Pase lo que pase, creeremos: el ciclo de Marcelo Gallardo no terminó

El título local el jueves pasado tiene un sabor especial para Gallardo. La importancia de su ciclo en River más allá de los campeonatos y la incertidumbre sobre su futuro.

La vuelta olímpica número 36 de River fue el 13° logro de Marcelo Gallardo en siete años y significa algo más. Fue otro con su sello: generar orgullo hasta en la derrota y demostrar que no hay nada imposible.

Como el significado de su apellido (valiente airoso, grande o “persona viva” en francés) Napoléon construyó una nueva era en el club, partiendo de la difícil tarea de saldar cuentas pendientes y rearmar lo que parecía imposible semestre tras semestre.

Esa promesa de “devolver a River al lugar que se merece”, cuando asumió, trajo algo todavía mejor. Su pagaré a levantar terminó siendo un torneo local, de esos que el club tuvo a montones históricamente. Radiografía del imperio que levantó este bajito estratega (no francés, pero sí con gran paso por el país galo), que empezó por el ámbito internacional, rearmando el equipo que dejó Ramón Díaz con jugadores que el riojano había descartado y un solo refuerzo. Todo esto antes de llevarse puestas Sudamericana, Libertadores y Recopa, o mejor dicho, todo lo que Conmebol ponía en juego y en poco más de un año.

Cimentar, transformar, crear, creer… todo eso (y más) tiene la firma de Gallardo en este River 2.0, o 3.0, o 3.1… a esta altura ya no se sabe. El placer de haber cubierto a su River en cancha y seguir el día a día fue aprender y ser contemporáneo desde un lugar de privilegio de una época que nadie hubiera creído si te lo contaban antes y que difícilmente se dimensione si te la cuentan dentro de mucho.

Gallardo, como adjetivo y no como apellido, es este River, que se olvidó de no poder esto o aquello, que naturaliza una derrota y no agiganta un tropiezo, pero tampoco una victoria.

Del Larousse ilustrado del fútbol en su cabeza, como definió Sabella, salieron y se plasmaron en cancha cátedras en cada partido o conferencia de prensa en Ezeiza a las que asistíamos sabiendo que nos llevábamos algo más que un título para publicar; salías habiendo aprendido o entendido algo nuevo. “El mejor remedio para una buena victoria es una buena derrota”, dijo tras perder la increíble final de la Libertadores 2019, que llegó después de la soñada definición en 2018 ante Boca (¿alguien lo sufrió más?).

Marcelo Gallardo con la corbata en homenaje a Ángel Labruna.

“No hay nada más después de esto”, dijo aquella noche de Madrid. Y si había, ganando o perdiendo, este estratega que no guía desde ningún caballo y pisa el mismo suelo que todos fue sembrando una semilla: disfrutar.
“La estrategia todo este tiempo fue jugar mal dos meses y que ellos (Boca) no supieran cómo jugarnos)”, soltó en Mendoza tras la victoria y el asombro de quienes lo mirábamos, en una noche que fue el puntapié inicial de un año soñado. Le dio revanchas a la gente, al club y a sí mismo.

Este campeonato de 2021 es especial porque arrasó de punta a punta tras un duro golpe en la copa: “fuimos superados”, dijo, y se puso a trabajar en lo que venía. Esa es su firma, la de su ciclo. Es otra marca distintiva, como la intensidad, la presión alta y el amoldarse a cada batalla con el sacrificio como bandera.

¿Con qué va a salir el domingo o entresemana?”, era una pregunta recurrente. ¿Quién se animaba a tirar el equipo?, si no se filtra una gota y aunque parezca que algo estaba mal siempre termina sabiendo más que todos.

Sólo él sabe si seguirá en el cargo. Cada vez que dan por terminado el ciclo, arma un equipazo con lo que tiene y sigue. El legado del hombre que ya es estatua está y no se mueve de ahí.

‘‘El culón de Gallardo”, dijo Macri alguna vez, otro de los que no entendió y subestimó a una bestia que se alimenta con retos y afrentas, un pozo de los deseos sin fondo y con el secreto mejor guardado, que no es la suerte y está a la vista de todos: trabajar y hacer que crean en él.

Hay con qué. Y el día que el ciclo termine lo seguirá habiendo, porque Gallardo es River y River es Gallardo.

Texto por Gustavo Gallardo Kuster, periodista

Gustavo Gallardo Kuster, quien compartió su visión del River campeón, conoce muy bien al equipo del Muñeco. Cubrió la campaña del Millo para ‘‘River Desde la Tribuna’’ y ‘‘Pasión Monumental’’ por varios años.
Hoy, a sus 31 y radicado en Barcelona hace unos meses, se tomó un tiempo para escribir estas líneas en Río Negro.
Más de una vez le preguntaron si tenía algo que ver con Marcelo Daniel por su apellido, pero simplemente comparten la sangre riverplatense.


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