Casimiro Gómez: de terrateniente en el 1900 a nombre de una toma en el 2020

La historia quiso que, ayer y hoy, siguiera ligado a la tierra en Neuquén capital. Necesidad y conveniencia se cruzan, desde entonces, en un escenario complejo. Aquí el disparador para conocer la historia de este inmigrante, talabartero y masón.

Cuando Casimiro Gómez era reconocido como el buen ciudadano que donó los lotes donde se instaló Neuquén capital, seguro no imaginó que su nombre volvería a destacarse 116 años después. Su apellido sigue vinculado a la tierra, pero esta vez en medio del conflicto. ¿Quién fue este sujeto?

Casimoro Gómez empezó en Buenos Aires, como aprendiz de talabartero. Su fábrica llegó a ser multipremiada. Foto: Fondos del Museo de Pontevedra.

“La toma Casimiro Gómez”, titulan los medios para referirse a cada novedad sobre la puja entre vecinos y el gobierno neuquino. La casualidad quiso que la calle que recuerda al acaudalado terrateniente sea el epicentro de una de las ocupaciones que más familias convocó, en este arranque del 2020. En esos descampados áridos, el año comenzó mostrando que son muchos los que todavía quedan afuera en la próspera Neuquén, buscando acceder a un espacio donde poder construir, más económico y sin alquilar. No es tan sencillo progresar.

Pese a los contrastes, los movimientos de quien fue Casimiro en vida son muestra de un escenario complejo. Ya en el 1900, la tierra no sólo era para quien podía pagarla, sino para quien tenía los contactos para saber cuándo y cómo invertir.

La toma de este verano en la capital neuquina. Foto: Archivo.

Archivos en la región y en el exterior celebran la trayectoria de Gómez como la de un industrial dedicado al trabajo del cuero, que empezó a los 13 años como aprendiz de talabartero en Buenos Aires. Hijo de labriegos, este inmigrante había nacido en Viascón, provincia de Pontevedra, Galicia, en 1854.

Pero desde esos comienzos, similares a los de otros tantos, la suerte de Casimiro resaltó. Su fortuna en Argentina empezó a crecer y su talabartería se convirtió en una de las principales del país. En medio de ese auge, un dato que no es menor: el Ejército argentino lo eligió para comprarle las monturas y equipajes reglamentarios. Por esos años las tropas del Estado estaban en plena actividad buscando imponerse en tierra indígena. Así, la fábrica de Gómez creció a niveles de lujo y hasta fue multipremiada por sus productos. Fundada en 1878, “La Nacional” prosperó mientras que la Campaña al Desierto avanzaba con el general Roca a la cabeza, en 1879.

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Los años pasaron y en 1884 Nación vendió tierras a remate público, en la zona de la Confluencia. Comprar lotes en el lejano sur, tras el despeje de población originaria, puede verse como un acto pionero o como una astuta inversión a futuro. Hasta ahí Gómez no entraba en la escena regional, pero no faltaba mucho.

A nivel regional, se estructuraba el territorio neuquino y para 1887 Chos Malal era designada capital. Sin embargo, el gobierno en Buenos Aires cambió de idea y el volantazo fue contundente. Pese al rechazo de muchos, pusieron los ojos en la Confluencia y en 1902 completaron las gestiones para que llegue el ferrocarril. Esto ayudó a la comunicación y transporte del caserío que ya funcionaba, pero también dio el impulso inmobiliario: sirvió para revalorizar las tierras en un 50% y con ello, despertar el interés de privados como Casimiro.

Neuquén Capital en sus orígenes. Foto: Revista Más Neuquén.

Estratégico, el empresario le compró tierras a Ernesto Nolte, uno de los caballeros que había aprovechado el remate de 1884. Cerrado el proceso, Gómez concentró toda la propiedad de lo que sería Neuquén capital junto a Francisco Villa Abrile y Ramón López Lecube.

Aún así, fue por más. Como detalla el libro “Neuquén, 100 años de historia”, a cargo del Grupo de Estudios de Historia Social (GEHISO UNC), Casimiro negoció con los demás y se quedó con “todas las propiedades inmuebles donde en 1902 se ubicó la punta de rieles del tren y la estación”. Ayudaron sus vínculos con el gobernador de aquellos años, Carlos Bouquet Roldán, quien había orquestado en Buenos Aires el traslado de la capital, junto al ministro del Interior, Joaquín V. González (ver Masonería).

Neuquén Capital en sus orígenes. Foto: Museo Paraje Confluencia.

Cuando se inauguró Neuquén en 1904 y Gómez pasó a la historia como quien donó las tierras, la opinión pública se encargó de levantarlo como el benefactor de la ciudad. Pero no fue un aporte desinteresado. A cambio se ahorró los gastos de mensura y escritura, además de especular con la valorización de los terrenos restantes. En 1911, completó su propósito formando una sociedad anónima, “Nueva España”, que llegó a brindar préstamos y justamente, vender tierras al propio municipio. Negocios similares hizo en Córdoba, La Pampa, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y otros puntos del país.

“La valorización fue del 500 por 1, ya que antes del traslado se vendía la tierra en el paraje Confluencia a $1 la hectárea, y luego del mismo, a $500 y hasta $600 la hectárea”,

según los inspectores de tierras.

Como muestra de las reverencias que cosechaba Casimiro en la nueva capital, el 12 de septiembre de 1907 se inauguró la Capilla Nuestra Señora de los Dolores, antecesora de la actual catedral. Él y su esposa, justamente llamada Dolores Palmes, fueron los padrinos, y eso quedó grabado en las medallas que se mandaron a acuñar para la ocasión.

Miembro de la Unión Industrial Argentina, murió a los 86 años, en 1940. Pontevedra y entidades extranjeras aún lo homenajean, como la Xunta de Galicia, secretaría dedicada a mantener unida a la comunidad gallega dispersa por el mundo.

Mientras tanto, en Neuquén, por ordenanzas de la década del ‘80, una calle y una plaza del Rotaract llevan su nombre. Y la populosa toma que demanda soluciones también.

Casimiro y la masonería


Por estos días en que resuena el nombre de Casimiro, el Museo local “Paraje Confluencia” también lo recordó, pero por sus vínculos con la masonería y su influencia en Neuquén.

La mirada de las logias “se vio reflejada en el trazado urbano de la ciudad y en alguno de sus monumentos, donde se representan los símbolos que encarnan su ideario filosófico y esotérico”, postearon en redes sociales.

Entre los masones regionales, identificaron a Gómez, al gobernador Carlos Bouquet Roldán, al poeta Eduardo Talero y el gobernador Eduardo Elordi, a los que se sumó más tarde el farmacéutico Ferruccio Verzegnazzi.

El historiador Francisco N. Juárez escribió para Río Negro que cuando inauguraron a Neuquén como capital, hasta el ministro del Interior, Joaquín V. González, era un personaje importantísimo en la masonería nativa y asistió a los actos aquí en la zona.

Neuquén con sus diagonales, en el archivo del Museo Paraje Confluencia.

Según Juárez, Gómez fue iniciado en la logia Constancia Nº 7 en 1878 y entre sus hermanos masones era considerado “de nobles sentimientos humanitarios”. Elordi, por su parte, comenzaría en secreto en la logia Obreros Luz del Neuquén.

La toma Casimiro Gómez, en cifras


En el censo realizado en la toma de la calle Casimiro Gómez se llenaron 2.055 fichas, aunque luego del primer chequeo se comprobó que había algunas repetidas. El número final quedó en 1.600.

Ese dato sirvió en términos estadísticos para entender que en el lugar hay 5.600 habitantes de todas las edades.

Las fuentes consultadas


* Archivo Diario Río Negro.
* Biblioteca Diario Río Negro:
– “Neuquén, 100 años de historia”, a cargo del Grupo de Estudios de Historia Social (GEHISO UNC).
– “Neuquén, ciudad imaginada, ciudad real”, dirigido por la UNCO y publicado junto al municipio, para el centenario.
– “Neuquén, preguntas para entender la ciudad”, de Silvio Winderbaum.
– “La fundación de Neuquén”, de Juan Mario Raone.
* Xunta de Galicia – Secretaría Xeral de Emigración.
* Digesto Web, Concejo Deliberante de Neuquén.


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