Fuera del gran escenario

El balance de cada verano festivalero nos deja la caprichosa sensación de que lo único que existió fue el escenario grande, el de la tele, el del país entero, el del dinero.

Sin embargo, hay otros escenarios igualmente convocantes y tan colmados de gente como el mejor, que en medio de su modestia, hacen del folclore la mejor cita local o no tan local. Claramente pudimos ver que fiestas regionales se dan el gusto de tener un número «fuerte», por ejemplo Soledad, Tamara Castro, El Chaqueño Palavecino, Abel Pintos o Luciano Pereira y un montón de grupos locales dispuestos a mostrar lo que hacen.

Con semejantes programas no fue menor el delirio de la gente en la región. No hace falta estar en Cosquín, Jesús María, la Tonada o Baradero para disfrutar del buen folclore, para sentir la buena música, para entender que la cita es válida para conocer también a aquellos que no siempre llegan.

A la par de los festivales, o mejor dicho codo a codo, cada año cobran mayor impulso las peñas que atrapan tanto o más, simplemente porque uno puede elegir a quién va a ver. En el escenario a lo mejor hay uno que nos gusta, pero mientras hay que estar allí sentado escuchando a otros que tal vez ni nos interesan.

Y este verano les fue bárbaro no sólo en los escenarios grandes, sino también en peñas de público más acotado, a Los Guaraníes y al Dúo Coplanacu. Les fue bárbaro porque al que los vio el verano anterior les ofrecieron algo nuevo y también porque cada oportunidad de estar frente a frente con el público la aprovechan para renovar el compromiso.

Vale la pena destacar y elogiar que cada propuesta, sobre todo de Coplanacu, es distinta. Mantienen sus temas tradicionales, pero siempre le dan al público la oportunidad de escuchar algo nuevo, o su propia versión de algo viejo.

En Cosquín tienen su propio local y cada noche de este verano fue un mundo de gente a verlos. En pleno enero, para poder llegar a esa peña había que comprar entradas anticipadas. Es que esa mezcla de chacareras santiagueñas con los viejos temas de Atahualpa Yupanqui, generó un idilio con la gente difícil de explicar, pero respaldado por trabajo, mucho trabajo.

Verlos en el escenario sin bombacha de gaucho y con ropa colorida no es de lo más común en el folclore, pero sirve a la vez para ver en cada encuentro con ellos a un nutrido grupo de jóvenes que en cierto modo ven en Coplanacu a un reflejo de la juventud.

En el caso de Los Guaraníes, terminaron siendo revelación del verano. Y eso es bastante, lo suficiente como para emprender otro año largo en el que esperan nuevos obstáculos a sortear. Personalmente creí que el cambio de uno de los integrantes del grupo de muy buena voz significaría una pérdida, pero observadores más experimentados opinaron lo contrario y los eligieron entre los mejores.

Coincido sí en que este año las peñas no fueron lo más destacado. No hubo tantas ni tan buenas como en otras épocas, pero ojalá sigan existiendo, porque son la puerta para ver algo más que en el escenario y la oportunidad para descubrir valores ocultos.

Jorge Vergara

jvergara@rionegro.com.ar


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