Recordar en cuarentena: los vinilos vuelven a girar con este DJ desde Neuquén

Raimundo Negrete es quien dedica estos días de aislamiento a mimar a sus amigos y seguidores con música de la buena. Facebook y Whats app son sus aliados. Conocé sus orígenes en Allen y más de este oficio que lo apasiona hace 30 años.

“Todo el que pide un tema, quiere volver a su adolescencia, a los ‘90, a los ‘80”, explica Raimundo y así, sencillo, descifra algo de lo vive como DJ de vinilos, oficio que lo apasiona hace más de 30 años. Hay mucho de nostalgia compartida en eso, es cierto, suya y de quien lo convoca, pero también de admiración por las bandas y su historia, por un formato de sonido único y la generosidad de un especialista que no quiere guardarse lo que sabe. Para este allense radicado en Neuquén, los discos son sus tesoros preciados, que se dimensionan, se aprecian, sólo si siguen girando. Y sonando.

Por estos días, Raimundo Negrete se encuentra en su casa. El reposo por un problema de salud lo hizo suspender sus horas como enfermero de neonatolología, en el Hospital Castro Rendón, la otra ocupación que cultiva desde 1990. Esa orden médica coincidió con los días de cuarentena, por la pandemia del coronavirus, dándole más tiempo para estar con sus discos. Y por qué no, complacer a quienes buscan volver en el tiempo con la música

Foto: Yamil Regules.

Los pedidos no son nuevos, pero en este tiempo de quietud, de encontrarse con uno mismo en el aislamiento físico, cobran otro sentido. Gracias a Facebook y Whats app, amigos, allegados y seguidores lo convocaron desde distintos puntos del país para escucharlo mezclar temas, esos que ya no se escuchan, no se consiguen, o que sólo se lucen impecables, en vinilo. Paraná, Pico Truncado, Puerto Deseado, Rawson, Esquel, Trelew, Buenos Aires, Zárate, Zapala, Roca, son algunas de las ciudades que recibieron sus enganchados. 

Delante del micrófono y como en cualquier evento, se graba animando, presentando a los intérpretes y a quiénes va dedicado el video que sube a su perfil. No es una tarea que se pueda registrar sólo con un celular, sino que apela a una cámara profesional y una placa de audio para mantener la fidelidad del sonido. “Esto es el vinilero 100%, transmitiendo desde el Santuario Mix, Neuquén capital”, pregona, para completar el sello que lo distingue y que recrea la mística del disk jockey. 


Más de 7000 discos lo ocupan todo en el quincho que Raimundo les construyó en su casa de barrio La Sirena, de Neuquén. Allí, donde vive con su esposa e hijos, descansan colecciones, discografías enteras, de rock nacional e internacional, folclore, melódico, música tropical y tango, que él se encargó de ir completando, con viajes incluso a Buenos Aires, sólo a comprar. Como en las figuritas, cada tanto alguna edición es difícil de conseguir, pero se las ingenia.  

Allen: el barrio, el salón de Bomberos y el club


En todo ese universo de temas, que conoce y sabe encontrar en cada disco, hablar de música tropical lo trae de regreso a sus orígenes en Allen. Una empresa que armaba sonido para recitales le sirvió para juntar sus primeros conocimientos en electricidad. Desde ahí poner música en fiestas, por su cuenta, fue el siguiente paso. Más tarde, los bailes en el salón de Bomberos y el Club Alto Valle le dieron la oportunidad y el recuerdo de noches que define como “épicas”. Las fiestas de fin de año y el show de Antonio Ríos, cuando integraba el grupo “Malagata”, son ejemplos de eso. “Creo que esa noche fue la vez que puse música ante más gente en mi vida”, describe. 

Foto: Gentileza Raimundo Negrete.

Desde su querido barrio Bifulco, con sus amigos de siempre, algunos de los cuales conserva hasta la actualidad, le puso paciencia y perseverancia a la movida nocturna de Allen, que venía acostumbrada a bailar con música en vivo. Las orquestas, como les decían, con exponentes como “Horacio, el imparable” ó “Néstor y los magnéticos”, tenían su circuito y sus seguidores. Por eso cuando Raimundo llegó con sus vinilos, como ya se había puesto de moda en Buenos Aires, las parejas se sentaban a conversar. Seis meses tuvo que insistir hasta “romper el hielo”

La radio y otros boliches de Neuquén le sirvieron para ponerse a tono, cuando los hits eran «Que vengan los bomberos», de Daniela Romo, y «La gota fría», de Carlos Vives. También circulaban los éxitos de Miguel “Conejito” Alejandro, Sebastián, Los Cartajeneros, Lía Crucet, La Bomba Tucumana, La Sonora Dinamita, Los Dora2.

“Yo practicaba mucho en la semana”, recuerda, “el día que fueras a mi casa estaba con la bandeja. Tenía que estar muy canchero con los discos, para saber dónde encontrarlos en la batea y cómo enganchar las canciones”

Entre 1994 y 1995 dejaron de salir vinilos, obligándolo a comprar los CD’s originales para seguir trabajando y como él dice, complicándole la vida. “La tenía tan clara, sufrí el cambio”, reconoce. Los costos se multiplicaron, teniendo en cuenta que un disco en ese tiempo le salía 14 pesos, mientras que el valor de un compact se le iba a 30. Viajando en Koko, se recorría las disquerías de la zona cuando no encontraba lo que necesitaba en “Casablanca”, el local de Allen que se dedicó a ese rubro y hoy ya no existe. 

Foto: Gentileza Raimundo Negrete.

Así, su actividad detrás de los parlantes fue decayendo hasta que una compañera de trabajo lo convocó a animar con sus vinilos en un evento familiar, hace 10 años. Raimundo asistió casi avergonzado, pensando lo desactualizado que se vería, en comparación con los que musicalizan hoy, computadora de por medio. Sin embargo, los invitados de la fiesta lo rodearon para ver las joyas que cargaba en sus cajones, devolviendo su rol a la vida y que perdura hasta hoy.

Foto: Gentileza Raimundo Negrete.
Foto: Gentileza Raimundo Negrete.

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