Nico sale a esquiar con sus perros y explora los fuera de pista de Villa Pehuenia Moquehue

Nico Pollo es un instructor de esquí que nació en Zapala, estudió en Bariloche y enseñó en el Cerro Catedral, en Estados Unidos y en Andorra. Instalado con amigos en una cabaña en este paraíso de la cordillera neuquina que recorre desde chico, comparte aquí las fotos y los videos de sus travesías en cerros y laderas que tienen mucho para descubrir.

Ahí va Nico, abriéndose camino sobre los esquíes en ese paraíso de nieve virgen que es la ladera del volcán Batea Mahuida. Lo acompañan Mambo y Cambá, que lo adoptaron como a un hermano en la montaña y que parecen divertirse tanto como él mientras corren y mueven la cola. Es un día de sol en el invierno de Villa Pehuenia Moquehue y lo vive de cara al lago y entre araucarias y picos nevados. Vive lo que siempre quiso: una temporada con amigos en una cabaña en la cordillera. De los que hablan y de los que ladran, todos son parte de la tribu que sale a explorar la inmensidad blanca ahora que volvió la nieve y la casa está en orden en este paraíso que conoce desde chico.

Con Mambo y Cambá, que lo acompañan en sus salidas. Foto: Nico Pollo.


Nico tiene 28 años, una novia que está por ir a visitarlo, nació en Zapala, se fue a estudiar Medicina a Cipolletti y cuando supo que no era lo suyo se instaló en Bariloche para cursar el profesorado de Educación Física con orientación en montaña.

Esquiando en Andorra. Foto: Nico Pollo.

“Venite que está bueno. el ambiente es muy buena onda y el lugar es hermoso”, le dijo su amigo Fernando en referencia a esa carrera que le permitió hacer prácticas y tener salida laboral en el cerro Catedral como instructor de esquí y de la que también se egresa como guía de trekking.

Ese título luego le dio la chance de ser instructor en los Estados Unidos sin escalas, e incluso de que en el cerro Beaver Creek (Colorado, a dos horas de Denver) le dieran a elegir si prefería enseñarles a niños o a adultos. Ahí, cuenta aún asombrado, con la base a 2.500 metros y la cumbre a 3500, se deslizaba con la nieve hasta la rodilla y a veces hasta el pecho: a esa altura es mucho más seca. «Me sentía como un nene en una juguetería», recuerda.

Una gran experiencia en una empresa que maneja 50 montañas en el mundo que le permitió también conocer de primera mano cómo se hacen las cosas en un centro invernal donde todo está articulado: de los pases y las clases al negocio inmobiliario, los eventos y la movida de los bares y restaurantes, los hospedajes y el alquiler de autos. Aquella temporada le dejó también la alegría de poder trabajar ahí con el título obtenido en Bariloche.



En el Batea Mahuida. Foto: Nico Pollo.

«Venite, venite, esto también está bueno», le dijo otra vez Fernando y así llegó el turno de el Andorra, que se llena de argentinos en la temporada. Compartió un alquiler con compatriotas y se financió con el colchón de las clases que dio en la Patagonia y en Denver. Aunque en el pequeño estado entre España y Francia validar para dedicarse a lo suyo le llevó un tiempo más, la remó con una sonrisa en la cocina de un hotel, mientras repartía currículums y se iba a esquiar entre turno y turno.

Para ganar tiempo se cambiaba en la telecabina mientras lo miraban extrañados, pero él siempre preguntaba si no tenían problemas, se calzaba las botas y así se subía sin demoras a la red de aerosillas para terminar esquiando en el límite con Francia y volver rápido para llegar a tiempo al trabajo.

Con Mambo y Cambá en el parque de nieve Batea Mahuida. Foto: Nico Pollo.

En estos días sale con toda la banda a deslizarse sobre las tablas y descubrir los mejores fuera de pista en la cordillera neuquina. Esta es su historia, la del chico que empezó en Primeros Pinos y soñó desde entonces dedicarse al esquí, elevó el nivel con los cursos para residentes de Chapelco (esos que bajan los costos al ofrecer clases, equipos y pases a tarifas promocionales) y siempre supo que la montaña era su mundo.

Pero debía descubrir cómo entrar. No siempre hay un curso promocionado a mano y pagar transporte, alojamientos, cursos, equipos y pases, se hacía cuesta arriba.

En el cerro Catedral durante un programa de Esquí escolar. Foto: Nico Pollo.

Y fue la Universidad pública la que le abrió la puerta. “No me olvido de eso”, dice Nico, suelta su sonrisa contagiosa y al recordar su paso por el cerro Catedral cuenta que se sintió feliz de ser parte del programa de «Esquí escolar» en Bariloche y de tener la oportunidad de trabajar con turistas de todas partes. Después se para, cruza la cabaña de madera y gira el teléfono para mostrar las montañas que aparecen en el horizonte. “Mañana vamos para allá”, dice.

En la pantalla se ve un bosque nevado, un lago y una montaña cubierta de blanco. En Villa Pehuenia Moquehue allá puede ser el volcán Batea Mahuida que muestra ahora, el espectacular Camino Viejo del parque de nieve o los cerros Bandera, Colorado o Lonco Vaca, entre tantas maravillas cercanas.

En el cerro Lonco Vaca en Villa Pehuenia Moquehue con Lucas, Nico y Juli. Foto: Nico Pollo.

A Nico y sus amigos les gusta estudiar y estudiar las laderas para sacarles bien la ficha y ver por dónde encararlas, patear seis horas para una bajada gloriosa de cinco minutos, esquiar en un bosque de araucarias o caminar con raquetas. «Es un paraíso con mucho para hacer y descubrir», cuenta.

Rumbo a las araucarias con Foto: Nico Pollo.

Quizás el futuro traiga otro sueño, el de armar aquí una movida con las travesías y el esquí. El tiempo dirá. De momento es tiempo de volver a acariciar a Mambo y Cambá. Un día aparecieron, les dio de comer y nunca más se fueron. Son compañeros de viaje. Ahí están, expectantes, a la espera de la próxima salida.


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