El femicidio de Agustina Fernández: tres años sin la joven y una madre que no se resigna

La muchacha de 19 años era oriunda de La Pampa y estudiaba la carrera de Medicina en Cipolletti.

Agustina Fernández tenía 19 años. Foto: gentileza

«Hoy tendrías que cumplir 23 añitos, pero un ser despreciable te quitó de nuestras alegrías. Te amo en esta y todas las vidas«. Silvana Capello sostiene una foto de su hija Agustina Fernández. Su vida se detuvo días antes de cumplir los 20 años, en julio de 2022. La de su madre, de alguna forma, también. Su mirada denota un dolor inmenso que no se apaga con el paso del tiempo porque, según explica la mujer, es cada vez más difícil sobrellevar el duelo.

Agustina era oriunda de La Pampa, pero se había radicado en Cipolletti porque su sueño era estudiar Medicina en la Universidad Nacional del Comahue. Una tarde de julio fue atacada en el departamento de su vecino Pablo Parra y permaneció internada en el hospital Pedro Moguillansky hasta que su cuerpo dijo basta.

En un primer momento se investigó un posible robo hasta que las sospechas recayeron sobre Parra que fue condenado por femicidio a cadena perpetua, a través de un juicio por jurados.

«Cada vez es más difícil -reconoce Silvana-. El primer año me encontró haciendo marchas y tratando de buscar pruebas. Ahora solo espero que se cumpla la perpetura porque si bien está en prisión, le queda la Corte Suprema como última instancia. Con todas las audiencias de apelación, él tiene más derechos que la víctima».

Para esta mujer fue extremadamente difícil transitar el juicio ya que, en esas audiencias larguísimas, se enteró «de cosas que no sabía». «En algunos momentos, mostraban imágenes de violencia física y tenía que salir. Fue duro aunque también tuve una linda sensación con las compañeras, otras estudiantes que la conocieron esos tres meses. La llamaban ‘la mamá del grupo’. Captaron a Agustina en su ser», comenta.

A los 11 años, la joven decidió que estudiaría medicina ya que estaba fascinada con su médica de cabecera. Su idea se mantuvo firme y cuando terminó el secundario, se inscribió en la carrera que se dictaba en Cipolletti.

«Desde La Pampa estábamos a la misma distancia de Cipolletti, Córdoba y Buenos Aires. Pero Córdoba tenía examen de ingreso y una amiga la convenció de estudiar en Cipolletti. No me olvido más que, en la búsqueda de información, le saltó el triple crimen y el homicidio de una kinesióloga. Me acuerdo que le dije: ‘Ay, ma, eso fue hace 20 años; ahora es otra cosa’«, recuerda con angustia Silvana. Dice que paradójicamente, «La Plata o Buenos Aires habían sido descartadas por el padre ya que las consideraban peligrosas».

El primer año cursó la carrera de manera virtual y en forma paralela, hizo un curso de cardiología auxiliar hasta que en enero del 2022, le informaron que la cursada volvía a ser presencial. La joven y sus padres viajaron entonces a Cipolletti en busca de alquiler.

Encontraron un complejo donde conocieron a Parra, uno de los vecinos. «Tenía 38 años, pero no los aparentaba. Él le ofreció ayuda y le decía que estaba para lo que necesitara. Así fue ganando su confianza«, cuenta.

En junio de ese mismo año, los padres fueron a visitarla para el día del padre y ella les comentó que Parra estaba «medio denso«. «Me hacía señas y señalaba abajo -porque decía que se escuchaba todo-. Nos contó que él le compartía la contraseña de wifi porque él le prestaba el lavarropas. Yo notaba que él siempre estaba muy atento a los movimientos de ella. No me gustaba nada», recalca.

El día de la agresión, Agustina fue atacada en el departamento de ese hombre. «Él manifestó que ella había ido a comprar verduras y de regreso, había pasado por su departamento. Dijo que él salió a comprar helado y que al volver la encontró en el piso. Simuló un robo«, relata.

En ese momento, el hombre comenzó a golpear las puertas del complejo lo que llamó la atención de un vecino que se acercó a su departamento. «Al ver a Agustina convulsionando en un charco de sangre, le dijo: ‘¿Qué cagada te mandaste?’. Él pidió llamar a la policía, nunca a una ambulancia«, señala.

Una hora después del incidente, Parra la llamó a Silvana para decirle que habían entrado a robar y habían atacado a Agustina. «No le creí nada. No estaba en shock, no gritaba, no lloraba. Le pregunté cómo estaba ella y me hace: ‘Mmmmm‘. Cargamos nafta y nos fuimos con lo puesto. Fueron 540 kilómetros llorando. Le decía a mi marido que había sido Parra», rememora.

¿Qué fue lo que pasó esa tarde? Silvana especificó que Agustina había invitado a su departamento a un chico que le gustaba. «Cuando Parra volvió de jugar al fútbol escuchó algo, se asomó a la ventana y lo vio al pibe saliendo del baño recién bañado. Eso ha detonado la discusión«, arriesga la mujer.

Ver a Parra sentado en el banquillo de los acusados no fue fácil para la familia de Agustina. Aseguran que, durante todo el juicio, se mantuvo «frío» y no se quebró en ningún momento. «Siempre estuve convencida de que había sido él. Cuando se dirigió al jurado, lo hizo con con soberbia, nunca mostró arrepentimiento«, insiste.

En cambio, cuando se le pregunta por Agustina, el tono de su voz cambia: «Era dulce, sencilla. Estudiosa, responsable y sobre todo, una gran persona. Tengo otra nena de 11 años que es un calco de su hermana. Sinceramente no se cómo hago para seguir adelante«.


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