De los rieles a las plazas de Neuquén

Dos locomotoras traídas en 1910 para transportar los materiales utilizados en la construcción del dique-puente Ballester fueron reacondicionadas y pintadas de vistosos colores. Hoy las disfrutan los chicos en espacios verdes de la ciudad.

Las maquinitas que vieron nacer los ríos de la Confluencia, siguen en vigencia con un uso ornamental y de juego infantil en dos paseos: en el Parque Central y en la plaza del barrio Altos del Limay.

Son dos locomotoras de principios de siglo, de hierro fundido y trocha angosta, que se utilizaron para llevar los materiales con los que se construyó el dique puente Rodolfo Ballester, ubicado aguas arriba del Neuquén, a la altura de Vista Alegre Norte.

El dique, del cual nace el canal de riego que lleva el agua a las chacras del Alto Valle de Río Negro, fue una obra de ingeniería hidráulica que arrancó entre 1906 y 1911. Terminó en 1922 tras la normalización del comercio internacional al finalizar la Primera Guerra, con una construcción que tuvo su obrador en la vera rionegrina de Barda del Medio, y cuyo uso, además del riego, fue el de regular las crecidas del Neuquén y solucionar las inundaciones de poblaciones aguas abajo.

Los vagones que llevaban las piezas, el material y las herramientas de la estructura que aún está en pie en las compuertas del puente – dique Ballester, eran impulsadas por tres poderosas locomotoras.

“Una está en la plaza ubicada entre Aconcagua, Palpalá y Hua Hum, en Altos del Limay”, identificó Eva Roca, a cargo de la mantención del equipamiento de plazas de la ciudad. Otra de las locomotoras está visible en el microcentro. Se ubica a un costado de la calle Vecinalistas Neuquinos del Parque Central.

En el barrio Altos del Limay luce la otra locomotora en medio de los juegos, pero en este sector barrial está cerca del equipamiento de gimnasios a cielo abierto.

“Trabajé codo a codo con la comisión vecinal en los 80, fuimos metiendo mano para hacer la plaza, sacar los yuyos. Éramos dos mujeres y unos cuatro varones, entre ellos mi marido”, dijo Amalia Sandoval, una integrante de la comisión vecinal de Altos del Limay que recordó cómo se logró consolidar ese espacio verde a fuerza de insistencia de los vecinos.

Organizados, estos neuquinos lograron capear las dificultades de mantener el lugar, incluso para evitar perder el verde y los árboles ante las necesidades de otros vecinos. “La placita no tiene nombre. Conseguimos mucho de lo que está aquí con el presupuesto participativo. Buby Martínez logró traer esa maquinita y nosotros seguimos peleando por este lugar”, dijo Amalia.

Agregó que debieron capear los intentos de toma y actualmente están en campaña por conseguir la iluminación.

Datos

“En nuestro barrio todos somos custodios de la plaza. Estamos alertas frente a los intentos de tomas y estamos gestionando la luz”.
Amalia Sandoval, integrante de la comisión vecinal del barrio.
Durante muchos años estas máquinas ferroviarias estuvieron abandonadas.

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