Le dijo a Tinelli que era hincha de Platense, pero su respuesta escondía una dolorosa historia

Federico fue protagonista en Videomatch, cuando el conductor invitaba a los chicos al estudio. Una escena marcada por la violencia, que resurgió a partir del ascenso del Calamar.


Hubo una época en la que se acostumbraba, en la hora del prime time, a ver cómo Marcelo Tinelli intentaba extorsionar a los chicos que no eran hinchas de San Lorenzo a que cambiaran su equipo para conseguir algún obsequio, en aquel noventoso «Videomatch».

Esa imagen volvió a redes sociales semanas atrás, cuando el video de un pequeño hincha de Platense resurgió del archivo, en el marco del ascenso del Calamar a la primera división. Federico Tineo, el protagonista, hoy tiene 27 años y su recuerdo de la oferta no es tan feliz, a la que él se negó durante toda su aparición.

“Era muy chico, no recuerdo muy bien por qué motivo fui. Lo que sí sé es que no fui para presentarme por ningún talento en particular, tampoco fui para pasar delante de cámara (al menos que yo supiera). Recuerdo que mi viejo me disfrazó de pies a cabeza de Platense. Y Tinelli me vio y me hizo pasar adelante de la cámara”, rememoró el joven entrevistado por Infobae sobre esa escena que lo volvió a hacer famoso.

Esa noche, el Fede niño fue llevado por la pareja de su padre al estudio de televisión. La escena lo muestra a él de pies a cabeza vestido del Marrón, aunque después confesaría – con esa profundidad- ser hincha de River.

El conductor más visto de la temporada lo instó para que fuera hincha de San Lorenzo, pero el chico se negó una y otra y otra vez, hasta que se ofuscó. «Entonces no quiero el helado», le dijo a Tinelli y su contestación hizo estallar de risa a todo el plató.

Yo quería ser de River. Pero sabía que eso podía traerme un gravísimo problema con mi viejo. Entonces no me quedó otra que resignar el helado y los muñecos que me ofrecía Tinelli”, escribió en Twitter, 23 años después de aquel momento.

– Desde siempre, Fede supo que era hincha de River. Pero hasta que no se separó de su papá no pudo decirlo.-

Es que la vida de Federico en aquel entonces era una pesadilla: sus padres estaban divorciados y el niño sufría maltrato físico y psicológico cada vez que iba a ver a su padre, dos veces por semana. «Obvio que no era solo por el tema fútbol. Eran golpizas muy fuertes y me amenazaba con que si yo abría la boca podía ser mucho peor«, rememoró sobre esa época.

«En esa escena no veo nada divertido. Veo el miedo que tenía en ese momento si llegaba a decir que no era hincha de Platense, por la reacción de mi papá», indicó Federico.

Ahora, de adulto, el joven recuerda que las agresiones eran una constante de su infancia, del que su mamá «había presentado infinidad de denuncias, pero en ese momento no pasaba absolutamente nada».

Yo me la pasaba volviendo con marcas en el cuerpo. Y mi vieja (quien también había sido una víctima de este hombre), cuando me preguntaba qué me había pasado, yo decía que me había golpeado solo. Hasta que no me quedo otra que pedir ayuda a gritos”, relató.

El nivel de violencia era tal que a los ocho años, Federico sufrió la última paliza de su vida: “Me rompió el páncreas a patadas”. Después de eso, la Justicia intervino y, afortunadamente, perdió contacto con él para siempre. 

“En su momento creyeron que él podía matarme. Por eso dieron la restricción de 300 metros. Me pasé una gran parte de mi vida viviendo con un botón antipánico, por si él aparecía”, contó.

Tras ese calvario, Federico fue ayudado y continúa con el acompañamiento psicológico de Elvira, su terapeuta, ya que muchos recuerdos que habían sido suprimidos volvieron en manera de depresión, memorias y pesadillas.

Hoy, Federico estudia Abogacía mientras trabaja en una fiscalía: cree que pasar tanto tiempo en las distintas sedes para denunciar al maltratador lo animó a querer estudiar esa carrera. Se hizo socio de River y no se cansa de sacarse fotos con su mascota; además, «la relación con mi vieja es más que fuerte» confió.

Su vida encaminada igual no borra las pesadillas, y trabaja en evitar que el pasado lo afecte: “Te soy sincero. Hoy soy más grande, tengo 20 años de terapia encima. Pero sigo hablando del tema y tiemblo”, concluyó.-



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