Día del payador: el arte de improvisar sobre el campo, la situación del país y la pandemia

Omar Quintero es payador desde muy pequeño. Aseguró que el arte fue evolucionando con el paso del tiempo. Ya no solo aborda la vida del campo sino todo lo que pasa en el país, incluso la pandemia y la vacunación.

“El arte de improvisar es innato. Sale de repente y muere al momento. Es el arte más viejo y más nuevo, al mismo tiempo”. De esta forma, el barilochense Omar Quintero definió el acto de payar que ejerce desde muy pequeño.  

“Me piden una décima, la hago y a los 10 minutos, me pedís que te la cante y no me va a salir igual”, agregó este hombre, en el Día Nacional del Payador, en conmemoración a una payada entre argentinos y uruguayos en 1994. A partir de entonces, se declaró de interés nacional.

Quintero consideró que “se nace payador y de a poco, con el tiempo, se va perfeccionando a partir de la lectura y las vivencias. Pero uno debe estar muy actualizado. No todos son payadores, más allá de que ahora hay talleres para perfeccionar y manejar la métrica”.

Destacó también que el arte de payar se ejerce en todo el mundo, aunque con distintos tonos. “En Argentina, usamos la milonga payadora que se usa en dos o tres tonos de notas musicales. Lo hacemos por décimas”, dijo.

Quintero recalcó que el payador también fue “evolucionando” con el paso del tiempo ya que antes, se dedicaba al cantarle al criancero y a todo lo que tuviera que ver con la tarea rural. “Tomaban un trago de caña y se cantaba lo que iba pasando. Se dice también que fue el primer periodista oral que andaba gritando las novedades de los pueblos hace muchos años”, detalló.

Aclaró que hoy el payador no abandona la vida del campo, ni el trabajo del criancero pero también aborda lo que pasa en el país. “Se habla de la pandemia, del Covid, de las vacunas, la economía, la familia, los niños y la geografía del lugar”, advirtió.

Definió que “el canto sale de repente y este arte de improvisar hace trabajar mucho las neuronas. Todo el tiempo andamos pensando. Tenemos como un disco rígido que se activa al mirar a alguien o ver algún paisaje”.

El padre de este payador barilochense de 56 años era esquilador y lo llevó de muy pequeño a trabajar en el campo. Poco después, Omar empezó a sumarse a las jineteadas en las que observaba con detalle a los payadores. De todos modos, está seguro que su pasión provino de su abuelo Claudio Quinteros que “improvisaba por estilo y por cifras en esos años”.

Omar Quintero no se pierde una sola jineteada. Foto: Chino Leiva

“De ahí me quedo. Yo venía con todo esto de muy chiquito. Mi mamá me preguntaba qué quería hacer cuando fuera grande y yo le respondía: ‘Un pobre caucho´. Ni siquiera me salía decir gaucho. No sé si ser payador es una virtud o se va pasando de generación en generación. A través del tiempo y la vida, he sido el referente de la payada en Bariloche y he podido improvisar con los payadores más famosos”, reconoció con orgullo.

Hoy Quintero trabaja especialmente en las jineteadas del Alto Valle, en La Pampa, en pueblos de Buenos Aires, y otros tantos lugares del país. Lleva no solo el arte de improvisar sino que muchas veces, relata las jineteadas. “Siempre con la palabra”, aseguró este hombre que convocó a participar en un encuentro de payadores este viernes a la noche en la parrilla Los Juncos, a 30 kilómetros de Bariloche (2944-660425).


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