El español argentino, de la calle a la academia

Pascual Masullo en habló del peso de términos como grieta, trucho, nosotres. El doctor en lingüística además dio detalles del primer Congreso Nacional que organizan para noviembre en Bariloche.

Cotidiano e imprescindible, el lenguaje se piensa como una simple herramienta de comunicación, pero también es materia de estudio para personas como Pascual Masullo. El docente de la carrera de Letras de la Universidad de Río Negro, doctorado en lingüística en los Estados Unidos y estudioso del español argentino, en una entrevista habló sobre las palabras nuevas, la influencia de las clases sociales yde los argentinismos.

Según el lingüista, las singularidades y registros, el léxico particular y las construcciones idiomáticas que distinguen a los hablantes del país son objeto de análisis para los especialistas desde hace décadas, pero recién este año se realizará el primer Congreso Nacional de Español Argentino, que tendrá sede en Bariloche.

“Hay muchas publicaciones y estudios, pero nunca se hizo un Congreso. En cada país la gente se expresa con términos distintos. Yo empecé a estudiarlo sistemáticamente hace unos años, a anotar los cambios y surgió una base de datos que cada vez es más grande”, dijo Masullo.

Metáforas nuevas, construcciones, neologismos y “préstamos” de otros idiomas (en especial del inglés), son parte del recuento.

Masullo dijo por ejemplo que el uso de “grieta” como metáfora se generalizó en el último tiempo para señalar la confrontación política y no funciona del mismo modo fuera de la Argentina. “Es una metáfora transparente”, dijo Masullo, porque está claro a qué alude y la relación con el sentido original.

Los cambios suelen surgir en las clases más bajas, los grupos menos privilegiados, y luego filtran hacia arriba”.

Pascual Masullo

Lo mismo pasa con “trucho”, que tardó en imponerse pero hoy está incorporado, incluso para los títulos de la prensa y hasta perdió las comillas. El término también ganó “adultez” cuando se empezó a usar como sustantivo o como verbo: “truchar”.

La dinámica de esos y otros fenómenos lingüísticos son el objeto de investigación del Observatorio Lingüístico del Español Argentino montado por Masullo en la UNRN.

Variantes regionales

Masullo dijo que las diferencias regionales más notorias se reflejan en el léxico cotidiano, en el habla relacionada con las comidas, con la ropa. Admitió que el llamado español argentino no recoge las variedades dialectales de cada provincia y región sino más bien “el español rioplatense”, con epicentro en Buenos Aires.

Aclaró que la Patagonia tiene muy pocos rasgos propios. Algo que no ocurre por ejemplo en Córdoba, Misiones o las provincias del Noroeste.

Entre otras particularidades señaló que es propio del español rioplatense el “rehilamiento” en el uso de la “y” y la “ll” sin mayores matices fonéticos. También dedicaron un estudio a los llamados “elativos”, que expresan el “grado máximo de algo”.

Masullo incluyó en ese grupo expresiones como “alto” cuando se usa por ejemplo como “alto viaje te mandaste”. O “bocha” (“cayó bocha de nieve”), o su casi equivalente “banda”. Otra palabra que funciona parecido es “mal”, cuando alguien dice “me duele la cabeza mal”.

Esos argentinismos se unen a otros más reconocibles como el uso del “voseo”. El voseo, si bien está presente en otros países, generalizado es particular de Argentina. “No vamos a encontrar (en otros países) un mozo que se acerque a una mesa y diga ´hola chicos ¿qué van a tomar?´”, dijo.
Allí aparece un rasgo sociológico que, según Masullo, describe al porteño como “muy igualitario, abierto, sin tanta preocupación por las distinciones jerárquicas”.

Cuestión de clases

El lingüista dijo que el compendio de términos nuevos, que se pueden inscribir como parte del español argentino, crece todo el tiempo. Con el aporte de uno de sus alumnos citó un caso que está en su fase inicial, el uso del verbo “abirrar”, usado como “alegrar”, y que hace referencia al gusto por la birra o cerveza.

Masullo explicó que una constante comprobada es que la experimentación con el lenguaje y los cambios suelen surgir “en las clases más bajas, los grupos menos privilegiados, y luego filtran hacia arriba”.

Esto podría deberse a que “las clases altas hacen lo que quieren, las clases medias buscan ascender y están más preocupados por ´hablar bien´, mientras que la clase baja es más libre, se hace menos problema y es la que introduce nuevos términos”, dijo.

Subrayó como otro rasgo característico es la economía en el lenguaje, el acortamiento de las palabras -“profe”, “muni”- y el uso extendido de las siglas, que terminan por perder ese carácter, como pasa con Afip o Esi.

Señaló que en el uso del idioma en modalidad regional, tanto argentino como mexicano, chileno o cualquier otro, hay también una búsqueda de pertenecer, de “ser aceptado” por la comunidad de referencia.

Todas las variedades tienen su tono y peculiaridad, pero cada vez comparten más cosas, “porque los medios de comunicación influyen mucho y unifican”, explicó.

Por otra parte, en el campo de la historia de la literatura “Borges hizo mucho por caracterizar el español argentino y lo empleó con fluidez”, dijo. Nombró también a Adolfo Bioy Casares, y entre los escritores actuales a Martín Caparrós y a Jorge Fernández Díaz.

Según Masullo, la modalidad argentina del español también ingresa al discurso político. Ése es justamente uno de los temas propuestos para el primer Congreso, que se realizará del 14 al 16 de noviembre.

Alguien que se destacó por el uso del lenguaje y por su capacidad como orador fue el expresidente Raúl Alfonsín. “Hace mucho que no aparece un caso así”, sostuvo.

Entre los políticos actuales evaluó que Mauricio Macri, Cristina Fernández y María Vidal “no comunican bien”, tampoco Elisa Carrió. Sí en cambio reservó algún elogio para Miguel Pichetto, Julio Bárbaro y para Margarita Stolbizer.


El futuro del lenguaje inclusivo


Consultado sobre el auge del llamado lenguaje inclusivo, Masullo evitó un juicio terminante porque el uso del género en español “es algo que tiene su complejidad”.

Sobre la eventual imposición del uso del “todes” o el “nosotres” consideró que es difícil vaticinar si quedarán incorporados en forma definitiva.

“Un cambio lingüístico funciona cuando uno no es consciente del sistema, cuando surge sin planificación, en forma espontánea. Entonces pasa a ser adoptado de manera automática, sin pensar, como hacen los niños. El lenguaje inclusivo por ahora está lejos de eso. Es una intencionalidad discursiva que nace desde una perspectiva política”.

Los cambios en el idioma tienen dinámica propia y algunas reglas llaman la atención. Según Masullo, para que un nuevo término se consolide resulta clave el rol de los niños. “Cambios en la lengua hay muchos, algunos no perduran. Pero hay un factor que se repite: los niños son los que dan origen a los cambios estructurales. Ellos reinterpretan el habla de los adultos y cuando adoptan una forma novedosa es cuando se arraiga en el idioma”.

Agregó que los adolescentes son los responsables de ingresar nuevas pieza léxicas y los adultos incorporan términos técnicos tomados, por ejemplo, de la medicina, el psicoanálisis, el mundo jurídico.


Algunos temas a tratar en el Congreso


El Congreso que se desarrollará del 14 al 16 de noviembre, abordará cuestiones de fonética y fonología, sintaxis, morfología, léxico, el español argentino en los medios y en las redes sociales, el español argentino como segunda lengua, su influencia en la literatura y el discurso político, fraseología, terminología, bases de datos, jergas y lunfardo, cambios lingüísticos e ideología, lenguaje inclusivo, cuestiones estilísticas y traducción y más.


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