Privacidad o censura, una polémica que nunca termina

En los últimos días, varias redes sociales decidieron bloquear o eliminar contenido de Donald Trump por publicar desinformaciones, contenido violento y demás inconvenientes. Esto reavivó un viejo debate: ¿está bien lo que plantean las plataformas o hay censura?

En apenas unos días, Donald Trump pasó de ser uno de los usuarios más activos de Twitter (y demás redes) a no tener casi ningún perfil activo.


Con el ataque al Capitolio como eje, y varias publicaciones del mandatario estadounidense como “excusa”, tanto las compañías de Mark Zuckerberg como otras aplicaciones decidieron bloquear el perfil de Trump, y en algunos casos hasta eliminarlo.

Hay una realidad: Trump usó su cuenta para propagar informaciones de dudosa procedencia, fake news y expresiones que incitaban a la violencia desde siempre. Estas publicaciones fueron incluso uno de sus bastiones durante la campaña que lo llevó a ser elegido presidente de Estados Unidos.

Alrededor de mayo tuvimos un primer vistazo de lo que se podía venir, cuando algunos tweets del mandatario comenzaron a incluir una advertencia de potencial desinformación, mientras que otros más “viscerales” directamente fueron eliminados por los moderadores.

Lógicamente, Trump usó esta situación a su favor y denunció censura por parte de Twitter y Facebook, pero lejos de esquivar el bulto, las compañías de Zuckerberg intensificaron sus acciones y, en los últimos días, decidieron tomar cartas en el asunto de forma definitiva.

El mandatario norteamericano utilizó su cuenta de Twitter para difundir mensajes considerados fraudulentos y violentos, y por eso se tomó la decisión de suspenderlo. (Foto AP)


Fue así que los perfiles del presidente fueron suspendidos en ambas plataformas, y gran parte de sus más de 123 millones de seguidores (88 en Twitter, otros 35 en Facebook) se mostraron visiblemente molestos por la decisión. Tan así fue la cosa que hasta transformaron en tendencia otra red, Parler, de tinte más conservadora y sin moderadores.

La movida duró poco: en apenas unos días, los grandes de Silicon Valley le soltaron la mano a Parler, y dejó de estar disponible en los servidores de Amazon, Apple, Google y demás dominios de alto alcance.

Así, y en medio de una situación política y social convulsionada, Trump sumó un nuevo problema: se encontró acorralado en las redes, sin posibilidad de seguir difundiendo sus mensajes (al menos desde su perfil).

Toda esta situación reavivó un viejo debate que nunca se resuelve del todo: ¿hasta qué punto es aceptable que las redes sociales tengan el poder de decidir qué mensaje está “bien” y qué mensaje está “mal”?

Una de las últimas plataformas en sumarse al bloqueo fue YouTube.


Por un lado, muchos especialistas celebraron que Twitter tomara medidas alertando sobre las fake news difundidas, puesto que la desinformación se volvió un problema a escala global en los últimos años y pasó de ser una simple molestia a meterse con cuestiones públicas como la salud, por ejemplo.

Sin embargo, en contrapartida, la opinión mayoritaria apuntó a que las redes están comenzando a demostrar una omnipotencia un poco preocupante.

“La censura de Twitter y Facebook a Trump demuestran en primer lugar el poder que han adquirido las plataformas en la circulación de discursos y opiniones. Nunca fueron neutrales pero cada vez son más abiertamente empresas editoras de contenidos que deciden qué se publica y qué no, y, si se publica, qué visibilidad tiene cada contenido. Incluso al punto de animarse a editar y censurar al propio presidente de los Estados Unidos. ¿Qué viene después de eso?” reflexionó Alejandro Rost, docente e investigador de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Comahue.

Al mismo tiempo, Rost agregó que “Twitter y Facebook se están arrogando la decisión de la censura a alguien que, por más que a muchos nos genere repulsión, representa y fue votado por millones de personas. Por más antidemocrático, xenófobo y racista que nos pueda resultar Trump, decidir la censura de ese representante abre una puerta peligrosa a lo que pueda venir luego. Porque deja en manos de corporaciones privadas esa decisión y próximas decisiones. Los dueños de las plataformas digitales se convierten en guardianes del discurso público”.


Para finalizar, el docente expresó que “lo correcto sería que las instituciones democráticas que nos representan asuman, definan y ejecuten reglas claras de actuación en esos casos. Y que sean mecanismos ágiles y democráticos”, concordando así con el planteo de varias figuras de la política internacional (ver recuadro), que solicitaron que este tipo de decisiones no queden en manos de las compañías de forma unilateral.

Con estas decisiones aún frescas, se vendrán días de intenso debate. Uno que comenzó hace tiempo, y que al parecer está lejos -muy lejos- de tener un cierre.


El revuelo global, en voz de la política



Después de confirmarse los bloqueos, fueron varias las figuras de la política mundial que salieron a opinar en relación a lo sucedido.

Una de las primeras en mostrarse preocupada por esto fue la canciller alemana Ángela Merkel: “Es posible interferir en la libertad de expresión, pero según límites definidos por el legislador, y no por la decisión de una dirección de empresa”, aseguró Steffen Seibert, su portavoz, quien agregó que “la canciller considera problemático que las cuentas del presidente estadounidense sean cerradas”.


Thierry Breton, comisario de la Unión Europea, contrastó la situación los ataques terroristas de 2001 y expresó que “así como el 11 de septiembre marcó un cambio de paradigma para la seguridad global, 20 años después estamos siendo testigos de un antes y un después en el papel de las plataformas digitales en nuestra democracia”. A eso le sumó que las redes “ya no pueden ocultar su responsabilidad hacia la sociedad argumentando que simplemente brindan servicios de hospedaje en línea”.

Sin embargo, uno de los testimonios más esperados era el del propio Mark Zuckerberg, quien aseguró que “creemos que permitir al presidente que siga utilizando nuestro servicio durante este período plantea riesgos demasiado grandes”, justificando así la decisión de expulsarlo de las redes.


Twitter acusó el golpe



– La decisión de bloquear a Trump (y la pérdida de sus 89 millones de seguidores) impactó de lleno en las acciones de Twitter.

– En la jornada siguiente, la empresa registró una pérdida de casi el 7%en sus acciones, mientras que en el caso de Facebook la caída fue del 3,7%.

– Trasladado a lo estrictamente económico, fue una pérdida de más de 2.100 millones de dólares.

– Además de Trump, también fueron bloqueados varios de sus asesores y asistentes de campaña, lo que despertó una vez más la ira de un sector de los usuarios.


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