Tres arbustos para colorear la primavera

Coronas de novia, rododendros y membrillos de jardín permiten sumar volumen y muchos tonos alegres a los jardines. Aquí, dos expertas explican los cuidados que necesitan cada uno de ellos.

Ahora que llegó la primavera, podemos pensar en sumar al jardín estas especies arbustivas, tres de las plantas más ornamentales y vistosas para vestir todo tipo de jardines o espacios verdes.


La Spirarea Prunifolia o Corona de novia



Sin dudas es uno de los arbustos más solicitados por jardineros y diseñadores para formar grupos arbustivos y borduras de diferentes espacios verdes. Desde el vivero Los Robles, de San Martín de los Andes, la Ingeniera Forestal Nadia Creide, comparte sus consejos sobre esta planta.

La Spirarea Prunifolia, o corona de novia pertenece a la familia de las Rosáceas y abarca cerca de 300 especies. Puede vivir a pleno sol y también en semisombra. Tienen buena resistencia a las heladas. El suelo debería estar bien drenado, tener una textura media y contener materia orgánica para conseguir cierta retención de humedad. Aunque resisten algunos días de sequía es mejor regarla regularmente de tal forma que la tierra no llegue a secarse por completo. Las flores de la corona de novia son hermafroditas, actinomorfas, de alrededor de 1 centímetros de diámetro, dispuestas en corimbos axilares, cada una con 5 sépalos libres, 5 pétalos blancos y numerosos estambres más cortos que los pétalos.

Las especies más conocidas son: Spiraea prunifolia, Spiraea cantoniensis, Spiraea japonica, Spiraea salicifolia, Spiraea alba, Spiraea splendens, Spiraea x vanhouttei (híbrido).

Se trata de arbustos caducifólios, con tallos bastante delgados, de color marrón rojizo en sus primeros años y pueden alcanzar de un metro hasta dos metros y medio o tres 3 metros de altura, dependiendo la zona. Muy decorativo por sus hojas ovaladas, de pequeño tamaño, de color verde con abundantes y pequeñas flores blancas que nacen agrupadas en primavera.

Corona de novia, con sus flores y sus estambres.


“La Corona de novia, del género spiraea, en nuestro país podemos encontrar muchas variedades, pero en nuestra zona, las más buscadas por su buena adaptación son: spiraea thumbergii, bumalda, golden flame y cantoniensis”, dice Nadia Creide.

Estas plantas son de follaje caduco y algunas presentan hojas de color verde claro y flores blancas. Las más llamativas, de hojas de color anaranjado o moradas -la variedad Bumalda y golden flame-, tienen flores rosadas. Estas inflorescencias se presentan en forma de corona o racimos, en los extremos de las ramas.

“En otoño, antes de caer su follaje se colorea de naranjas, amarillos, rojos, haciendo notar la estación otoñal, lo cual es muy llamativo con la combinación de colores”, comenta Creide.

Durante el invierno, estos arbustos lo pasan sin hojas -explica la experta – y al finalizar la estación de más frío, comienzan a brotar. Son las primeras en florecer, anunciando la llegada de la primavera.


Se desarrollan en suelos con buena cantidad de materia orgánica, bien drenados y a pleno sol. En verano toleran bastante la sequía – aclara Creide – pero si se riega, se obtendrán plantas más vigorosas y de mayor crecimiento y asegura que se utilizan como ejemplares solitarios o formando pequeños setos. “Este arbusto crece bastante rápido por lo que tolera muy bien las podas invernales”, explica la ingeniera forestal.

La Spiraea cantoniensis puede multiplicarse por esquejes, en primavera o verano, mediante la siembra de semillas o división de matas.

Se aconseja durante el otoño abonar, con materia orgánica (compost o estiércol) y con un fertilizante mineral a finales del invierno. Después de la floración realizar una poda para fortalecer y controlar su crecimiento.

Si bien esta planta resiste a plagas o típicas enfermedades de jardín, pueden sufrir ataques de pulgones en sequía y de oidio, por exceso de riego.


Rododendro



El genero rhododendron, es originario del Himalaya y el extremo oriente, crecen en los bosques de semisombra, y comprende a los rhododendros y azaleas.

“Son plantas perennes, que adornan el jardín en invierno con sus hojas de buen tamaño, color, brillo y rigidez”, explica Creide.

Según la experta, esta especie pueden medir hasta 9 metros de altura y son de lento crecimiento en nuestra zona. “Sus flores son en forma tubular; hay muchas con formas acampanadas, y también como trompetas que pueden medir hasta 10 centímetros de longitud, con diminutas flores muy similares a estrellas, siempre en ramilletes de 10 o más flores”, indica.

Cada variedad tiene su época de floración – aclara – por lo que si se elige bien, se obtendrá flores desde el invierno hasta el verano. “Las que comienzan a florecer primero son las variedades rosadas, luego las fucsias, amarillas y a comienzos de verano las rojas, blancas y violetas”, señala.

Rododendro. Necesita suelos húmedos.


Por otro lado, las azaleas son arbustos más pequeños y pueden ser de follaje caduco o perenne. “Sus flores son iguales al rhodo pero de menor tamaño y la gran variedad de colores, que puede llegar a azules”, comenta.

Ambas especies necesitan de suelos ricos en materia orgánica, bien nutridos y sobre todo ácidos. Esta acidez la podemos lograr aplicando al sustrato restos de hojas de pino, o un compost, fertilizantes ácidos, o tierra de bosques, sobre la superficie siempre es bueno colocar corteza de arboles, para proteger la humedad en superficie, ya que sus raíces allí se ubican, no son profundas. Y a medida q regamos esa corteza se descompone y aporta acidez y nutrientes.

“En verano es fundamental que estén húmedos y si están al sol, el riego debe ser diario. El suelo debe estar bien drenado”, especifica y agrega que estas especies necesitan que les brindemos fertilizaciones mensuales para estar vigorosos y florecer en mayor cantidad y duración.

Son plantas que se utilizan en macizos, rocallas, ejemplares solitarios en el jardín o en macetas en el caso de las azaleas.


Según Nadia, no se podan, salvo que presenten alguna enfermedad, algo raro en estas especies, o si se trata de ramas secas y rotas. “En nuestra zona por el peso de la nieve en invierno, cuando son muy grandes, se pueden quebrar”, cuenta.

Se pueden multiplicar por acodos o esquejes. El acodo es la forma mas sencilla. Lleva muchos meses el enraizado. “Se debe tener paciencia con estas especies, como con todas las plantas alpinas”, dice.

“Cada año se producen nuevos híbridos y variedades que amplían la lista para elegir las que más nos gustan y se pueden plantar bajo otros árboles, lo cual les encanta, por la sombra y el tipo de suelo”

“No toleran los veranos demasiado cálidos y largos, aquí en San Martín, en los jardines más antiguos, siempre encontramos alguna de estas dos especies, porque se consideran plantas de colección y adoración”, culminó la experta.


Cydonia japónica o Chaenomeles



Yohanna Moryszczuk desde “El Vivero de Pepe” se suma a esta celebración primaveral compartiendo todo sobre esta planta tan decorativa, la Cydonia japónica o Chaenomeles. “Este arbusto viste a muchos jardines y es el protagonista en flor en estas épocas”, dice Yohanna. Y añade: “Es sumamente decorativo todo el año, aunque su hoja es caduca y sus ramas espinosas”.

Según Yohanna Moryszczuk este arbusto florece a fines de invierno, antes del brote de hoja y vuelven a dar flores en verano, pero con menor cantidad. Contiene un fruto amarillento aromático, comestible, muy similar a una manzana en miniatura porque tiene un tamaño de 4 centímetros, un deleite para las aves. Este arbusto puede alcanzar los 3 metros de altura.

“Soporta grandes podas, pero debería podarse luego de la floración, ya que florece en rama nueva al año”, explica Yohanna y asegura que una poda anual es suficiente para mantener vigoroso esta especie arbustiva.

También aconseja aprovechar los esquejes para multiplicarla, además de plantar las semillas o hacer división de mata.

Chaenomeles, o membrillo de jardín. Alegre, colorido.


Es una planta que en invierno no requiere de muchos cuidados, solo riegos espaciados, pero entrando en primavera, se debería abonar y regar con más frecuencia. “Se puede usar abono orgánico en otoño e invierno, y químico en primavera. Soporta temperaturas bajo cero, por eso es que se adapta muy bien a la zona”, dice Yohanna.

“Si lo buscan en los viveros es más probable que lo encuentren por su nombre vulgar que es “membrillo de jardín”, comenta. Y agrega: “No suele ser atacada por las plagas típicas de jardines, por lo tanto es de fácil mantenimiento, ya que no hay que hacer curas preventivas”.


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