Los Etchegaray: padre e hijo, historia de una pasión por los motores en Río Colorado

Alberto Etchegaray y su hijo Juan Manuel comparten en su taller de Río Colorado el entusiasmo por preparar motores para autos de carrera. Para modernizar la producción, el más joven de la dupla estudió ingeniería mecánica y con nueva tecnología le dieron una vuelta de tuerca.

La pasión por los motores de competición mantiene muy bien unidos a los Etchegaray en Río Colorado, Alberto y Juan Manuel, padre e hijo. Los comienzos fueron similares. Desde muy pequeños a muy corta edad se los veía en los talleres mecánicos “molestando” para ver cómo se trabajaba y sentir las vibraciones en su cuerpo o quedar aturdidos cuando se ponía en marcha los motores. Incluso disfrutaban llevar impregnado en la ropa y en la piel el olor y las manchas de grasa, aceite y combustibles. Dentro del taller o en cualquier pista de carrera del país, Alberto y Juan Manuel, disfrutan, sufren y se suelen amargar cuando ese motor que demando meses prepararlo no funciona como se pretendía.

Hoy los motores preparados por Etchegaray son reconocidos a lo largo y ancho del país: están respaldados con más de 80 títulos conseguidos a lo largo de los años en torneos locales, regionales y nacionales, donde los resultados dejan a la vista de todo el talento adquirido a lo largo de las décadas.  Aunque para llegar a saborear el éxito, debieron sortear momentos difíciles que les permitieron crecer sabiendo que los caminos de la vida están lleno de  sacrificios y que en muchas ocasiones no son fáciles.

Hoy, a los 76 años, Alberto “Tito” Etchegaray mantiene la fuerza intacta para estar al frente del taller y respaldado por su hijo Juan Manuel de 47 años, que estudió ingeniería mecánica para continuar con el legado de su padre. Además, del grupo familiar se les suman Norma, la esposa de Tito y dos hijas: Candela es médica pediatra, Luciana es abogada.

Desde su adolescencia comenzó a incursionar en la mecánica. Al principio fue con la mecánica en general con autos de calle, pero su objetivo siempre fue la competición. Luego de observar un show de karting en el Club Atlético, al poco tiempo construyó su propio monoposto, con el que consiguió buenos resultados.  La primera experiencia en la preparación fue con un Chevrolet del “Gallego” Prates para hacer picadas. Después lo sumaron al equipo de piloto local de aquellos tiempos “Tony” Reig quien del rally regional participó en dos carreras en Turismo Carretera con un Torino e incluso estuvo presente en el TC 2000.

Alberto lleva 60 años de trabajo con los motores. Foto: Jorge Tanos.

Con la experiencia adquirida lo fue llevando a dedicarse solamente a la competición donde el trabajo se iba reflejando en distintos equipos y a varias categorías a la vez.“ Se pasa muchas horas y hasta días acá, hemos pasados varios días metidos en un motor sin irme a mi casa, quitándole momentos importantes y fechas especiales a mi familia y sino fuera por el apoyo y la paciencia de ellos todo lo conseguido hasta acá se me hubiera hecho imposible. Ellos saben que mi único tema son motores y nada más”, reflexiona Tito. “Ella me conoció así, pero también tengo que reconocerle la paciencia que tienen”, agrega, palabras que reafirma Juan Manuel que tuvo pasajes similares con su propia familia.

“Pasaron muchos años, uno vive preocupado por las cosas que tiene que hacer en el taller, acá también es una competencia donde hay que ganar y no es fácil y nunca se descansa”, dijo Tito durante un breve receso de trabajo. Desde hace dos décadas conducen el equipo y se los puede encontrar analizando en las computadoras el funcionamiento del motor, intercambiando información y haciendo pruebas para mejorar el rendimiento de uno de los motores que tiene fecha para su entrega y los tiempo apremian.

Juan Manuel eligió estudiar ingeniería mecánica porque estaba convencido de sumarse al experimentado equipo de su padre con nuevas tecnologías que le dieron una vuelta de tuerca al taller y ya saboreó triunfos y consagraciones junto a Tito. “Esto es muy duro, son más veces que te volvés con una derrota que las veces que ganás. Pero en la derrota te incentiva a seguir trabajando para mejorar la última actuación.

”Ambos señalan que es gratificante trabajar juntos en los mismos proyectos. “Yo fui aprendiendo a prueba y error, rompiendo mucho, dedicándole días enteros a cosas que hoy con la llegada de Juan Manuel la podemos resolver en poco tiempo. Trabajamos en la misma sintonía y eso se hace mucho más fácil. Además es un orgullo que todo lo que uno construyo en tantos años la sigue y lo cuida tu hijo que siente la misma pasión que uno”, dijo Tito.

“Me crié acá adentro, aprendí mucho de lo que sé viendo el trabajo de mi viejo que es un trabajador incansable, una persona que con una vida hecha y con la edad que tiene sigue teniendo las mismas ganas y responsabilidad de cuando tenía 20 años. Y encima es una buena persona y todo eso me lo transfirió en sus enseñanzas y amor”, comentó Juan Manuel sobre su padre, el aliado que tiene a la hora de preparar los motores.

“Y voy a seguir siendo el último que cierra el taller, hasta que mi cuerpo diga basta, esto es mi vida” afirmó Tito. “Cada vez que miramos 10 años para atrás nos sorprende un poco cómo se pudo ir avanzando, cuando todo es tan difícil y evoluciona tan rápidamente”, consideró Juan.

Aunque aun todavía es pronto para saberlo, ambos esperan que algunos de los nietos de Tito puedan seguir con el legado.  Tito con 60 años de experiencia junto a los motores, y Juan Manuel desde hace un par de décadas trabajan full time en el galpón de calle Urquiza junto a un grupo de mecánicos apasionados por la actividad, que también dejan sus horas entre llaves y bancos de pruebas.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios