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Cotorras en el Alto Valle del Río Negro

Representan una amenaza para la producción de frutas de pepita, carozo y frutos secos. Entre las posibles soluciones, se busca el equilibrio de especies invasoras y enemigos naturales.

Por A. Bernardis, L. Garay,  C. Navarro (UNComa-FaCIAS) y S. Urraza (INTA Cipolletti)

Invasoras. Las cotorras se reproducen rápidamente y amenzan la producción frutícola.

En la región del Alto Valle, desde 2019 se observa una creciente presencia de cotorras (Myiopsitta monachus) también conocidas como “demonios verdes” que se alimentan de frutos secos en maduración, brotes, flores y frutos de pepita y carozo provocando numerosas pérdidas para los productores de la región. Profesionales del INTA y la Universidad del Comahue evalúan alternativas como la promoción de enemigos naturales que colaboren con el control de las cotorras.


Muchas personas confunden a las especies de loros y piensan que son todas iguales, pero cada una se comporta de manera distinta y tiene dietas diferentes. A veces se confunden las cotorras con los loros barranqueros. Ambos pertenecen al mismo orden de aves, los Psittaciformes y comparten ciertas características como: pico robusto y curvo con punta hacia abajo y garras prensiles.

Sin embargo, se diferencian en su preferencia dietaria. El loro barranquero es más grande de tamaño y se alimenta de brotes, semillas, bayas y frutos de la vegetación natural (como el chañar, alpataco, molle, llaollín) y construye sus nidos en paredones de cañadones y acantilados.

En el caso de la cotorra, tiene una amplia adaptación alimentaria y, aunque también consume flores, frutos, semillas de plantas nativas, además se alimentan de diferentes cultivos. La cotorra está catalogada como invasora por organismos como el Grupo de Especialistas de Especies Invasoras de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (ISSG-IUCN, por sus siglas en inglés), y por la Comisión para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).


En nuestra región, cada año se observa un aumento poblacional de la cotorra, lo que conduce a crecientes daños en las frutas, tanto de pepita, carozo como frutos secos. Año tras año, los productores reportan daños en sus plantaciones, desde el estado de yema hinchada a la salida del invierno, como así también las flores, brotes hasta llegar finalmente a los frutos. A su vez, los daños que hacen las bandadas trascienden la producción, afectando los servicios públicos como los cableados aéreos.

Se observa un aumento poblacional de la cotorra, lo que conduce a crecientes daños en las frutas, de pepita, carozo y frutos secos.


¿Cómo se puede controlar la población de cotorras? En algunos países, como España, se implementaron medidas como la destrucción de nidos, cacería y envenenamiento. Sin embargo, estas medidas resultaron poco efectivas porque los individuos desplazados vuelven a reconstruir o reubicar sus nidos en sitios cercanos, es decir, pueden consolidar de nuevo sus poblaciones en períodos cortos.


A nivel local, extensionistas del INTA Cipolletti y especialistas de la Facultad de Ciencias del Ambiente y la Salud (Universidad Nacional del Comahue) realizaron tareas de investigación en chacras de almendros, implementando diferentes metodologías, con la finalidad de dimensionar el nivel de daño ocasionado por las cotorras y así determinar la mejor forma de controlar su población.

Entre las técnicas y enfoques para la erradicación poblacional de esta especie se encuentra la promoción de aves rapaces (halcón peregrino, aguilucho, gavilán, búhos y lechuzas) que son enemigos naturales de las cotorras y pueden ayudar a controlar su presencia.


El establecimiento de estas aves se puede inducir con la construcción de artificios para atraerlas como las posaderas o perchas que son estructuras construidas para aves rapaces que usan la estrategia de caza de acecho y comederos. Se recomiendan posaderas a una altura de tres metros, con un travesaño de dos metros.

Asimismo, varias especies de aves rapaces requieren de un espacio en altura para desmenuzar a sus presas y alimentarse con tranquilidad. Para satisfacer esta necesidad se pueden instalar comederos artificiales que pueden estar ubicados sobre ramas de árboles o directamente montados sobre un poste de madera.

Anidadero. Fomenta la llegada de aves rapaces, enemigas naturales de las cotorras.


Los comederos pueden construirse a partir de una base de 1 x 1 m y firmemente clavados para evitar oscilaciones con el viento. También se pueden construir casas anideras a fin de ofrecer huecos para nidificar, convirtiéndose en refugios alternativos. La intención es mejorar las condiciones de hábitat de las especies objetivo para recuperar o introducir poblaciones de interés.


Para las aves que no requieren de huecos para anidar se recomienda colocar plataformas, que pueden construirse formando una superficie de 50 x 50 cm, cubriendo el centro con malla. Estas se instalan en la cima de un poste, sólidamente enterrado, protegida del sol excesivo y de la lluvia, añadiendo un techo.

Además de las medidas de ahuyentamiento que se pueden aplicar en época no reproductiva (otoño-invierno), la conservación de aves rapaces se convierte en una práctica de manejo más para complementar y aplicar en las chacras. Facilitar el equilibrio de las especies invasoras y sus enemigos naturales, permitirá mejores condiciones de producción en los cultivos de la región.


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