Pausa
Mientras el mate cocido reposa en la mesa, un alegre trinar da aviso a un bello amanecer. Los pastizales asoman en distintas variantes de tonos verdes. El inmenso horizonte y el olor a mañanas de noviembre me sacan un suspiro. Avanzo para darle de comer a las gallinas y me dispongo a disfrutar el nuevo día.
Corto una ramita de piquillín para sentir su sabor y pienso que las vivencias del campo hacen más fuerte mi coraje pero al llegar la noche, la cobardía toma lugar.
-La oscuridad debilita al vidente, susurré a la brisa.
Pero las sensaciones tienen que ver con las cosas que nos rodean, cosas positivas, negativas, ruidosas. Lo importante es como nos paramos y enfrentamos cada instante.
Un cuis bordea el alambrado y se detiene ante la sombra de un hambriento águila. Observo. La vida y la muerte otra vez enfrentadas. Una lechuza desvelada también se suma al espectáculo.
Depende también desde qué lugar miremos esa situación. El ave rapaz muestra sus garras y mi ansiedad crece exponencialmente como cuando esperaba horas el llamado de mi novia o cuando esperaba en un frio pasillo y me dijeron que ya estaba por nacer mi hijo.
Adrenalina. El pequeño se escabulle.
Regreso a casa y el mate cocido ya está frío. Hago una pausa y las pulsaciones descienden lentamente.
Fabricio Fernández, DNI 23.832.218
General Roca
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