El adicto que niega o no lo sabe está peor en la cuarentena

Las personas con adicciones o que abusan del tabaco, el alcohol u otras sustancias son solo uno de los grupos vulnerables que en el encierro doméstico quedan indefensos ante sus propios fantasmas, la soledad, el descuido o la amenaza de quien ejerce violencia.

Redacción

Por Redacción

La cuarentena por la pandemia obliga –o condiciona como mínimo– a la totalidad de la población porque frente al virus, los diversos grupos de la sociedad son igualmente vulnerables. Hay sin embargo personas a las que el distanciamiento social las expone más que a otras, en la soledad de su encierro doméstico o en la compañía de un algo o alguien amenazante –objetivo o subjetivo– que las acecha.

Quienes sufren una adicción, quienes creían que no pero sin saberlo abusaban del tabaco, alcohol o tranquilizantes, aquellos con patologías mentales, las mujeres y niños en entornos violentos, han quedado –al recluirse en bien de la sociedad– en una situación de mayor de indefensión.

En este escenario, también diferentes son las aproximaciones que ofrecen una funcionaria rionegrina del área de asistencia a las personas con adicciones, un joven en recuperación, una psicoanalista y un pastor evangélico que dirige un centro de rehabilitación.

Mabel Dell’Orfano es funcionaria de la Agencia para Prevención y Asistencia del Abuso de Sustancias y de las Adicciones de Río Negro (Apasa). Como tal, su atención está dirigida a toda la población, es decir a las personas con problemas declarados de adicción y también a la ciudadanía en general, donde quizás se halle esa persona que no creía estar en tal riesgo pero ahora en el ambiente confinado, puede caer en un consumo abusivo.

Mabel Dell’Orfano, directora de la Agencia para la prevención de Adicciones de Río Negro.

“Tenemos dos poblaciones en este momento –aclara–, las personas que ya padecen un problema de adicción y están en tratamiento; esas están mucho más protegidas y esta cuarentena los está acompañando en cuanto a poder ‘deber estar’ en los lugares donde están internadas. Otras que están en ambulatorio o consultorio y pueden llevar adelante la contención con el terapeuta ya conocido a través de videollamadas o llamadas telefónicas. La contención sigue estando porque hay un vínculo terapéutico”.

Considera, sin embargo, que no deja de ser muy preocupante sobre todo para los que no están en una situación de contención. “El problema –reflexiona– son las otras personas que están en casa y que por un lado minimizaban o tenían un consumo social y hoy se encuentran encerrados con mayores sensaciones de angustia, de estrés. Quien no tenía un problema de adicción encontrará otras salidas en estos momentos pero quien en realidad creía no tenerlo y realmente lo tiene, va a empezar a consumir lo que hay en la casa y después va a tomar conciencia -o la familia misma capaz- de que no era solo cuando salía los fines de semana sino que también necesita alcohol, por lo cual se pueden empezar a ver síntomas de abstinencia, como irritabilidad, angustias, peleas y entonces se da esto de la violencia familiar”.


Miguel es un joven de solo 23 años que transita el último tramo de rehabilitación en un centro del Alto Valle y a quien por la cuarentena enviaron de vuelta a casa cuando le faltaba nada más que un mes para completar el período de recuperación. Su voz fresca sorprende en el teléfono.

“Estaba en internación allá y de la nada me mandaron a mi casa por motivo de la cuarentena. Siento que interrumpí los seis meses… y yo los quería cumplir ¿no? Pautas no me dieron ninguna que yo recuerde –te soy sincero–; el pastor no me dijo nada porque creo que él me notó fuerte y soy muy fuerte con esto de las drogas. Es más, ni siquiera consumo alcohol”.


Ada Morate es una psicoanalista neuquina con una trayectoria de más de 40 años de práctica profesional en eso de escuchar singularidades y escabullirse de toda rotulación en bloque que no reconozca el poder salvífico o condenatorio que tienen las palabras, o su ausencia.

Ada Morate ejerce en Neuquén y también es miembro de la Asociación Psicoanalítica CAUSA de Roca.

Reconoce que “hay gente que tiene ansiedad, que tiene miedo u otra que tiene angustia (pero) hay una franja que está en el borde, que por la desesperación son capaces de cualquier cosa pero creo que no son solo los adictos…”


«Los expone a recaídas»

Osvaldo Monroy, por último, es un pastor menonita, fundador de la comunidad terapéutica “La salida” en una chacra de Roca y director de Articulación de ONG dentro de Apasa.

Osvaldo Monroy, fundador de un centro de rehabilitación en Roca.

Desde el pragmatismo de la trinchera, Osvaldo afirma que “respecto a las personas que están en tratamiento, en la mayoría de los casos su terapia se encuentra suspendida ya que cualquier tipo de terapia efectiva requiere la asistencia individual o grupal presencial, dificultándose mucho el tratar de sostenerla tecnología mediante y –siendo sinceros– no estamos muy preparados para ello. Tendremos que crecer en este aspecto, viendo cómo se presenta el futuro de nuestro planeta. Concretamente: los expone a recaídas”.


Las personas con adicciones o sus allegados pueden consultar a:

Narcóticos Anónimos,
(https://www.na.org.ar/2020/); mantienen una reunión virtual maratónica a través de meet.google.com/mhk-rpve-mco. Funciona de modo ininterrumpido las 24 horas hasta que vuelvan a abrir los grupos. Dan el teléfono 0800-333-4720 y un Whatsapp para más info al +54 911-5047-1626

Los números de la APASA en Río Negro son:en Bariloche 2920 15201145, Viedma 2920 15617309, Roca 2920 15709320 y Cipolletti 2920 15217747

Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) a nivel nacional. Teléfono 141.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios