Lecturas: “Ser feliz era esto”, de Eduardo Sacheri

La novela del escritor argentino, autor del libro en el que se basó la película “El secreto de sus ojos”, ahonda en el encuentro de dos personas solitarias que, con esfuerzo y sinceridad, experimentan el cambio más grande de sus vidas.

Muchas veces nos toca encontrarnos con libros que parecen estar dedicados a un público específico ya sea por edad, por género o por ideología. Sin embargo, cada tanto nos topamos con un texto que puede funcionar para todos. Y son esos casos los que llaman la atención, porque abarcar diversos públicos puede sonar fácil como propuesta, pero en la práctica es cuanto menos una misión complicada.


“Ser feliz era esto”, de Editorial Alfaguara (2014), es un libro que puede servir para todo público. Porque puede ser atractivo para jóvenes, que se identifican con la historia de la protagonista; pero también para adultos, que entienden los cambios que atraviesa el otro personaje principal.

Acostumbrado a darle una temática futbolera o dramática a sus textos, Eduardo Sacheri exploró en esta novela una faceta distinta. En “Ser feliz era esto” conocemos la historia de Sofía y Lucas, dos personas solitarias que tras un encuentro cambian sus vidas de forma radical.

Allí vemos un relato enfocado principalmente en Sofía, una chica de catorce años que perdió a su madre hace poco. En medio de los cambios que esta dolorosa situación implica, Sofía toma una decisión que terminará presentándole un mundo nuevo: seguir una dirección anotada por su madre, que la lleva nada menos que a la casa de su padre.

En contrapartida, Sacheri nos presenta a Lucas, un escritor que se encuentra casado con Fabiana y tiene una personalidad solitaria y apacible. Mientras que para el exterior vive una vida aparentemente perfecta, Lucas sufre la monotonía de la rutina diaria.


Todo cambia cuando en una jornada que no parecía tener nada distinto, llaman a la puerta de la casa de Lucas. Es nada menos que Sofía, quien le cuenta que es su hija. Una hija de la que, además, Lucas nunca supo nada.

En esa primera presentación nos enteraremos que Lucas tuvo a Sofía con una mujer de la que se había enamorado perdidamente de joven (su “primer gran amor”, como la definirá luego), pero a la que nunca volvió a ver.

A partir de esta introducción, la dinámica diaria da un giro de 180 grados tanto para Sofía como para Lucas, porque pasarán a vivir juntos con todo lo que ello implica. Allí, el escritor debe hacer equilibrio entre su trabajo, su pareja y su flamante paternidad; mientras que la joven debe adaptarse al ritmo de Buenos Aires y a una vida con una “familia” que no conocía.

Si entrecomillamos familia en la oración anterior no es por una cuestión ortográfica, claro está. Es que una de las situaciones que desencadena el arribo de la adolescente es un conflicto entre Lucas y Fabiana, ya que la mujer no quería tener hijos. Y en ese tire y afloje, Sofía siente una incomodidad constante.


Una de las virtudes de Sacheri es reflejar diálogos sinceros y emotivos, en los que tanto Sofía como Lucas hablan sin tapujos. Para lo bueno y, lógicamente, también para lo malo. Pero esa dinámica que van construyendo los lleva de ser dos personas con miles de heridas a ser una familia que se contiene y siente un afecto verdadero, construido de forma sincera.

Es así que, a lo largo de los capítulos, encontraremos como evoluciona la historia del padre y la hija, que aprenden a vincularse nuevamente de formas que creían perdidas.

Aún con los buenos momentos que los protagonistas atraviesan, no todo es felicidad. Y en ese contexto, Lucas debe atravesar escenarios en los que tendrá que priorizar entre su trabajo y su hija, con presiones desde distintos ámbitos. Pero de allí también aprenderá que la vida puede cambiar en cualquier momento y que, si estamos dispuestos a ser receptivos, los cambios pueden ser buenos.

La historia tiene como foco la relación padre-hija / hija-padre, pero no es únicamente eso. Es una historia de aprendizaje, de evolución, y sobre todo de sinceridad. De decir lo que ambos solían callar y, a veces, también callar lo que solían decir de más.


Es una historia que nos enseña que familia no es un concepto unívoco, y que cada quien puede construir su propia familia de los modos que quiera y pueda.

Es una novela tierna, emotiva y sincera. Y es una novela que funciona para todos los públicos porque está construida desde el conocimiento de un autor que, de la misma forma que es adulto, trata con jóvenes por su profesión docente. Es, en una faceta en la que Sacheri no experimentaba tanto, un gran acierto.


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