Arquitectura en San Martín de los Andes: esta casa fue imaginada como una pieza rocosa

El estudio Servente Larrazabal Arquitectos sorprende ahora con esta obra que registra maravillosas vistas del Cordón Chapelco.

El estudio Servente Larrazabal Arquitectos, formado por los arquitectos Victoria Larrazabal y Santiago Servente, tiene su oficina en San Martín de los Andes. Ahí mismo cuenta que eligieron este lugar para desarrollar su profesión y disfrutar de una mejor calidad de vida, en contacto con la naturaleza.

El desafío fue dotar de un enfoque propio a la disciplina: la búsqueda expresiva de la forma y la poética de cada espacio, el trabajo con los vacíos y la luz, la funcionalidad, la tectónica y a su vez el estudio de las nuevas formas de habitar y las diferentes tecnologías aplicadas a materializar los proyectos en relación a las posibilidades que ofrece cada lugar y encargo, comentan. Su amplia trayectoria incluye viviendas unifamiliares, edificios de viviendas y desarrollos de destino turístico y comercial. Sus encargos se encuentran a lo largo de un amplio territorio que va desde San Martín de los Andes y sus alrededores, La Angostura y Bariloche, así como también Cholila, Villa Meliquina, sur de Chile y zona norte de la provincia de Buenos Aires.

“Desde que comenzamos a trabajar, nuestro estudio buscó crear una arquitectura de carácter contemporáneo desde lo estético y lo funcional y que a su vez tenga un fuerte diálogo hacia el paisaje patagónico. Cada obra que pensamos y creamos tiene una búsqueda específica pero a su vez se puede observar un recorrido que se va trasformando en cada obra. Como hilo conductor de ese recorrido aparecen las formas claras, reconocibles, como piezas en el paisaje; el análisis claro de los modos de habitar particulares de cada individuo y una fuerte conexión entre los espacios interiores y exteriores. Los resultados van variando ya que cada proyecto tiene su propia búsqueda, su proceso creativo particular. Y es esto lo que hace emocionante nuestra profesión”, comentan los dos arquitectos a “Río Negro”.

Siguen contando: “Cuando nos convocaron para diseñar esta vivienda, observamos el terreno formado por una lomada que ascendía desde el nivel de la calle y luego volvía a descender de forma más tenue hacia la parte trasera del mismo. Desde la parte más elevada se alcanzaban las mejores vistas del Cordón Chapelco. Imaginamos la casa como una pieza rocosa con formas que enlazaran con el perfil ondulante de las montañas lejanas. Al estar situada en un barrio consolidado, pensamos que la pieza debía abarcar las grandiosas vistas pero a su vez generar un paisaje propio que generase cierta distancia con las viviendas vecinas. Para esto conformamos diferentes espacios exteriores que se articulan y relacionan con el interior creando variedad espacial y diferentes usos”.

El acceso principal, elevado sobre la calle, es un vacío practicado en la fachada principal. Una escalera paisajística conecta los niveles y desemboca en este patio de acceso cubierto, un espacio de transición entre lo público y lo privado. Desde este punto se inicia el recorrido propuesto, que atraviesa la casa hacia el próximo patio-jardín.

El patio-jardín al otro lado de la vivienda, es el lugar del esparcimiento y ocio. Se consolida por 3 elementos arquitectónicos: un brazo que se despega de la casa en dirección sur actuando como protección de los vientos predominantes del sur oeste y de las visuales del lote vecino. El volumen de la piscina que se dispone en forma paralela a la casa salvando el desnivel natural y el deck dispuesto al este que se extiende desde el interior.

Otra vez atravesando el brazo que se extiende hacia el jardín se visualiza el tercer espacio exterior, un pequeño refugio privado de uso exclusivo del núcleo de la cocina. Las vistas se cruzan y se traspasan de un espacio a otro y se vuelven infinitas.

La planta alta contiene los espacios más privados, hacia el este el dormitorio principal con su baño y área de vestir y hacia el oeste los dormitorios de los hijos. Entre ambos, un espacio compartido atraviesa la casa en dirección norte sur, conectando las vistas y aprovechando el asoleamiento de la orientación norte. Este ambiente se proyecta hacia el exterior en un gran deck mirador, desde allí se disfruta de las vistas más amplias sin interrupciones.

La piedra gris y ocre envuelve los volúmenes principales y genera la continuidad entre los mismos. Este revestimiento se fusiona monolíticamente con el hormigón visto que queda expuesto en columnas exentas y losas.

Para la construcción se pensó en un sistema tradicional: estructura de hormigón armado y tabiques de mampostería. En el techo utilizamos vigas de pino Oregón, dispuestas como correas. Estas piezas quedan ocultas por los tableros de osb que vinculan y rigidizan la estructura. En el espacio interior remanente entre correas se proyectó celulosa, un excelente aislante térmico. Interiormente el cielorraso de tablas de Raulí se observa como una placa continua que acompaña las pendientes de techo y da dinamismo al espacio interior.

Los grandes paños de vidrio cuentan con aberturas de PVC y DVH. La madera de Raulí se usó para revestimientos puntuales en interior y exterior, así como en detalles del equipamiento y puertas de la casa.

Es una casa de vacaciones que busca expresar la sensación de ocio y disfrute en cada ambiente, donde las vistas entre sectores se cruzan invitando a realizar diferentes actividades mientras te recuerda en cada momento que estás inmerso en el paisaje de montaña de San Martín de los Andes.




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