Las mujeres que levantan cimientos contra la violencia de género

Son 25 y, entre todas, construyen en un sector de barrio Obrero de Cipolletti una casa que será el futuro espacio de contención. Decidieron poner manos a la obra y ocuparse ellas mismas de tener un hogar para las que lo necesitan.

De lunes a viernes, 25 mujeres se concentran en un sector de Barrio Obrero. Juntas, levantan los cimientos de lo que en un futuro será un espacio de contención a las víctimas de violencia de género. El trabajo, que se inició hace tres meses, no se detiene. El objetivo es poder terminar la Casa de la Mujer antes de fin de año.

Chicas de todas las edades y de diversos barrios se reúnen a partir de las 14, en la esquina de Naciones Unidas y Valcheta. Abundan las palas, los guantes y las miradas cómplices: saben que están construyendo solidaridad.

Mientras se construye la casa, las víctimas de violencia de género son ayudadas por este grupo y ubicadas en diversos espacios, para no tener la necesidad de volver a la vivienda en donde está el agresor. “Le buscamos la vuelta lo más rápido posible y tratamos de no dejarlas solas”, señaló Silvia Becerra, del barrio Anai Mapu. La necesidad de tener un lugar destinado para la contención de las mujeres es eso: una urgencia.

“Cuando esté la Casa, el trabajo va a ser otro. Nosotras nos vamos a dedicar exclusivamente a la asistencia, a hacer capacitaciones y talleres para las compañeras, así tienen recursos para salir adelante”, explicó Carla, que se unió al grupo por ser víctima de abuso por parte de su padre.

La propuesta social surgió desde la agrupación Mujeres en Lucha, del movimiento popular La Dignidad. La jornada de trabajo se extiende hasta las 17. Hasta esa hora, los niños permanecen en “El rincón de los niños”, un espacio ubicado en el barrio Anai Mapu. Allí toman la merienda y se divierten, mientras permanecen al cuidado de otras mujeres.

Una de las referentes del proyecto, María Vázquez, explicó que antes contaban con un espacio de contención, que estaba ubicado en una chacra, también en Barrio Obrero. Pero ese terreno se vendió. Ahora construyen su propio hogar. “De a poco fuimos consiguiendo palets, cerramos y limpiamos. Hicimos ferias de ropa, venta de alimentos… Con esos fondos fuimos comprando los materiales”, explicó María junto a Carla Sánchez, del barrio 2 de Febrero. Las colaboraciones también vienen de otros sectores. Una modista cipoleña confecciona almohadones y riñoneras para que ellas puedan vender y de esta forma puedan recaudar fondos. Entre todas, se dan una mano para levantar un refugio.

“Cuando esté la Casa, el trabajo va a ser otro. Nosotras nos vamos a dedicar exclusivamente a la asistencia, a capacitarnos”.

Carla, que se unió al grupo por ser víctima de abuso.

Los reclamos al rol del Estado

Para las mujeres que integran la agrupación social el Estado no está presente. Silvia Becerra explicó que no hay psicólogos en el sector público que atiendan a las víctimas de violencia de género. Carla Sánchez resaltó que en ámbito judicial en ocasiones el trato tampoco es el adecuado. “En vez de ayudar, revictimizan”, remarcó. “Al Estado les falta el trabajo territorial. Bajar y ver la realidad de esa persona, ver cómo está ese chico, como realmente vive la mujer y conocer el caso con profundidad. No tienen que hacer esperar a la víctima en una silla, el trabajo que tienen que hacer es mucho más profundo. La justicia tiene la estructura pero les falta las vivencias de la mujer”, expresó.

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“Cuando esté la Casa, el trabajo va a ser otro. Nosotras nos vamos a dedicar exclusivamente a la asistencia, a capacitarnos”.

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