Elías Gurevich, el maestro de violín
Del 4 al 7 de septiembre el primer violín de la Filarmónica de Buenas Aires estará en Roca para dictar un seminario en el IUPA y luego compartir un concierto en FCP.
Concluyendo el ciclo 2013 de Seminarios y Conciertos de la FCP y el IUPA, entre el 4 y el 7 de septiembre, trabajarán Roca la pianista Haydée Schvartz y Elías Gurevich, primer violín de la Filarmónica de Buenos Aires. Proveniente de una familia de músicos, Elías inició sus estudios a temprana edad en Montevideo, su ciudad natal, donde integró la Sinfónica del Sodre. Becado en el 82 para perfeccionarse en Israel, actuó con diversas orquestas. En 1983, ganó por concurso el cargo de Primer Violín en la Filarmónica del Teatro Colón, en el que se desenvuelve hasta hoy. Es miembro fundador del Trío Argentino e integrante, desde el 85, de la Camerata Bariloche, donde es Concertino Adjunto. “En mis comienzos, los instrumentos para música clásica estaban un tanto raleados de la sociedad en general. Ahora, un poco por las orquestas juveniles, por la difusión en los canales de cable, su uso en el rock, el tango, el folclore, se ha popularizado más el estudio del violín. Antes era duro, cuando era chico… Influían sí las familias, como ocurrió en mi caso, algún tío, un padre, la madre abrían la información y si el niño tenía condiciones, los papás lo impulsaban. Cambió mucho todo… Yo comencé a los cinco años y medio, y desde antes –según cuentan– deseaba tocar el violín. Mis tíos eran violinistas, mamá cantaba en un coro y tocaba piano, la música era un lenguaje familiar y eso ayuda mucho. Es un instrumento lento de estudiar y conviene comenzar a edad temprana, porque si te toma la adolescencia recién arrancando y tenés que salir al mundo, se hace más difícil”, le dice a “Río Negro”. –¿Tuviste momentos de desazón por cosas que no te salían o porque tus dedos no lograban hacer lo que los maestros te indicaban? –Eso pasa siempre (ríe Elías). Ayer, hoy, mañana, hace cuarenta años… Cualquier profesión tiene lugares óptimos a los que se quiere acceder llegar, y otros a los que uno tiene la capacidad de llegar. Pero con la música, los instrumentistas tenemos prueba día por medio. –¿Percibís esa vibración, cuando lográs contacto emotivo con la obra y la atención del espectador, su emoción y la tuya? –No queda muy lindo decir que lo sienta o que lo note en el público. Yo intento brindarla, salgo muy contento de los conciertos, después me siento y analizo y trato de mejorar lo que pueda, que son siempre muchas cosas, y apunto a eso. Me sucede y me gusta mucho, que la gente me viene a saludar con un poco de brillito en los ojos. Ese es el mejor premio. Hay muchas cosas que debemos aprender de los músicos populares. Ellos tocan y salen felices, chochos de la vida. La pasan bomba, la gente gritó, saltó en las gradas… Esa postura me parece muy válida. Si el músico no goza no puede transmitirlo al que escucha. La música es energía, es lo que vos brindás y el público viene a sentir eso, satisfacción. Obviamente, siempre estudiando del mejor modo posible, de eso no nos salvamos… Hay que trabajar mucho, informarse, leer. Es un tema fundamental que todos debemos llevar a cabo. Hay un desarrollo técnico que hace que puedas desplegar mejor la otra parte. Pero no al revés.
eduardo rouillet
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios