Cristian, el hombre de las caricaturas en la calle Mitre de Bariloche

Este artista callejero es ya una marca registrada en la ciudad. Busca el humor más que el ridículo y así recibe de los turistas el dinero para vivir y una sonrisa.

Observa con detalle a su modelo unas cuatro o cinco veces y le basta para empezar a volcar trazos sobre su hoja blanca. En cinco minutos, el dibujo está listo. Sus 24 años de trayectoria en caricaturas no fueron en vano. Cristian Valverde es uno de los artistas callejeros más talentosos de Bariloche que cada tarde se dispone en el ingreso del Banco Nación en la calle Mitre.

Días atrás, dibujó a una mujer mayor que caminaba con ayuda de un andador. Pero su público más frecuente son los niños y adolescentes. También le han pedido dibujos de perros, gatos y caballos e incluso autos estacionados en Mitre que son objeto de atención de los inspectores municipales.

Nació en Capital Federal pero cuando tenía apenas tres años, su familia se radicó en Bariloche. Al terminar el colegio secundario, Cristian regresó a Buenos Aires pero tras su paso por la Escuela Argentina de la Historieta, tomó la decisión de volver a la Patagonia.

La «vidriera» del arte de Cristian está en la vereda de la calle Mitre, un punto de tránsito obligado para turistas. Foto: Chino Leiva

Desde muy chico, supe lo que quería hacer. Y como esto es un aprendizaje constante, seguí estudiando por mi cuenta. Soy autodidacta: uno empieza pero nunca termina. Tengo varios libros técnicos de consulta y ahora hay varios cursos on line”, aseguró este artista de 46 años que, al no poder trabajar durante la cuarentena, se dedicó a estudiar.

En este momento, realiza un curso de pintura digital que aplica a su primera novela gráfica “Doctor Dante Zamorano”. En este nuevo proyecto de 400 páginas, el protagonista es un psicólogo que hace un periplo espiritual.


Retratos


Años atrás, Cristian decidió imitar a varios artistas que dibujaban en la calle. En un principio, admitió, “no le salía nada” y se sentía “medio perdido”. “Desde el 97, hago caricaturas, un trabajo que requiere mucho estudio por fuera de la página en la estás dibujando”, señaló.

Puso como ejemplo, la época del Renacimiento ya que “posaban horas y horas y pagaban fortunas porque no había cámaras de fotos. Hoy, la gente no tiene dinero y debe ser algo rápido porque se cansa de esperar”.

Sobre la caricatura, Cristian consideró que no debe ser burlona para resultar graciosa. En sus dibujos resalta rasgos divertidos pero no grotescos. “La idea es que la gente se lleve un cuadro para poner en su casa. Puede pasar que un grupo se quiera reír pero no es lo común. Hay que adaptar las líneas y el trazo a lo que la persona quiere”, detalló.

Lo primero es analizar los rasgos físicos del modelo y la construcción del rostro pero especialmente, la mirada como identificación central de la persona. “La mirada es un retrato prácticamente, por más que sea una línea sencilla. Si hacés la mirada tal cual, lo otro podés modificarlo: agrandarle un poco la nariz o la forma de la cabeza. Va a seguir siendo la persona”, sostuvo al tiempo que aclaró que también hace retratos aunque “llevan más tiempo y son más caros”.

Desde el año 200, Cristian Valverde dicta talleres de historieta y caricatura. Foto: Chino Leiva

Un punto complejo para los artistas callejeros es atraer clientes. Cristian prefiere correrse del “plan vendedor” de caricaturas. “Me gusta poner un precio económico y hacer lo mío. Así, cuando la gente se acerca, te ve haciendo algo. Tengo armado un pequeño muestrario con la foto de la persona y la caricatura”, dijo.

Consideró que “cuando la persona te ve dibujando, puede ver cómo queda. Ese es el enganche. Si te quedás sentado esperando, cuesta que se acerquen”. Otra clave es el precio a fin de que no resulte un limitante. “Uno debe tener cierta coherencia. La persona que eventualmente se va a dibujar quiere un recuerdo. Ni siquiera sabe cómo va a quedar. Hay que tener conciencia de la situación y ver qué tipo de público está disponible. Con el público que viene un fin de semana -que debe gastar en hotel, en traslados, en excursiones-, el dibujito es un extra de los extras”.


Arte callejero



“Después de 24 años, ¿qué tanto lo sigue seduciendo el arte callejero?”, le consultó RÍO NEGRO. “A veces, se disfruta y otras, no. Pueden surgir inconvenientes con la municipalidad o con compañeros por roces, envidias. Con la gente o el clima. No es lo mismo trabajar en tu casa que en la calle. Es difícil estar en vivo con la exposición y todos mirando lo que hacés. Al principio, cuesta mucho eso. Después, te concentrás”, admitió.

Al igual que los últimos 27 años, Cristian se ubica en el mismo lugar y a la misma hora, una vez que cierra el banco. Recalcó que una ordenanza del año 95 determinó los espacios para los artistas callejeros en la calle principal. “Yo prefiero el Banco Nación porque no tiene vidrieras y no molesto a los comerciantes”, reconoció.

En verano, puede pasar más tiempo pero en invierno, con bajas temperaturas y nieve, a las 21 ya casi no circula público. El flujo de trabajo es fluctuante. Hay días de 5 dibujos y, otros, de 40. El récord fueron 140 en una jornada de Semana Santa, desde la mañana hasta la madrugada, gracias a los visitantes chilenos y la barra del chocolate gigante.

“Es un trabajo distinto. La gente tiene un sueldo a fin de mes. Acá, uno hace el día a día. Si no vas, no cobrás. La mayoría de los turistas deja el dibujo para lo último. Entonces, si no vas, te perdés a la gente que te estuvo viendo toda la semana”, expresó.


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