La historia de la fotógrafa de Clemente Onelli que vuelve visible lo invisible

Desde la Línea Sur, Eve Díaz rescata la memoria de su pueblo con fotos y relatos. Fue reconocida por la Legislatura de Río Negro por su trabajo.

Las fotos de Eve Díaz, hablan de paisajes, historias y personajes de Clemente Onelli. Foto gentileza Eve Díaz.

A las cuatro de la mañana, cuando el frío cala hasta los huesos y el viento silba como dueño de la estepa, Evelyn Díaz cruza la calle de tierra que la lleva hasta la estación de tren de Clemente Onelli. Lo hace con las manos en los bolsillos, casi en silencio, y enciende la luz para que los pasajeros no esperen afuera. “Lo hago por los vecinos, para que tengan un lugar calentito”, dice. Ese gesto, tan simple como enorme, habla tanto de su vida como de las fotos que empezó a tomar por curiosidad y que hoy se transformaron en Historias de Onelli, el proyecto que fue declarado de interés turístico, social y cultural.

Eve Díaz, de Clemente Onelli: desde la curiosidad a un proyecto fotográfico


Evelyn tiene 31 años y una voz bajita, como si le costara creer que alguien quisiera escucharla. Nació en Bariloche pero vive en Onelli. “Siempre pensé que mis fotos no eran buenas”, confiesa. De chica empezó con el celular, sacándole fotos a su familia y a los paisajes que la rodeaban. Estudió en la Escuela Argentina de Fotografía. Cuando pudo, se compró una Canon 400, que todavía guarda como un tesoro aunque ya no funcione. “Fue mi primera cámara, la tengo ahí como recuerdo, pero ahora me prestan otras o saco con el teléfono”, cuenta. Le gustaría tener la suya, pero otras prioridades se cruzaron en el camino. Esa falta no la detiene: su mirada aprendió a crear incluso con lo mínimo.

Clemente Onelli bajo la nieve y la mirada de Eve Díaz. Foto gentileza Eve Díaz.

La idea de mostrar su trabajo no fue suya. Fue de una amiga y de su pareja, que insistieron en enviar un dossier con las fotos a la Legislatura. Ella decía que no, convencida de que nadie iba a prestar atención. “Yo decía: si apenas tengo dos o tres ‘fans locos’ en Facebook que me escriben cosas lindas…”, recuerda entre risas. Pero el sobre viajó igual y, meses después, un mensaje inesperado llegó al teléfono: su proyecto había sido reconocido oficialmente.


Al principio no se animó ni siquiera a contárselo a su familia. La noticia les llegó antes por terceros. “Mi mamá me retó: ‘¿Por qué no me dijiste?’”, cuenta. Los vecinos también se acercaron, algunos con mate de por medio, a felicitarla. Uno de ellos le dijo: “Vos que siempre te tirás para abajo, mirate ahora”. Evelyn sonríe al recordarlo. Todavía le cuesta convencerse de que esas fotos que ella llama “simples” tengan tanto valor para los demás.

Construcciones de Clemente Onelli que cuentan historias. Foto gentileza Eve Díaz.


Lo que hace especial a Historias de Onelli no son solo las imágenes: son las palabras que las acompañan. Relatos de vecinos, recuerdos de la infancia, anécdotas mínimas de la vida en un pueblo que parece detenido en el tiempo. Personas que se fueron de Onelli hace décadas le escriben emocionados: las fotos les devuelven la niñez, la voz de sus padres, el olor de la leña. Otros, que nunca pisaron ese rincón de la Línea Sur, sienten que viajan con solo verlas. “Yo pensaba que eran solo fotos, pero me fui dando cuenta de que eran mucho más”, dice Evelyn.

Una vieja cocina a leña y una pava que no perdió el brillo. Foto gentileza Eve Díaz.

Su sueño ahora es hacer un libro: reunir imágenes antiguas que guardan los vecinos y mezclarlas con sus registros actuales para narrar la historia completa del pueblo. Es un proyecto ambicioso, que por momentos parece lejano, pero que la motiva a seguir aprendiendo. “Me gusta estudiar, sumar diplomas, crecer. Lo que me gusta es aprender”, repite.

El tren marca el pulso de la vida en Clemente Onelli. Foto gentileza Eve Díaz.

Mientras tanto, sigue sumando fotos y relatos a su archivo. Algunas noches se queda despierta ordenando papeles, releyendo historias que un vecino le contó en confianza, buscando la mejor manera de transformarlas en memoria compartida. Se emociona al ver que lo que empezó como un pasatiempo es hoy un puente entre generaciones.


En Clemente Onelli, el tren pasa cuatro veces por semana. Y siempre está ella, la fotógrafa que se quedó sin cámara, la mujer que abre la estación de madrugada, la artista que encontró en su pueblo una fuente inagotable de historias. Evelyn Díaz sabe que lo suyo no son “solo fotos”. Lo suyo es, de alguna manera, volver visible lo invisible.

Radio, mate listo, cámara y pava, en la mesa de esta artista de las cosas simples. Foto gentileza Eve Díaz.

“Y así, entre relatos de antaño, mates compartidos y silencios que dicen más que las palabras, sigo escribiendo”. “Esas memorias también son mías, y con ellas quiero levantar este libro, como quien levanta una casa para proteger lo que ama”.

Eve Díaz Fritz, fotógrafa y escritora de Clemente Onelli

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