Durante la gestión de Omar Gutiérrez la deuda creció más de 100.000 millones de pesos

Pese a los importantes ingresos fiscales generados en todo este último tiempo por la explotación hidrocarburífera, Neuquén continua aumentando sus pasivos a ritmos preocupantes.

El Gobernado busca que la Legislatura le apruebe un mayor nivel de endeudamiento. Foto: Yamil Regules

En estos poco más de cinco años al frente del Ejecutivo, el gobernador Gutiérrez incrementó la deuda pública neuquina, en términos nominales, en algo más de 100.000 millones de pesos.

Teniendo en cuenta la volatilidad que han manifestado las variables macro del país durante todo este período -y dependiendo del indicador utilizado para netear la estadística- el incremento real durante la presente gestión se ubicaría en torno a los 35.000 millones de pesos.

El dato no es menor teniendo en cuenta que la mayor parte de semejante cifra de dinero fue a sostener el gasto de la burocracia estatal sin, claramente, observar mejoras en la calidad de servicios de sectores clave como son Salud, Educación y Seguridad.

Cuando los valores se llevan a moneda dura, los pasivos provinciales en este período bajo análisis saltaron el 25% medido en dólares.

Esta semana el Gobierno provincial insistió ante la Legislatura con un nuevo pedido de endeudamiento cercano a los 13.000 millones de pesos, paradójicamente, un monto similar al que registraba el total de pasivos de Neuquén cuando asumió Gutiérrez la gobernación. Un valor relativamente bajo en relación con los números que hoy maneja el presupuesto.

Sin embargo, lo que claramente deja trascender esta nueva solicitud, es el manejo político que el Gobierno vuelve a darle al tratamiento del endeudamiento público. Una herramienta que es potestad del Estado, pero que, en muchos casos, es usada como apéndice del partido político de turno.

La última secuencia es clara. Hace solo un par de meses la Legislatura neuquina votó el presupuesto presentado por el Ejecutivo para el ciclo fiscal 2021. Allí se definían los ingresos -generados en gran parte por el aporte de la sociedad a través del pago de sus impuestos- y los egresos, que iban a ser destinados a solventar del gasto estatal.

Pero en medio de un año electoral complejo para la administración provincial, las negociaciones salariales con los distintos gremios estatales pasaron a ser una de las llaves que podía garantizarle al oficialismo un resultado electoral relativamente digno en septiembre. Para ello concedió aumentos que equivalen a subas en el gasto público de más de 35.000 millones de pesos anuales, montos que no estaban previstos en el presupuesto aprobado para este año. La nueva deuda que solicita la administración Gutiérrez a la Legislatura busca compensar parte de estos desvíos generados, producto de los acuerdos firmados con los gremios estatales de cara a las próximas elecciones.

Este tipo de conducta no es dominio solo de la administración Gutiérrez. Con las garantías que representan los recursos naturales existentes en el subsuelo de la Provincia, las distintas gestiones se convirtieron, en los últimos años, en tomadores seriales de deuda. Los sueños de millonarias exportaciones de gas, los relatos que abordaban las mega inversiones que llegarían a Vaca Muerta y los 500.000 nuevos empleos que iban a sostener el crecimiento de la actividad, fueron los argumentos que los gobernadores esgrimieron -y todavía aún esgrimen- para seguir acrecentando los pasivos de la Provincia.

De ahí la evolución que muestra su stock en el tiempo y sus distintos indicadores en relación con otros estados subnacionales del país.

Este diario intentó comunicarse con el ministró de Econonía, Guillermo Pons, para que pueda intervenir en el debate y exponga su posición frente a la evolución que está presentando la deuda, pero nunca respondió a los llamados.

Por otro lado hay que destacar que, a diferencia de otras Provincias, Neuquén también percibió en estas últimas décadas ingresos extraordinarios -a valores actualizados- por más de 200.000 millones de pesos producto de cánones especiales abonados a la Provincia, millonarios fondos logrados tras las gestiones del actual senador Oscar Parrilli en lo que fue la privatización de YPF en los ’90 y las grises prórrogas acordadas con las operadoras durante la gestión de Jorge Sapag y su alter ego Guillermo Coco, entre otros tantos acuerdos que permitieron la llegada de enormes recursos para las arcas neuquinas.

Las estadísticas reflejan que esta importante suma de dinero -equivalente hoy a más un de presupuesto provincial- no fue un impedimento para que los distintos gobernadores continúen con su política de endeudamiento destinada a sostener la estructura de gastos. La evolución que han tenido las distintas partidas presupuestarias refleja esta voracidad: a mediados de la década del ’90 las erogaciones corrientes representaban poco más del 70% del gasto total que tenía el Estado. El año pasado este indicador supero el 90%.

Los números

Un breve corte en el tiempo -tomando los últimos diez años como referencia- refleja el creciente nivel de endeudamiento que tiene la Provincia.

Hacia fines de 2015 -cuando asume la administración Gutiérrez el comando del Ejecutivo neuquino- la deuda pública heredada se ubicaba en los 13.000 millones de pesos. En la actualidad está arriba de los 116.000 millones y, tal como se mencionó párrafos arriba, la mayor parte de estos fondos fueron a compensar los desequilibrios presupuestarios generados por el vertiginoso crecimiento registrado en los gastos corrientes. Muy poco se orientó a la obra pública o hacia la inversión real directa, partidas clave para el desarrollo del territorio.

Teniendo en cuenta los vaivenes que mostró la economía argentina y la depreciación que sufrió el peso en todo este último tiempo, dolarizar la deuda es una de las alternativas que normalmente se utilizan para ver su impacto real en las cuentas fiscales de la Provincia.

Tomando como base esta referencia, en los últimos diez años, el stock de pasivos de Neuquén pasó de los 837 millones (2011) a los 1.261 millones de dólares (a marzo de 2021), reflejando un salto del 51%. Misma tendencia presentó la deuda per cápita medida en dólares: creció 30% en una década, siempre medida en divisa norteamericana.

En lo que va de la gestión Gutiérrez ambos indicadores se incrementaron 25% y 15% respectivamente. 

Cabe aclarar que tomar como referencia la dolarización de esta partida, tampoco es lo ideal. En primer lugar, porque la mayor parte de los ingresos de la Provincia están contabilizados en pesos; y, en segundo término, porque a partir de 2017 la economía nacional estuvo dominada por una divisa sobrevaluada en términos históricos.

Esto queda reflejado en una paridad cambiaria que pasó de los 18 a los 86 pesos por unidad en el período 2017-2020. Es decir, se multiplicó por 5.7 veces contra una inflación que lo hizo al 4.3 en ese mismo tiempo.

Este concepto se observa claramente en la relación que tiene la deuda pública con los ingresos corrientes del presupuesto , con un indicador que crece pasando de 51% en 2017 al 75% en 2020.

Todo este tipo de manejo que existió en el último tiempo sobre los fondos públicos posicionó a Neuquén hoy como una de las Provincias más endeudadas del país y con varios de sus indicadores presupuestarios comprometidos.


Comparaciones que son odiosas


Siempre resulta difícil -y muchas veces odioso- tomar Provincias testigos para comparar indicadores económicos entre distintos gobiernos.

Sin embargo, Río Negro es un caso comparativo que muestra, de alguna manera, el desmanejo que existió en la gestión de la deuda pública durante las distintas administraciones neuquinas.

Lo primero que hay que destacar es el proceso de aceleración que sufrió esta variable en cada uno de los territorios mencionados. En 2011 el nivel de pasivos -en termino absolutos- era mayor en Río Negro (4.210 millones) que en Neuquén (3.600 millones). Al cierre del año pasado esa cifra en pesos alcanzó los 49.100 millones y 116.000 millones respectivamente. Obviamente esta misma tendencia se observa cuando dolarizamos la partida.

Pero la relación se amplía mucho más cuando se compara la deuda per cápita. Mientras que cada ciudadano rionegrino -siempre hablando al cierre del año pasado- debe afrontar pasivos por 783 dólares (que traduce en menos servicios para la población) el neuquino soporta una deuda per cápita de 1.919 dólares; es decir, una presión entre dos y tres veces mayor que la de su par de Río Negro.

La incidencia de la deuda sobre el presupuesto es otro de los indicadores que marca diferencias, tal como se refleja en los gráficos adjuntos. Y aquí también se observa la misma tendencia: la presión de los pasivos sobre los recursos es más alta en el presupuesto neuquino.

Toda estadística refrendada no quiere decir que las administraciones rionegrinas han sido un ejemplo en el último tiempo. Simplemente, se infiere, que manejaron con algo más de conciencia y previsibilidad una variable clave como es la deuda pública, más aún si se tiene en cuenta que gran parte de ella en Río Negro (cerca del 55% del total) está destinada a obras del Plan Castello. En Neuquén los pedidos de endeudamiento fueron, casi en su totalidad, a consolidar gastos corrientes.

Datos clave

51%
fue lo que creció el stock de deuda pública en Neuquén, medida en dólares, en la última década.
200.000
son los millones de pesos -actualizados- que percibió la Provincia por transferencias extraordinarias.

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