“Bauti”, el adolescente que supera todas las barreras día tras día

Tiene 16 años y tuvo una destacada participación en las pruebas de atletismo en Neuquén. Su discapacidad no le impide cumplir todos sus objetivos.

El olor a pan casero inunda los ambientes de la casa de los Palacios. Es la hora de la merienda y la “receta de la abuela” no falla porque alrededor de la mesa Bautista (16) se sienta cerca de su papá Lucas mientras que su mamá, Vanina Pagliaccio, sigue atenta la charla, apoyada contra una pared.

A metros, en el patio, Felipe (7) patea la pelota y de tanto hace su aporte a la charla a través de una puerta que permite el ingresos de los rayos de sol, de una cálida tarde valletana.
La mirada tierna de Bautista se funde atrás de sus anteojos de marco celestes y a pesar de su timidez, está dispuesto a contar su historia.

Muchas veces -aseguró- la falta de una parte de sus brazos llama la atención en los más pequeños que “se sorprenden cuando me ven”.
“A veces utilizo el humor negro…(y se ríe). Y les digo que tuve un accidente o que me atropelló un camión. Pero después les cuento que en realidad nací así, sin una parte de mis brazos”, relató con total naturalidad.

La anécdota siempre sirve para romper no sólo el hielo sino también los preconceptos que existen ante una discapacidad como la que afronta. Papá Lucas contó que se trata de una focomelia bilateral, y que afecta a uno de cada 20 mil nacidos en el mundo.
Y explicó que básicamente, durante el embarazo, no logró desarrollar en su totalidad sus extremidades superiores.

Bautista y la postal familiar junto a sus padres y su hermano.

Cada vez que entra a un lugar se siente observado pero ya está habituado, explicó en medio de una sonrisa. Pero Bauti corre con una gran ventaja y es que desde muy pequeño aceptó su cuerpo tal como es.

Reconoció que en los últimos años no sufrió casos de discriminación aunque recordó que cuando estaba en una escuela primaria un compañero le hizo un “fuk you” y se burló ya que él no podía hacer lo mismo porque no tenía manos.

El papel de la docente

“Me fui a hablar con la maestra y le expliqué que yo amaba mi cuerpo tal como era”, recordó todavía con ternura. La docente inmediatamente se dirigió al curso de ese niño para explicar y brindar información sobre lo que le pasaba a Bautista.
Con el paso de los años se fue fortaleciendo. Y fue desarrollando aptitudes vinculadas a la música y al deporte. Todavía recuerda cuando comenzó a tocar el ukelele con sus pies cuando apenas había cruzado los 7 u 8 años.

Luego vino la época de la bicicleta y el mountain, donde participó de varias competencias a partir de la adaptación que hizo su papá en el manubrio.
“Ahora me dedico más al atletismo”, explicó con humildad y contó que hace una semana en el paralímpico de Neuquén, ganó las competencias en 1.500 y 400 metros, y también en salto en largo.

Además participó en el triatlón adaptado de la Manzana que contemplaba 100 metros de natación, 15 kilómetros de bicicleta y 5 kilómetros de atletismo, en Roca.
En estos años fue construyendo esas redes de contención junto a sus padres quienes en todo momento estuvieron presentes. Así surgió el sistema de acondicionamiento para de su bicicleta no sólo para que pudiera realizar una actividad física. “Hoy me voy todos los días en bici a la escuela”, contó. Para ello, papá Lucas acondicionó el manubrio.

También lo hizo con los utensilios (tenedor y cuchillo) que le permite cortar e ingerir sus alimentos.
Para Bautista sus padres son su sostén y su apoyo diario. “Mi papá es un luchador y mi mamá es la de los abrazos y también me da mucho cariño”, explicó.
A su lado, los papás se emocionan con las palabras y las retribuyen con una sonrisa cómplice mientras Bautista sigue soñando en voz alta con que algún día pueda representar a la Argentina en una Olimpiada.

Después de lo que me dijo me fui a hablar con la maestra y le conté que yo amaba mi cuerpo tal cual como es”,

Bautista recuerda el día que sufrió discriminación en la escuela primaria.

Un diagnóstico que los movilizó para siempre

Vanina y Lucas recuerdan con lujo de detalles el día que les dieron el diagnóstico. “Transcurría el sexto mes de embarazo cuando hicimos la ecografía”, contó el papá, quien remarcó que la actitud del médico no fue la mejor y que en un principio les costó afrontarlo. Por ese entonces Vanina se preguntaba cuál sería el futuro del pequeño si no tenía sus manos. “Si casi hacemos todo con las manos”, se preguntaba.

El paso de los días trajo calma y la llegada de Bautista terminó con todas esas dudas.
“Es un luchador, todos los días nos demuestra que se va superando”, dijo orgullosa su mamá.
Lucas aseguró que siente admiración porque logra superar todas las barreras. “Es una persona tranquila y adorable que se esfuerza siempre”, dijo.


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