Trump, capitalismo y política en tiempos de Twitter

Es una especie de Guillermo Moreno con cuenta de Twitter. Pero mucho, mucho más poderoso y, por ende, con una capacidad de daño muy superior. Donald Trump se dispone a asumir la Presidencia de los Estados Unidos y a inaugurar un nuevo estilo político, en el que el uso de esa red social resulta clave para establecer amigos y enemigos, elogios y amenazas, ganadores y perdedores. ¿Resultará esa una forma de hacer política aceptable para los tradicionalmente rígidos cánones de la hiperpotencia? ¿El sistema terminará por domesticar al futuro presidente o, definitivamente, EE.UU. se latinoamericanizará?

Dadas las diferencias de tradición política, lo que en esta parte del mundo se prestaría a polémicas en EE.UU. amaga con convertirse en tormenta. Bienvenidos a la política en tiempos de Twitter. Bienvenidos a la era Trump.

Las publicaciones en la red social fueron para él un arma eficaz en la campaña. Allí debatió, atacó y se burló de actores, periodistas, medios y rivales. Los editores se acostumbraron a bucear en esos mensajes en busca de “noticias”, hechos políticos de una nueva era. Gobiernos extranjeros, como el de Corea del Sur, destacaron funcionarios en sus embajadas en Washington con la tarea de detectar y ayudar a responder los dichos de Trump en la red.

Mientras, grandes compañías relataron a la prensa que sus responsables de relaciones públicas comenzaron a despertarse a la madrugada para seguir los tuits de Trump, de modo de asegurarse una respuesta temprana a lo que, en cualquier momento, puede devenir en una crisis.

Los primeros ganadores de la tendencia serán los consultores en manejo de crisis.Ari Fleischer, secretario de Prensa de la Casa Blanca con George W. Bush, le dijo a The Washington Post que “el modo en que las compañías actúan bajo una coerción temporal a manos de la persona más poderosa del mundo es una prueba fascinante en vivo y en tiempo real”. Según Fleischer, las opciones que un simple tuit de Trump le abren a las empresas se reducen a “ceder de inmediato o pensar a largo plazo y darse cuenta de que el momento de coerción pasará, que ya aparecerá otro tuit”.

Numerosas compañías ya cayeron en la filosa retórica del autodenominado “Hemingway de Twitter” . Entre ellas, Amazon, AT&T y Macy’s. Además de Boeing, a la que Trump amenazó con cancelar una orden de compra del nuevo avión presidencial por considerar excesivo el pago de u$s4 mil millones por un 747. También Lockheed Martin, que procesa una orden de compra de aviones F-35 para el Pentágono. Y a utomotrices como GM y Ford y la japonesa Toyota, “culpables” de invertir en plantas en México en virtud de las disposiciones de un tratado de libre comercio que Trump amenaza con denunciar.

El curso de acción que sugiere Fleischer no es el que parece predominar, ya que las empresas involucradas en las admoniciones del presidente electo suelen generar respuestas temerosas y autojustificaciones en… Twitter.

Así lo hicieron GM y Toyota, mientras que Ford directamente canceló un proyecto de inversión de u$s1.600 millones para la construcción de una planta en el vecino del sur.

Lo que ocurre es que los tuits de Trump generan súbitos desplomes de los precios de las acciones, además de lo que suponen a futuro. La cancelación de los contratos no sería precisamente inocua para Boeing o Lockheed Martin.

Cuando le tocó a Boeing, las acciones se derrumbaron un 2 % en cuestión de minutos; en el caso de GM, la baja se acercaba al 1 % cuando la compañía decidió abandonar la postura zen.

Retomemos el ejemplo de GM para ponderar el potencial destructor de Trump. La publicación fue vista por los más de 19,5 millones de seguidores del presidente electo, recibió unos 18 mil retuits y disparó un aumento de 200 % de las búsquedas en Google vinculadas con la empresa. Así, una simple publicación en la red implica pérdidas instantáneas en el mercado. Como en EE.UU. la inversión en bolsa es una práctica muy difundida, surgió una “necesidad” rápidamente captada por una empresa.

Trigger Finance es una aplicación para celulares que ofrece el envío en tiempo real de alertas sobre acciones específicas, que se preestablecen a gusto del consumidor, cada vez que se “gatilla” una noticia. Ante la nueva tendencia, la app decidió que no bastaba con avisar con subas o bajas súbitas, récords al alza o a la baja o incrementos en la cantidad de papeles transados. Los tuits de Trump también forman desde ahora parte de sus alertas. Una de las fundadoras y CEO de Trigger, Rachel Mayer, le dijo al “Post” que “cada vez que él tuitea, el mercado se mueve. Nuestros usuarios pueden ver eso como una oportunidad de inversión”.

El uso de esa herramienta generó un debate en el equipo de Trump: ¿debería seguir tuiteando cuando se instale en la Casa Blanca?; ¿sería esa una actitud “presidencial”? Según trascendió, el propio involucrado aseguró que no renunciaría a esa vía de comunicación, algo evidente dada su conducta en la transición.

La pregunta que surge es hasta qué punto los EE.UU. corporativos aceptarán las nuevas reglas de juego si, ya presidente en funciones, Trump insiste en esos métodos de presión.Hasta ahora, Wall Street desmintió las previsiones de bajas agudas y se mantuvo vigoroso ante la perspectiva de una economía en crecimiento acelerado debido a los planes de expansión del gasto. ¿Qué predominará? ¿El entusiasmo ante la posibilidad de mayores ganancias, o el rechazo a un intento personalista y “apretador” de reconducir el capitalismo estadounidense? ¿El interés de corto plazo o el sostenimiento de las reglas de juego, las instituciones y el clima de negocios?

“Twitter es un arma muy, muy poderosa”, admitió el excomentarista de CNN y quien fuera el responsable de la campaña de Trump hasta junio del año pasado, Corey Lewandowski. “Arma”… Una palabra interesante.

Numerosas compañías ya cayeron en la filosa retórica del proclamado “Ernest Hemingway de Twitter” (pidamos perdón al escritor, aunque sea por vergüenza ajena).

El uso de esa herramienta polémica generó un debate dentro del equipo de Trump: ¿debería seguir tuiteando como hasta ahora cuando se instale en la Casa Blanca?

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Numerosas compañías ya cayeron en la filosa retórica del proclamado “Ernest Hemingway de Twitter” (pidamos perdón al escritor, aunque sea por vergüenza ajena).
El uso de esa herramienta polémica generó un debate dentro del equipo de Trump: ¿debería seguir tuiteando como hasta ahora cuando se instale en la Casa Blanca?

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