Un solo triunfo y varias derrotas

La décima elección provincial desde 1983 tendrá un triunfo y varios derrotados, sea cual fuere el resultado que se conozca esta noche. Y la onda expansiva saldrá de los límites de la provincia y alcanzará, al menos por un tiempo, a los principales candidatos presidenciales.

Sin posibilidades de competir, Alberto Weretilneck pone en juego no ya una amañada re-reelección, sino el futuro de su armado político. Le puso el cuerpo y la foto a la candidatura de Arabela Carreras.

La barilochense no arriesga en esta elección tanto como el gobernador, que sueña con la elección de hoy como el día de la fundación de una estirpe de dirigentes provinciales que, a modo del MPN, se garantice medio siglo de permanencia.

Hace tiempo que Juntos, el partido creado desde el gobierno en torno de la figura de Weretilneck, incorporó el discurso de la autonomía provincial. Incluso, lo sobreactuó cuando la Corte Suprema de Justicia le negó al gobernador el sueño de la “re-re”.

Para los partidos distritales es clave mantener siempre un enemigo de estatura nacional, ya sea un gobierno, un partido o una empresa. En este caso, son el macrismo (con candidata radical, Lorena Matzen) y el peronismo (con un Martín Soria más cerca del kirchnerismo que de la versión “renovadora” de Pichetto-Massa-Lavagna).

Un triunfo de Juntos será leído como una derrota del peronismo y sobre todo del kirchnerismo, luego de un resultado adverso en Neuquén. Pero también dispararía otras conjeturas, como el impacto del “voto útil” que pregona el diputado nacional Sergio Wisky (Pro) para evitar que festeje Soria. Se haría añicos además el liderazgo de Soria y es muy posible que Miguel Pichetto y su compañera en el Senado Silvina García Larraburu quieran ocupar ese espacio.

En cambio, si el que se impone es Soria, la lectura es más sencilla: una derrota clara del oficialismo, luego de ocho años de gobierno en la provincia, y del macrismo y sus políticas. El intendente de Roca podrá decir también que el triunfo es suyo y de nadie más, mucho menos de Pichetto, que en un escenario así debería pensar seriamente qué será de su futuro político en el distrito que lo llevó a presidir el bloque del PJ durante tantos años.

Matzen aparece como una opción desdibujada, más parecida a los gobiernos que mantuvieron a la UCR en el poder provincial durante 28 años que al macrismo. Se sienta con el enemigo porque, como se dijo, Wisky -que reniega pero también viene del tronco radical de Cambiemos- apela al voto útil a Carreras para evitar que el peronismo aparezca triunfante en su distrito.

Ninguno de los otros cuatro candidatos tiene aspiraciones más que mandar un legislador a Viedma, aunque en la última elección el partido que salió cuarto, la UCR, logró una sola banca y por la representación por circuito, en la Línea Sur.

En los circuitos electorales no hay representación proporcional. Donde hay tres bancas en juego, el que gana se queda con dos y el segundo, con solo una. Eso, siempre y cuando la diferencia no sea mayor que el doble, en cuyo caso habría un solo ganador que se llevaría los tres puestos en pugna. Este sistema les resta posibilidades a las minorías.

Desde la asunción de Osvaldo Álvarez Guerrero, en diciembre de 1983 hasta hoy, pasaron casi 13.000 días. Poco más de 10.000 estuvieron gobernados por el radicalismo (con Horacio Massaccesi, Pablo Verani y Miguel Saiz).

El peronismo ganó en estos 35 años solo una elección, la de 2011. Carlos Soria gobernó 21 días, hasta que murió a manos de su mujer, Susana Freydoz, hoy detenida en la cárcel de Ezeiza.

Weretilneck cumple hoy 2.653 días en el poder provincial y tendrá por delante ocho largos meses de gobierno. Hoy se sabrá si transita esa cohabitación con su delfina o con un opositor. No es solo un detalle porque en este último caso caminará hacia diciembre por un camino amargo e inhóspito.