso a 30 km de San Martín de los Andes, el guardaparque Esteban Saez sabe lo que pasará: los visitantes estacionarán a ambos costados de la ruta provincial 48 de piedra y capa de ripio que ya es un recuerdo y solo dejarán una mano para transitar, desbordarán los estacionamientos en los accesos y en la hora pico de llegada (entre las 14 y las 15) deberá intervenir para tratar de poner un poco de orden.

Maravilla: las bahías de Yuco. Foto: Patricio Rodríguez

Sabe también que cuando se vaya ese orden se desvanecerá, que pocos respetarán la distancia social y usarán barbijo y que no faltará el que se enoje si se los marca o los que le dicen que no los utilizan porque al aire libre no hace falta pero que está bien que él sí lo haga porque habla con mucha gente. Luego caminarán por los senderos hasta la playa a buscar su lugar y si no lo encuentran les indicará que las alternativas más cercanas son el lago Nonthue a unos 10 km y la playa Hua Hum a unos 15.

“Los ves que vuelven cargados con las reposeras, la sombrilla y la heladerita portátil y te da pena que no hayan conseguido un espacio para quedarse porque las playitas quedan chicas. Lo menos que podés hacer es recomendarle un lugar cercano para que no vayan con un sabor amargo”, comenta Esteban.

El entorno le da el tono turquesa a las bahías. Foto: Patricio Rodríguez

“Estoy sorprendido con la cantidad de gente que llega, muchas más que los últimos dos veranos. Muchos me dicen que es su primera vez en la Patagonia y que ahora que la conocieron van a volver. Pero con tantos turistas se nos complica un poco con los vehículos. Veo mucha más gente de afuera que de San Martín y Junín. Los residentes seguro que pueden darse una vuelta, pero creo que apuntan más a otros lugares por el estado de la ruta y el amontonamiento de gente”, agrega.

Las aguas cristalinas de Yuco. Foto: Patricio Rodríguez

En base a los autos y camionetas que cuenta en los estacionamientos, su cálculo indica que entre 600 y 1.000 personas llegan a diario a Yuco, en el Parque Nacional Lanín, donde no hay que pagar para acceder como en otras zonas, no hay servicio de guardavidas y el área está habilitada de 9 a 20.30 horas. Hay que llevarse la basura y no se puede ir con perros.

A dejarse llevar… Foto: Patricio Rodríguez

¿Cuál es el motivo de tanta atracción tan a la argenta en el verano de la pandemia? La respuesta está a la vista: es esa península y sus bahías de aguas cálidas protegidas del viento que el entorno de coihues y el origen glaciar vuelve de ese tono turquesa que encandila. Esas playas de arena, los arrayanes sobre la costa, las rocas ideales para tirarse a tomar sol, las corrientes calmas para remar en el kayak o parado sobre la tabla de SUP, meterse con la colchoneta inflable y dejarse llevar. Ese suave de declive de unos 30 metros hasta el veril, ideal para que los chicos se metan, naden y buceen mientras los más grandes los miran desde la orilla.

En las bahías, el declive es suave. A unos 30 metros de la orilla, con un metro de profundidad, los chicos pueden bucear. Foto: Patricio Rodríguez


Son cinco las playas de Yuco, conectadas por unos 600 metros de senderos. Las tres primeras, las de las bahías, son las más elegidas: Turquesa (la uno, de alrededor de 100 metros de largo por unos ocho de ancho en esta época); Arenosa (la dos, de alrededor de 150 metros de largo por 15 de ancho) y la más chica, Rocosa (la tres, de unos 10 metros de largo por 10 de ancho). Del otro lado, ya sobre lago abierto, aguas frías y sin reparo están Muelle viejo (la cuatro) y Del bosque (la cinco).

Conviene llegar temprano para conseguir lugar. Foto: Patricio Rodríguez

El sol marca el ritmo. Hasta las 14, cuando entra en sombra, la mayoría elige la Turquesa, para después mudarse a Arenosa y Rocosa. A partir de las 15.30, hay éxodo a Muelle viejo y Del Bosque, aunque las piedras son una opción que varios aprovechan.


Desde el verano pasado, tras un inédito convenio de Parque Nacionales con la Asociación de Skate de los Andes Club ASA Patagonia, hay proveeduría, fogones, food truck con mesas hechas con troncos caídos baños en Estación Yuco, en la zona cercana al estacionamiento de las playas dos y tres. También están a disposición de los visitantes juegos como tejo (hay una cancha delimitada con piedras), jenga, ta-te-ti-, dados y ping-pong.

Estación Yuco. Foto: Patricio Rodríguez.

La gente del club, que exige uso de barbijo y respeto a los protocolos, construyó los siete sanitarios y los mantiene limpios y en funcionamiento y a cambio obtuvieron las dos concesiones, en la que ofrecen desde galletitas, alfajores de maicena y agua caliente para el mate ($ 100) hasta hamburguesas y choris con vegetales salteados ($ 450) y cerveza artesanal ($ 250 la pinta, $350 la tres cuartos). La docena de tortas fritas vale 300 pesos.

A supear en el paraíso. Foto: Patricio Rodríguez

El alquiler de los fogones cuesta 800 pesos para los residentes de San Martín y Junín y 1.000 para el resto de los visitantes. Con estos emprendimientos, recaudan fondos para su gran sueño, la construcción del Skatepark en el Parque Lineal PocaHullo, hoy con un 20% de grado de avance. «Es nuestro gran objetivo», explica Mauro. «»También brindamos información a los visitantes sobre los senderos, las playas y los trekkings. Es la primera vez que Parques hace un convenio así, estamos orgullosos de eso», agrega.

Nadando en el Lácar. Foto: Patricio Rodríguez

Pese a que está prohibido, hay quienes encienden fuego fuera del área habilitada de los fogones. Por eso, durante sus recorridas, Esteban (segunda generación de guadaparques, que además de las 15 de la península tiene 17.000 hectáreas a cargo en su jurisdicción con pobladores criollos, un área de aprovechamiento forestal, una estancia privada y el control de las sendas) siempre chequea que no haya ninguno mal apagado.

Foto: Patricio Rodríguez

Al cierre del día, también se fija si aun quedan autos rezagados en los estacionamientos. Si hay, pero no quedan visitantes en las playas, significa que están en los senderos del bosque.

El guardaparque Esteban Saez en una de sus recorridas.

Por eso siempre recomienda que quienes emprendan caminatas avisen en la web de Parque Nacionales, en la proveeduría o a él.

Foto: Patricio Rodríguez

También recuerda que los carteles de fin de área de uso público en las playas significan exactamente eso, que no se puede ir más allá. Algunos cruzan el límite para tirarse al agua desde las rocas. Aunque hay profundidad, siempre encierran un riesgo latente. “El dato positivo es que cada vez que les digo a los grupos de chicas y chicos que no pueden estar ahí reaccionan bien y se van a las zonas permitidas”, cuenta Esteban.

Foto: Patricio Rodríguez

Ya es de noche y se despide para ir a ver si queda algún rezagado de los trekkings. Según el caso, puede caminar, subirse a la camioneta 2003 de tracción simple con la que no es fácil el invierno o recurrir a sus fieles laderas, las yeguas Petisa y Milagros, madre e hija.

A esa hora suele cruzarse con algún zorro colorado que aprovecha la soledad para buscar sobras. Difícil ver ahora un chancho jabalí, que aparece cuando termine la temporada. El puma no llega hasta aquí. Después, volverá a su casa y chequeará el pronóstico. Si va a estar lindo sabe que lo espera un día como el que está a punto de terminar.


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