Clases: ese aparente interés por la salud

El sistema educativo llega al final de la primera parte del año en medio de un juego de apariencias.

Todos exacerban su interés por la salud, maquillando intereses sectoriales que poco tienen que ver con la necesaria disminución de la curva de contagios de covid-19.

Cuesta entender de otra manera el adelanto y la extensión a tres semanas de las vacaciones de invierno.

El gobierno rionegrino tenía muy a mano otra herramienta para garantizar la baja circulación de padres, alumnos y trabajadores del sistema educativo.

Si pretendía realmente que disminuyera la movilidad, los ministerios de Educación y Salud no tenían más que replicar las normas que estuvieron en vigencia hasta la semana pasada.

El camino lógico era la virtualidad plena para las clases durante esa semana previa al receso.

Sin embargo, se resolvió liberar a todos de las responsabilidades y activar el descanso durante 21 días.

Sólo las penurias económicas que atraviesan muchas familias son las que permiten dudar sobre la conducta que asumirá la mayoría. Porque, aquél que pueda, viajará hacia algún lugar turístico o irá a visitar a sus familiares en otros puntos del país. Y el que no cuente con el dinero necesario, por lo pronto tendrá mucho más tiempo para esas reuniones de compañeros o amigos que ahora están limitadas por las horas que deben ocuparse en clase.

Cualquiera sea la opción elegida o posible, la conclusión será la misma: mayor movilidad. Y con eso, la llegada nuevamente del escenario más propicio para la transmisión del coronavirus.

La decisión del gobierno no es ilegítima. Definió políticas dentro de sus facultades.

Lo que faltó entre las autoridades provinciales fue una cuota de sinceridad, para admitir la necesidad de activar nuevamente el turismo, para que les vaya mejor a muchas familias barilochenses y, en consecuencia, el Estado aumente sus ingresos impositivos.

Y así como el gobierno es protagonista de esta escena, la Unter asumió cómodamente el rol de reparto.

Antes del anuncio de la gobernadora Carreras, el gremio docente había dicho que “lo ideal” sería la extensión y el adelanto del receso invernal.

¿Ideal para quién? ¿Para qué?

En los secundarios del Alto Valle los alumnos cumplirán hoy un mes sin presencialidad y -con suerte- recién el lunes 26 de julio algunos podrían volver a las aulas.

Mantener las clases -al menos virtuales- hasta el receso de dos semanas fijado por el calendario original tal vez hubiese atenuado el impacto que seguramente provocará en los adolescentes una desconexión de tantos días con sus colegios.

El corolario de este paso de comedia llegó con el aviso que hizo el sindicato el viernes: las tres semanas son “ideales”, pero no aceptan la extensión del ciclo lectivo en diciembre para recuperar los días perdidos entre el 5 y el 8 julio.

Huelga ratificar que es injusta la acusación generalizada muchas veces escuchada o leída, que afirma que los docentes no quieren trabajar.

El problema es que situaciones como estas hacen cada vez más difícil la defensa propia a esos docentes valiosos que honran su vocación.


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