Muerte del soldado en Zapala: 30 segundos y otras preguntas que esperan respuesta

A 35 días de la muerte de Pablo Córdoba en el cuartel de Zapala, Neuquén, el expediente tiene huecos preocupantes. La familia descree de la hipótesis de suicidio y del accidente. Cuáles son las pistas que señalan en otra dirección.

-Alto, ¿quién vive? Alto salto.

-Benvenuti mostacho.

Pablo Jesús Gabriel Córdoba, soldado voluntario de 21 años, suelta la risa porque al cabo primero Nelson Guanca le cuesta pronunciar el santo y seña. Son las 4:30 de la mañana del 1 de junio, el cielo está oscuro y se siente el frío típico de Zapala en esta época del año, pero Pablo está de buen humor, como casi siempre.

A esa hora tomó guardia cerca del puesto Casino de Suboficiales. Llevaba un Fusil Automático Liviano (FAL) de unos 4 kilos de peso y un metro de largo, y cinco cargadores con 20 municiones cada uno. Estaba familiarizado con el arma: aunque llevaba solo 10 meses como voluntario, su padre Juan José es suboficial principal, hace 27 años que está en Zapala, y ya tenía los folletos y la información que necesitaba para anotarse en el Colegio Militar y seguir la carrera de oficial.

Se colocó el casco Kevlar, el chaleco, revisó la linterna, el silbato, los demás elementos, y encaró hacia el puesto que debía cubrir con rondines hasta la salida del sol, a las 8:30. A esa hora terminaría su turno y se iría a la casa de su madre.

Muerte del soldado en Zapala: Las últimas certezas


Son las últimas certezas. A partir de allí los testigos no son precisos respecto de los sucesos que ocurrieron ni los horarios.

Entre las 6:10 y las 6:15 de la mañana, aún en plena oscuridad, los soldados de guardia, algunos que estaban de descanso y otros que a esa hora ingresaban al cuartel, escucharon disparos. Dos, por lo menos. Uno más débil al que casi no le prestaron atención, otro más fuerte.

Sonaron a unos 350 metros del soldado más cercano.

¿Cuánto tiempo pasó entre uno y otro? 30 segundos, declaran algunos. Hay testigos que estiran esa diferencia, de por sí importante.

Muerte del soldado en Zapala: «Fausto 406» no contesta


Empezaron los nerviosos llamados por las radios de comunicación internas. «Fausto 406» no contestaba. Es el equipo asignado a Córdoba. Salieron a buscarlo en penumbras.

Cuando lo encontraron, herido de gravedad, lo asistió una enfermera militar mientras se convocaba a una ambulancia del Hospital civil de Zapala, adonde lo trasladaron.

Apenas ingresó, el médico de guardia Marcos D´Ángelo observó que tenía dos heridas de arma de fuego en distintos sectores del cráneo, alejados entre sí. Buscó asesoramiento, preguntó a quién había que avisarle. Le resultó fácil intuir que era un hecho grave.

Muerte del soldado en Zapala: El rechazo a la hipótesis del suicidio


Se lo comunicó a los familiares, quienes apenas podían salir del shock. Un accidente, pensaron en medio del dolor.

A las 8:55 Pablo «dejó de luchar», dirá después su madre Natalia Uribe.

Nadie de la familia creyó jamás la hipótesis del suicidio. No por pura negación. Desde el primer día encontraron muchos elementos objetivos que señalaban en otra dirección.

El juzgado federal de Zapala, que interviene por competencia, está vacante. Lo subroga Hugo Greca desde General Roca. Nunca viajó para inspeccionar personalmente el lugar ni se comunicó con la familia de la víctima. Tampoco delegó la investigación en la fiscal federal interina Karina Martínez Stagnaro, quien por otra parte está de licencia.

Ella por lo menos llamó a la madre de Pablo para avisarle. La defensoría de la víctima se acercó a la familia para ofrecerle asesoramiento y contención.

El expediente lo maneja el secretario penal, Matías Daniel Álvarez. El juez Greca viajaría el viernes a Zapala; la fiscal Martínez Stagnaro retornará el lunes de su licencia. A la familia la contuvo la defensoría federal de la víctima hasta que nombró como querellante particular al abogado Maximiliano Orpianessi.

Apenas tomó la causa, Orpianessi dijo a diario RÍO NEGRO que su teoría del caso es que se trató de un homicidio, en sintonía con lo que sospecha la familia.

Pablo Córdoba cumplía guardia en el Grupo de Artillería de Zapala el 1 de junio, cuando apareció con dos disparos en la cabeza. (Matías Subat)

Algunos de los puntos sospechosos: el fusil


• Según el primer testigo que llegó al lugar donde estaba Pablo Córdoba, el FAL se encontraba a un costado del cuerpo, en forma perpendicular. Se menciona entre 90 centímetros y un metro de distancia.

• Otros testigos que llegaron después dicen que el arma estaba sobre el pecho del soldado, en forma vertical.

• Un experto en armas de la Policía Federal declaró que el fusil tenía el selector de fuego en la posición «R» (repetición). En ese estado dispara una sola bala por cada vez que se acciona el gatillo, a diferencia de «automático» o «ráfaga».

Algunos de los puntos sospechosos: lo que dice la autopsia


• Pablo recibió dos impactos de bala en el cráneo.

Uno le ingresó por debajo del mentón, con una trayectoria de abajo hacia arriba, ligeramente hacia la izquierda y hacia atrás, y salió por la frente.

• El otro le ingresó por la sien derecha y salió por la izquierda, con una trayectoria hacia arriba, izquierda y hacia atrás.

Fueron disparos a quemarropa, tan cerca estaba el caño del fusil que dejó una marca de ahumamiento en la piel.

Algunos de los puntos sospechosos: lo que no dice la autopsia


• La autopsia no revela el calibre de los proyectiles, sólo indica el lugar de ingreso, de salida y la trayectoria.

• Tampoco determina cuál de los dos disparos se produjo primero. Las contradicciones sobre la posición en la que se encontró el arma no ayudan a despejar la incógnita.

• No especifica si después de recibir el primero de los disparos, cualquiera haya sido, Pablo quedó en condiciones de efectuar movimientos ni de qué naturaleza.

• Ni informa el resultado del hisopado en las manos, para conocer si disparó un arma de fuego.

Algunos de los puntos sospechosos: el cargador


• Al ingresar al servicio de guardia, el soldado voluntario recibió 5 cargadores con 20 proyectiles cada uno.

• Cuatro de ellos fueron encontrados con su carga completa.

• El fusil no tenía colocado ningún cargador, la corredera estaba cerrada y no tenía ningún proyectil en la recámara.

• El quinto cargador estaba suelto junto al arma y contenía 15 proyectiles.

• El día del hecho, la Policía Federal secuestró: una vaina servida (es decir, de un proyectil que fue disparado); dos municiones sin percutar (lo que se llama una bala completa, sin disparar), una de las cuales estaba debajo del cargador.

Varios días después, durante un rastrillaje con un detector de metales, la Federal encontró una segunda vaina servida.

• Quiere decir que del quinto cargador, falta un proyectil completo (15 colocados, dos vainas, dos sin percutar, suman 19 de 20).

• Ese vigésimo proyectil habría sido encontrado el miércoles 5 de julio, en otro rastrillaje.

• No hay informes de que se hayan hallado los plomos que dieron muerte a Pablo.

La justicia federal no tiene, en Zapala, laboratorios ni personal de Criminalística. A veces pide colaboración a la provincia de Neuquén, a veces envía todo a Buenos Aires. A veces no hace nada, menos ahora que el juzgado está vacante.

Una fuente de la justicia provincial relató que a fines de mayo, cuando murió un suboficial de la compañía Cazadores de Montaña de Primeros Pinos, lo sepultaron sin autopsia y sin clausurar la habitación donde al parecer murió intoxicado por monóxido de carbono.


Las palabras de la familia del soldado muerto en Zapala:


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