La lucha mapuche en clave de novela

“Otro Dios ha muerto”, de María Casiraghi, cuenta la historia de la familia del cacique Prane en la voz de su hija Petrona. De paso por Roca, donde presentó el libro, la autora habló con “Río Negro”.

Petrona Prane cuenta la historia del pueblo mapuche a través de su propia historia y María Casiraghi está allí para escucharla, conmoverse y decidir que eso es mucho más que el retrato que fue a buscar a esa casita de Pico Truncado.

La historia de Petrona, hija del cacique Emilio Prane y de una mujer blanca asentados en el Boquete, en Chubut, está atravesada por las luchas por la identidad, no sólo territorial, sino también, cultural.

María Casiraghi (Buenos Aires, 1977), periodista y escritora tomó la historia y la noveló en “Otro Dios ha muerto” (Alción Editora, Córdoba, 2016).

Pero hizo algo más: agregó documentación oficial que revela el modo en que la familia de Petrona, entre otras familias, fueron despojadas de sus territorios que el propio Estado Nacional les había cedido a fines del siglo XIX.

En la voz de Petrona, María Casiraghi construye un relato descarnado porque los hechos lo son.

De gira por la región presentando la novela, Casiraghi se encontró en Roca con “Río Negro” y contó las historias detrás de la historia de Petrona Prane.

P- ¿Cómo llegás a a interesarte en la cultura mapuche?

R- En 2000 me contrató una editorial de Buenos Aires para hacer un libro de fotos y otro de relatos sobre historias de vida en Santa Cruz. Lo hicimos con una fotógrafa santacruceña. Iban a ser dos o tres meses, pero fueron seis meses viajando las dos por todos lados. Fue un viaje muy intenso y fue el inicio de mi relación con la cultura de los pueblos originarios del sur.

P- ¿Y cómo llegás a Petrona Prane?

R- Durante aquel libro de fotos y relatos me hablaron de una mujer que era hija de un lonco muy destacado y que vivía en Pico Truncado. Así llegué a ella. Al principio no quería abrirme. Yo venía de Buenos Aires, tenía veinte años, “qué quiere esta chica…” se preguntaba Petrona. Fue muy de a poquito, tomar unos mates, volver. Cuando finalmente nos abrió y ella misma se abrió nos empezó a contar su historia. Nos dijo que mucha gente había hablado con ella, antropólogos, escritores y que nunca más volvían. Ella necesitaba hablar y una vez que lo hizo me pidió si yo podía contar su historia, más allá del libro aquel que estábamos haciendo. La novela vino después. Yo volví cuando presentamos el libro, pero no pude cumplir con la promesa que le había hecho porque Petrona falleció.

P- ¿Cómo seguiste con el tema?

R- Después de conocer a Petrona me interesé mucho por el mundo mapuche a partir de todo lo que ella me había contado. Empecé a leer libros sobre el tema. Cuando ella muere yo me voy a las tierras donde había nacido a conocer a su familia en el Boquete Nahuelpan, borde noroccidental de Chubut. Me presenté y les llevé el libro de retratos. Les expliqué la relación que había entablado con Petrona, que quería escribir la novela con su vida y les pregunté si tenían documentación. En ese momento me recibieron Ana y José Prane, sobrinos nietos de ella. En Buenos Aires me seguí viendo con José porque viajaba para seguir con los trámites de recuperación de las tierras.

P- Tuviste buena llegada con los familiares de Petrona, porque ellos no te conocían, caíste y les pediste documentación…

R- Sí, tuve una buena recepción desde el principio. Fueron muy amables y sobre todo confiaron. Ellos me dieron todos los documentos que aparecen en la novela. Lo de Petrona fue su relato oral a partir de su extraordinaria memoria. Es más, ella aporta todo su conocimiento ancestral en los últimos años de la lucha por la recuperación de las tierras, cuando vuelve a Teka, antes del regreso definitivo al Boquete. Los rogativos vuelven a hacerse cuando ella regresa. Ella le mandaba cartas a sus sobrinas explicando cómo tenían que hacerse las prácticas ancestrales.

P- ¿Te identificaste con la causa mapuche que aparece en el relato?

S- Sí, porque además del compromiso que yo quería cumplir de escribir la vida de Petrona Prane, me terminó interesando e identificando en la lucha de su familia por la recuperación de su lugar y de su cultura. Y creo que la literatura es un vehículo interesante y con una llegada diferente al lector. Uno también elige una historia para contar y yo elegí esta historia porque me conmovió desde un principio, una historia terrible que me modificó a mi como persona. Yo siento que mi cultura es responsable de lo que pasó con el pueblo mapuche. No soy culpable pero sí responsable desde mi cultura. Y desde ese lugar también escribí esta novela.

P- Es dramático cómo cada uno de los personajes se va incorporando a la “vida huinca”, la vida de los gringos en las ciudades.

R- Tal como se sucedían las cosas era inexorable el abandono de sus lugares para escapar de la miseria y la pobreza. Sabían que en algún momento iban a tener que irse la ciudad porque era insostenible la vida allí. No sólo pobreza material, sino que también veían cómo se iba desintegrando en su fe.

P- La novela está construida con voces femeninas, la de Petrona y la de Gabriela, una antropóloga. Pero sobre todo es la mirada y la voz de una mujer mapuche la que nos cuenta esta historia.

R- La historia desde una mujer es una casualidad, que luego dejó de serlo. Comencé con Petrona y decidí que esa sea la voz.

P- ¿Qué recepción tuvo el libro en la zona?

R- Desde la comunidad mapuche tuve pocas devoluciones directas, pero fueron buenas. También me interesaba la mirada de los antropólogos y también fueron positivas. Aunque siempre aclaro que se trata de una novela, no de un trabajo científico. Los Prane lo recibieron muy bien y eso me tranquilizó mucho también.

En la voz de Petrona Prane, la escritora María Casiraghi (re)construye un relato descarnado porque los hechos lo son.

“Yo siento que mi cultura es responsable de lo que pasó con el pueblo mapuche. Y desde ese lugar también escribí esta novela”.

“La historia desde una mujer es una casualidad, que luego dejó de serlo. Comencé con Petrona y decidí que ésa sea la voz”,

cuenta María Casiraghi sobre su trabajo.

Datos

En la voz de Petrona Prane, la escritora María Casiraghi (re)construye un relato descarnado porque los hechos lo son.
“Yo siento que mi cultura es responsable de lo que pasó con el pueblo mapuche. Y desde ese lugar también escribí esta novela”.
“La historia desde una mujer es una casualidad, que luego dejó de serlo. Comencé con Petrona y decidí que ésa sea la voz”,

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